SOCIEDAD / INFORME DE OPINIÓN
Foto: Precios cuidados, una fracasada barrera de contención de la inflación, que sólo provocó más atrasos en los precios de productos.
por ROBERTO DOMINGO
PARANÁ (U24 Entre Ríos). Las tarifas políticas son los precios que pagan los consumidores por bienes y servicios prestados por empresas privadas o estatales, cuando estos son fijados arbitrariamente por un burócrata.
Este método de fijación del precio, que distorsiona los mercados y la economía toda, ha sido utilizado hasta el hastío por la administración kirchnerista. Financiar los costos de prestación de servicios con fondos que provienen de los contribuyentes es un error. Y se trata de un error muy grave cuando subsiste por largo tiempo.
En verdad, es una herramienta que solo debe ser utilizada en unas situaciones de emergencia, pero: ¿se puede permanecer indefinidamente en estado de emergencia y crisis?
En 1930 se creó el Impuesto a la Renta (hoy Impuesto a las Ganancias), debido a una crisis que derivó en una situación de emergencia. Desde entonces, 84 años después, el impuesto todavía es exigido por el Estado Nacional.
La respuesta aparentemente entonces es: sí, en Argentina se puede estar permanentemente en crisis y emergencia que justifique ciertas políticas públicas.
Las tarifas políticas fijadas e impuestas desde el escritorio de un funcionario distorsionan los precios, no atienden ni hacen referencia a los costos y despedazan los mecanismos de fijación de precios del mercado.
Cuando hay mercado, hay precios. Estos son absolutamente necesarios porque en su lógica absorben los costos de producción o prestación más un beneficio, y siempre que exista seguridad jurídica y plazos aparece la inversión.
Y a este punto queríamos llegar, sin inversión genuina no hay desarrollo posible. Del análisis del daño que ocasionan los precios burocráticos queda claro que la inversión es severamente dañada o anulada a sabiendas, como política perversa de los ideólogos del subdesarrollo: populistas y liberales.
Propuesta: ¿Qué debe hacerse?
No puede postergarse más el sinceramiento de precios, tarifas, salarios, jubilaciones, esquemas impositivos y tipo de cambio, de manera de dar lugar a la inversión genuina. Los capitales están disponibles y expectantes, solamente debemos darle las señales correctas.
En la medida que dichos capitales se ajusten a los objetivos de la Nación, debemos atraerlos para volcarlos en desarrollo de energía, infraestructura e industrias.
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