MEMORIA / SUBESTIMACIÓN DEL EVENTO
por EDGAR MAINHARD
No hay esplendor en el festejo del Bicentenario, una ocasión perdida para obtener provecho de un evento que podría resultar refundacional.
Hay un conjunto de espectáculos previstos para este sábado 09/07: Babasónicos en Chaco, Iván Noble en Formosa, Las Pelotas en Neuquén, Axel en Corrientes, Gran Concierto Federal (Jaime Torres, el Chango Spasiuk, Orozco Barrientos, José Luis Castiñeira de Dios y Juan Falú, con el Ballet Folklórico Nacional) en Tucumán, Karina en Santa Fe, Néstor Garnica en La Rioja, Gerardo Hochman en el municipio bonaerense de San Martín; David Lebón, Les Luthiers y Arte para los 5 Sentidos en Ciudad de Buenos Aires; Soledad Pastorutti en San Juan... pero el Bicentenario era una ocasión más ambiciosa que sumar shows con fuegos artificiales.
Probablemente, de haber permanecido en el poder, el kirchnerismo hubiese desplegado en 2016 un festival aún mayor que el de 2010, evento que le permitió a Cristina Fernández de Kirchner comenzar a salir del pozo de imagen pública negativa luego de la confrontación con el campo, en 2008, y la derrota electoral, en 2009.
Más tarde ocurriría la muerte de Néstor Kirchner y el marketing del luto. Pero el despegue de Cristina comenzó con aquel mal llamado Bicentenario.
La continuidad de la propuesta festivo-ideológica fue Tecnópolis, desde 2011 casi una catedral del kirchnerismo, a partir de la consigna "Decir presente Mirando al Futuro".
En 2016 no se trataba de recontratar a Fuerza Bruta ni tan siquiera de consultar a alguno equivalente a Diqui James, el director del grupo teatral, quien en 2010 requirió contratar a 18 empresas que sumaron una erogación de $ 15 millones, sobre un total de $ 40 millones que demandó todo el festejo.
En 2016 bastaba con concederle al aniversario un significado trascendente ya que es una ocasión que se presta a lo simbólico que proyecte un mensaje y anude un compromiso más allá de la coyuntura.
Resultan imprescindibles esas acciones. Hay enormes sacrificios colectivos por delante para conseguir que la Argentina retome un crecimiento.
Sin ir muy lejos, en estos días hay una polémica intensa acerca de la actualización de tarifas públicas, con funcionarios pidiéndole a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que legitime lo que hizo -con irregularidades desde lo formal y deficiencias desde lo político-, un conjunto de colaboradores del Presidente, subestimando las consecuencias del incremento.
Existe la necesidad de sumar fuerzas para acometer lo que viene, y el Bicentenario era una oportunidad para unificar discursos, construir un relato y cambiar el humor argentino. El Bicentenario se ha desaprovechado. Se escurrirá en la mañana siguiente al recital o concierto al que muchos asistan.
De eso se trata la construcción de consignas insertas en un modelo cultural que debería acompañar las propuestas gubernamentales.
Carlos Menem y Fernando De la Rúa menospreciaron esta necesidad, y les fue mal. Raúl Alfonsín intentó construir algo pero fue destruído por la inflación y los motines 'carapintadas'.
Los Kirchner fueron quienes más trabajaron al respecto y les permitió durar 12 años en el poder, y si bien la corrupción descuartiza la memoria de su Administración, hay ciertas consignas que han logrado instalar en las generaciones más jóvenes y que no resultan fáciles de modificar.
No es una casualidad que Jaime Durán Barba, a quien todo se le consulta en la Casa Rosada, insista en pretender convencer que Macri es 'progresista' y no un mandatario de 'derecha', tal como si todo lo 'progresista' fuese bueno y todo lo de 'derecha' resultara ruin....
LA HISTORIA
Antes que nada, 1810 fue un evento de Ciudad de Buenos Aires, mientras que 1816 tuvo una convocatoria más amplia, aún cuando nunca llegaron a San Miguel de Tucumán los representantes de la Liga de los Pueblos Libres o Unión de los Pueblos Libres, que respondían a José Gervasio Artigas.
Luego, 1810 no fue una declaración de Independencia, y varios de sus participantes sólo ambicionaban no quedar en manos de Napoleón Bonaparte, anhelando regresar más tarde a las órdenes de Fernando VII.
En cambio 1816 fue, precisamente, la declaración de la Independencia, luego del fracaso de 1813, cuando sólo se redactó una mínima organización institucional; y del frustrado Estatuto Provisional de 1815.
Aquel año había ocurrido el Congreso de Oriente o del Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay, Entre Ríos), convocado por Artigas, el Protector de los Pueblos Libres, que inició sus sesiones el 29/06/1815, y declaró la Independencia de España.
Pero ni en Tucumán ni en el Arroyo de la China alguien se decidió a redactar una Constitución, palabra que sólo aparecía en una goleta, del patriota Andrés Barrios, vendida el presbítero chileno Julián Uribe, quien quería atacar a los españoles de Chile y de la costa del Océano Pacífico, hostilizando la navegación y el comercio a lo largo de Valparaíso, Coquimbo, Atacama, Arequipa,
El Callao y Guayaquil, proyecto que apoyó Guillermo Brown, a mediados de 1815, con su fragata Hércules y le sumó el bergantín Trinidad. La embarcación Constitución obtuvo la Patente de Corso N° 27 y un arsenal importante, pero naufragó al doblar el Cabo de Hornos, arrastrada hacia el Océano Glacial Antártico, en algún punto cercano a las islas Shetlands del Sur, y murió toda su tripulación. Ahí acabó la Constitución.
UN GRAN PROBLEMA
Es cierto que la Administración Macri no tuvo tiempo suficiente para preparar festejos importantes que celebraran el Bicentenario. Pero, probablemente, no se trataba de generar elocuentes coreografías sino la oportunidad de reforzar la institucionalidad, que ha resultado el gran fracaso argentino, origen de los golpes de Estado militares o civiles, y el motivo por el cual la República aún atraviesa una transición.
Algunos afirman que las cuestiones de la historia argentina no provocan entusiasmo en muchos de los compañeros del Presidente, pero eso no es grave. Sí lo es la posibilidad de que la modestia en el festejo resulte consecuencia de que se ignora cuáles objetivos presentar a la opinión pública como políticas de Estado, consensuadas con las otras fuerzas políticas.
En el año centenario de la independencia los festejos fueron sobrios por razones fiscales, a diferencia de los de 1910. Pareciera que en el bicentenario vuelve a suceder esa limitación.
El diario La Gaceta, de San Miguel de Tucumán, editorializó el 13/05/1915, cuando ya se observaba escaso interés en organizar algún acontecimiento impactante:
"Es evidente que don Victorino (N. de la R.: De la Plaza) no quiere bien a Tucumán. Su guerra despiadada contra el Centenario se debe a una simple rivalidad lugareña. Si el histórico Congreso de 1816 se hubiese celebrado en Salta, otra sería la conducta de don Victorino en lo que respecta al gran aniversario que tan pobremente conmemoraremos por culpa suya".
También lo calificó de "enemigo personal del Jardín de la República".
Fue curioso que el 09/07/1916, el entonces presidente Victorino De la Plaza (porque el 09/08/1914 había fallecido el presidente Roque Sáenz Peña) sufrió un atentado: un joven anarquista disparó un tiro que pasó cerca de la cabeza del mandatario aunque éste, que se encontraba presidiendo el desfile, no advirtió el hecho. El personaje se llamaba Juan Mandrini, y alegó que quería asesinar al Presidente para vengar a Lauro y a Salvatto, a quienes consideraba injustamente ejecutados.
Habían sido 2 pescadores, que, por encargo de la esposa de un hombre adinerado, Carlos Livingston, lo asesinaron, y de manera atroz. Fueron condenados a muerte.
A Mandrini le hicieron pericias médicas que tenía conocimiento de sus actos pero carecía de capacidad de raciocinio. Se le enjuició por disparo de arma de fuego y no por tentativa de homicidio: cumplió su condena de 1 año y 4 meses de cárcel en una Alcaidía policial, aunque se intentó instalar de que De la Plaza lo había absuelto.
Luego de la fiesta del centenario ocurrió la renovación presidencial que marcó un cambio total en la sociedad argentina: gracias al sufragio universal secreto y obligatorio (masculino), llegó al poder Hipólito Yrigoyen, quien había rechazado su propia candidatura en la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical.
FEDERALISMO
Los 200 años de la Independencia eran una oportunidad para replantear la República y el federalismo aniquilado por los Kirchner. Era una ocasión para erradicar a los Kirchner no con la judicialización de la política sino con la utilización vigorosa y reivindicadora de esa ciencia.
Un sistema que todavía no consigue consensuar un régimen de coparticipación federal de impuestos, mandato pendiente desde la Constitución Nacional de 1994, bien podría haber aprovechado la concordia del onomástico de la libertad para romper con el pasado, algo que sería bien PRO, fuerza partidaria que predica acerca de 'la nueva política'.
La fotografía que consiguió Gabriela Michetti en la Casa de Tucumán con senadores y diputados nacionales reflejó el desencuentro que viven los argentinos, a causa de la ausencia de los representantes del Frente para la Victoria, y que es imposible de evitar hoy día entre tantas causas judiciales.
Pero el Presidente de la Nación tenía la posibilidad de buscar otro retrato, quizá más social y probablemente más contenedor de la sociedad real, que sí exhibiera una unidad que le permita reforzar sus objetivos.
Suponer que un evento como el Bicentenario es sólo un conjunto de shows provoca desperdiciar la ocasión de trabajar sobre los valores de la nueva etapa. Para el bienestar de una comunidad es necesario que existan normas compartidas que orienten el comportamiento de sus integrantes.
De lo contrario, la comunidad no logra funcionar de manera satisfactoria para la mayoría. Habrá que esperar 100 años más para la siguiente ocasión.
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