06/01/2018: María Eugenia Vidal cenando con Mirtha Legrand, los periodistas Julio Bazan y Daniel Santoro, y la actriz Eugenia Tobal. |
Por LUIS ALEJANDRO RIZZI - Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio.
(U24) - 2018 será el nuevo desafío para María Eugenia Vidal. Tal como en 2015 de ella dependió la elección presidencial, de ella dependerá la continuidad en el gobierno, reelección mediante, de Mauricio Macri (o de esa endeble coalición electoral que con notable acierto Ignacio Zuleta llamó "partido del balotaje", con otro timonel que naturalmente sería la "Maru"). Caso contrario podría ganar la "oposición".
Macri, una suerte de "caudillo" al revés, deberá, en primer lugar, resolver la institucionalización de "Cambiemos" y abrir la competencia para que en las próximas "PASO" o elecciones internas, si las "paso" pasarán a mejor vida, puedan presentar una candidatura realmente competente y competidora.
Esta alternativa provocará que se despiertan egoísmos, hoy disfrazados, de "equipo", entre gente como Horacio Rodríguez Larreta, "Geniol" para Jorge Asís; Marcos Peña, quien cree que ya tiene su "marco"; y algún otro distraído que cree, con ingenuidad en mi opinión, que tendrían chances de ganar una elección presidencial.
Sin embargo, hay que tener presente que, una vez más, la Provincia de Buenos Aires, será el árbitro inapelable de la elección, y en ese terreno fangoso, donde mora más del 80 por ciento de la pobreza e indigencia, donde en grandes territorios súper concentrados se carece de lo mínimo para vivir con dignidad propia del siglo XXI, solo la "Maru" sabe moverse con agilidad y convicción, superando en ese aspecto los mejores consejos que podría brindar el Sr. Jaime Duran Barba.
Por ser árbitro de la elección, el gobierno nacional logró recuperar, con lógica justicia, los fondos del "conurbano provincial" que se reclamaron judicialmente ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Con esto me atrevo a afirmar que la elección de 2019, no pasará tanto por saber comunicarse con la gente sino porque la gente advierta que hay un gobierno que comenzó a resolverle problemas que provocan vergüenza ajena por su ya larga existencia y descalifican a los últimos gobiernos de la Provincia de Buenos Aires.
El panorama electoral ya no dependerá tanto de la publicidad y propaganda política, sino de hechos concretos que a la vez recalificarán a la "política" y a los políticos.
La "Maru" picó en punta porque con ese "don" que le dio Dios, es quizás la única política que puede exhibir que está " en las cosas" trasmitiendo ese dolor de no poder resolver todo en una sola gestión, pero que su continuidad es necesaria para poder iniciar ese proceso de "cambio" nacional, del que Mauricio Macri y su gente, solo atinaron a diseñar la "piedra fundamental", lo que para los argentinos tiene el trágico recuerdo de promesas o también "buenas intenciones" incumplidas.
El gobierno nacional, del modo más ingenuo y sincero, eso no puede negarse, confesó su fracaso en la candente "cuestión" de la inflación, en cierto modo dijeron a coro, "no pudimos" contrariando ese popular eslogan del "sí se puede".
El gradualismo no existe como método político, ya que la realidad no lo tiene en cuenta; de lo que se trata, que es cosa muy diferente, es de proponer prioridades, lo que en buen castellano significa saber adjudicar los recursos escasos con que cuenta el país.
Pues bien, la prioridad esencial es la de acabar con la inflación, padre y madre del ya crónico fracaso, decadencia o estancamiento argentino de los últimos 70 años.
Resolver ese problema no es fácil, ya que hay que estar dispuesto a tomar decisiones que causarán dolor en otros, esas miles de personas que votan y que no conocemos, que en un principio creerán que el gobierno está integrado por robots o gente insensible, y no faltarán "opositores" que reclamarán contra un supuesto ajuste, comportándose como malos curanderos de antaño.
Pero, tal como enseñó Nicolás Maquiavelo, el fin impone medios y si no se está dispuesto a usarlos no se puede pretender gobernar un país.
El gradualismo significa para el gobierno eludir día a día la resolución de los problemas que debe enfrentar, y cuando la gente advierte que el bien no se hace y el mal se aplica de a poco, se cultivan las más impensadas de las reacciones irracionales, y Venezuela debe ser un ejemplo a tener en cuenta.
Paradójicamente "sí se puede" pero es más fácil poder estar igual o peor que mejorar; llegamos al punto que se acabaron los "gurú", sean de acá o de allá, vivos o muertos.
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