(U24) - En la prehistoria, como es de esperarse, la alimentación de los hombres era bastante precaria. La dieta regular de la época se basaba en plantas, hojas, pequeñas semillas, tubérculos, frutos silvestres y, más tarde, la carne de animales salvajes. Estos hábitos cambiaron recién en la Edad Media europea.
Sin embargo, las personas comían cosas muy distintas de acuerdo a en qué parte de la pirámide social se encontraban. Hay un hecho que hoy podía sorprender a muchas personas: El pan representaba el 70% de la ración diaria de una persona del medioevo, mientras que los otros alimentos eran un mero complemento.
Para acompañar al pan se utilizaban potajes como la adafina, un cocido de garbanzos elaborado con carne de cordero. Además, casi nunca se acompañaban las comidas con agua, como se hace hoy.
Entonces, se bebía mucha más cerveza, vino o sidra, incluso durante las comidas cotidianas. Es verdad que el agua no sufría, como lo hace hoy, procesos de potabilización y transmitía muchas enfermedades.
En algunos lugares se acostumbraba beber seis litros diarios de cerveza. Los únicos que podían comer carne eran los que pertenecían a las clases altas, que eran también los que se ocupaban de la cacería: Desde cisnes y patos salvajes hasta cigüeñas.
Para los pobres, el resto: Patas, orejas y hasta víceras de cerdo. Las verduras más comunes eran cebollas, el ajo, la remolacha o la zanahoria (hasta el siglo VII, era blanca o morada). Eran consideradas alimentos de segunda, pero también un ingrediente mucho más asequible y versátil que el resto.
Para la mayoría, las frutas eran utilizadas como endulzantes, ya que el azúcar y la miel eran muy caras. Las más comunes eran el limón, la naranja amarga, el membrillo o las uvas.
Además de los alimentos, los hábitos de las personas eran muy distintos: Se comía dos veces al día, casi no se utilizaban cubiertos (si se hacía una comida, los comensales traían cuchillo de su propia casa) y se compartían las copas.
Sin dudas, la conquista de América por parte de la corona española cambió muchísimo los hábitos alimenticios, sumando nuevos ingredientes a la mesa. Algunos ejemplos: Papa, cacao, tomate, fresa y maíz.
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