GLOBAL / INSOSTENIBLE
(U24) - Según datos de la Oficina de Presupuesto del Congreso de Estados Unidos, la carga de intereses netos del Gobierno federal representa hoy el 1,6% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que es igual al 9,4% del ingreso federal. Esto quiere decir que absorbe casi 1 de cada 10 dólares de los ingresos federales.
En 2022, será el 2,7% del PIB, igual al 16% del ingreso federal, absorbiendo 1 de cada 6 dólares estadounidenses de ingresos federales.
Medidos en porcentaje al gasto total, los intereses netos saltarán de 7,6% en 2018, a 12,2% en 2022, y a 13% en 2028.
Este pronóstico, advierte Joergen Oerstroem Moeller, está basado en presunciones muy optimistas sobre la economía estadounidense.
"Tomando en cuenta los cambios que tuvieron lugar en las últimas semanas, una carga de intereses netos del 20% del ingreso federal total, parece algo factible -una figura sobrecogedora, con cada estadounidense mirando cómo 1 de cada 5 dólares que le ingresan al Gobierno son usados para financiar deuda-", escribió Oerstroem Moeller en la revista The National Interest.
Así, plantea en la nota, lo que se temía que sucediera hace algunos años, se ha vuelto un escenario factible: Estados Unidos podría estar camino a enfrentar un default técnico.
Oestroem Moeller, quien es máster en Economía por la Universidad de Copenhage y actualmente se desempeña como investigador senior visitante en la Instituto de Estudios del Sudeste Asiático (ISEAS, según sus siglas en inglés) de Singapur, apunta que, si se analiza la composición del presupuesto, queda claro que financiar la carga de intereses para 2022, ni hablar de 2028, es un desafío que USA difícilmente pueda resolver, sea Presidente nuevamente Donald Trump o quien sea.
El gasto obligatorio representa el 61% del presupuesto total en 2018 y, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, y será el 64% para 2028. El resto del presupuesto es gasto discrecional, que incluye gastos de Defensa, consume hasta US$ 622 millones (38% del gasto discrecional) y la carga neta de intereses, sumando US$ 316 millones, (19,8% del gasto discrecional), además de lo dispuesto para Medicare y otros programas de bienestar social (US$ 700 u 800 millones).
"La única manera de que USA evite recortes enormes al gasto relacionado con el bienestar social, es que cierre sus ojos a los déficits y la deuda. Un cálculo rápido muestra que en un escenario económico benigno, asumiendo que se mantienen sin cambios el gasto militar y de bienestar social, el déficit federal se inflará un 30% entre 2019 y 2023.
Mirando aún más allá el déficit sigue una tendencia creciente y termina un 81% más alto en 2028, con respecto a 10 años antes", explica Oestroem Moeller.
USA tiene pocas opciones:
1) Recortar el gasto obligatorio, algo altamente improbable, explica el economista, dado que el tóxico clima político, bloquea cualquier acuerdo bipartidista para cambiar la legislación
2) Aumentar los ingresos tributarios. (Pero el Congreso estadounidense sólo puede acordar en bajos impuestos o aumento del gasto militar, lo que quiere decir que esta ruta también está bloqueada.)
3) Recortar el gasto social (produciría un estallido de ira en los votantes).
4) Permitir que la carga de intereses se coma más y más del PIB (ahogaría las iniciativas federales para impulsar la inversión en infraestructura y la investigación y el desarrollo).
5) En definitiva, lo que Oestroem Moeller cree que eventualmente USA tendrá que hacer, es enfrentar a los acreedores, que son China y Japón, para pedirles una reestructuración de la deuda soberana.
Cada uno de esos países tiene alrededor de US$ 1,2 billones en bonos del tesoro. Esta sería una propuesta a la que no podrían negarse, apunta el economista, ya que ambas partes de la ecuación obtendrían algo.
A nivel económico, tanto USA como China ganarían algo. A nivel político, este escenario presentaría a USA como el gran perdedor, "la ex súper potencia mundial tiene que pedir ayudar para refinanciar su deuda, manejada con tan poca sabiduría durante varias décadas", escribió Oerstroem Moeller.
Más allá de las amenazas de guerra comercial, la realidad es que USA y China se necesitan más de lo que quisieran admitir. A China no le beneficiaría en nada que una economía estadounidense débil. Ambas economías dependen la una de la otra.
La pregunta clave es si China, ante un escenario así, colocaría un precio a su ayuda.
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