LA DOLFINA / FOTO: AAP |
El cuarteto de 40 goles tuvo autoridad y juego para imponerse a un enorme rival, Ellerstina; sobrellevó una enorme presión por batir el récord de las tres Triples Coronas
POR XAVIER PRIETO ASTIGARRAGA
Se extiende la alfombra roja. Suenan trompetas. Hay vestidos de gala, los mejores. Reluce el salón más solemne del palacio más imponente. La historia del polo le hace un lugar más elevado y célebre a este fenomenal La Dolfina .
Coronel Suárez (26) y Hurlingham (15) aplauden al nuevo ocupante del podio de los más campeones. Las condecoraciones se posan sobre este club y este equipo que maravillan en la era más competitiva de este deporte.
Con sus nueve estrellas en Palermo, La Dolfina se instala como el tercer club más veces consagrado en el Argentino Abierto.
Además, por supuesto, de triple coronarse por tercera vez sucesiva, el récord que tanto espacio ocupó en las mentes de esos cuatro monstruos de camiseta blanca a los que nadie vence desde 2012.
Debe de ser muy bravo tenerlos enfrente y saber que para levantar la copa más importante del planeta hay que quebrarlos a ellos y a sus 40 goles, y su invicto, y su experiencia, y sus caballos, y su ambición.
Por algo los 33 triunfos consecutivos que acumulan en Tortugas, Hurlingham y Palermo.
Claro que la presión abundó por ambos lados. Y lo bien que la absorbieron Cambiaso, Stirling, Mac Donough y Nero, que no venían teniendo un Abierto acorde con su potencial.
Ayer, tras un comienzo frenético, de golpe por golpe, en seguida pasaron a percutir mejor. Pensar la jugada dos segundos antes que los contrarios les dio enorme ventaja: posesión y pase al vacío.
En la semana Facundo Pieres había recordado cuánto le había costado a Ellerstina la definición palermitana del año pasado, por estar más tiempo defendiendo que atacando. Pues en los primeros cuatro chukkers de ésta ocurrió exactamente eso.
Con una diferencia grande: aunque equilibrado, aquél fue un espectáculo aburridísimo, y éste, pese a ser desparejo, resultó un partidazo.
Dicen quienes lo vieron jugar que el completo Juan Carlos Harriott (h.), el mejor jugador en el primer siglo del polo nacional, tenía como mayor virtud la anticipación mental, ver la jugada siguiente antes que el resto.
Adolfo Cambiaso, el mejor de los últimos 35 años, sobresale principalmente por su extraordinaria habilidad, pero también es completo y tiene visión de juego. Se hizo un festín en esa primera mitad, en la que sus backhanders eran pases a compañeros libres lanzados en velocidad.
Varias veces La Dolfina le hizo un 2-1 a Facundo Pieres, que no daba abasto. Si marcaba al portador, permitía el pase al hombre libre; si se ocupaba de éste, el poseedor de la bocha podía decidir.
Y a Ellerstina debe de dolerle haber fallado en eso. Porque insistió en que debía estar concentrado e intenso durante las ocho etapas, y porque cuando armó esta formación súper ofensiva sabía que la defensa podía ser un punto débil, dentro de la debilidad que puede caber en un conjunto de 39 de handicap.
Hay un atenuante: lo sometió una versión magnífica del sensacional La Dolfina, que, de tener otro oponente enfrente, le habría dado una paliza. Pareció por un momento que el partido podía derivar hacia eso.
Cuando los blancos tomaron cinco tantos de ventaja -golazo de Nero de arco a arco tras una salvada de Mac Donough contra Nicolás Pieres- a los 3m19s del séptimo período, en el contexto de un goleo bajo (12-7), se sospechó que La Dolfina ya estaba fracturando la estructura y la mente del adversario.
Pleito liquidado, dio la impresión, a falta de apenas 10 minutos, cuando la leve lluvia ya había incomodado un poco pero no lo suficiente como para cambiar el argumento del partido.
Pero los Pieres son unos jugadorazos, también. En un desarrollo que ya tenía menor velocidad, no por el agua sino por querer asegurar la bocha a medida que se acercaba el cierre, se movieron bien.
Surgió Gonzalo con un par de goles, aportaron Pablo y Facundo -desperdició tres bochas paradas al arco en total, contra ninguna de Cambiaso- y Ellerstina se arrimó.
Se puso a un tanto a falta de 5m33s; respondió Adolfito con un penal sobre Cuartetera. Replicó Facu a 1m33s del campanazo y Nico tuvo una chance clarísima, a unas 20 yardas de los mimbres de Libertador, pero Juanma Nero trabó providencialmente el taco del Nº 2 y dejó a salvo la victoria, en los últimos 25 segundos.
Es cierto que el campeón sufrió en el desenlace. Lógico: Ellerstina, su archirrival en uno de los dos clásicos más grandes de los 123 años de Abierto, es un equipazo. Que por eso mismo, involuntariamente, hace aun más grande a La Dolfina.
El club que en 16 años jugó 15 finales en La Catedral y se impuso en nueve. El que está entre los más grandes de los grandes de todos los tiempos en el deporte que la Argentina domina mundialmente desde hace casi 80 años. (www.canchallena.com.ar)
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