INTERNACIONAL / AMOR NO CORRESPONDIDO
"Asia es el futuro de la Iglesia", dijo el Papa Francisco al arzobispo joven de Manila, el cardenal Luis Antonio Tagle, durante su visita a Filipinas en 2015. A pesar de que sólo el 7% de la población total de Asia es cristiana -según el Pew Research Center-, el Papa Francisco siempre quiso demostrar que su Iglesia Católica Apostólica Romana merece un lugar allí.
Y Francisco entiende que el futuro de la Iglesia Católica en Asia no puede saltearse a China, donde los cristianos (incluidos católicos y protestantes), están estimados en 68 millones. Algunos predicen que, para 2030, China podría convertirse en el país más cristiano del mundo.
Ese futuro potencial no se le escapa a Jorge Mario Bergoglio, quien siempre dejó en claro cuál es su gran ambición: la apertura de relaciones diplomáticas formales con China. El Vaticano y Beijing se distanciaron en 1951, cuando China echó a todos los misioneros y representantes del Vaticano del país, y la misión diplomática oficial del Vaticano -llamada la nunciatura- fue mudada a Taipéi, explica Ilaria María Sala del South China Morning Post.
Un año atrás, cables de prensa y comunicados del Vaticano parecían indicar que un gran anuncio al respecto de las relaciones diplomáticas era inminente. Sin embargo, ese anuncio nunca llegó y algunas situaciones clave siguen sin resolverse, explica Sala: "El interés de Beijing en abrir sus puertas a representación diplomática total del Vaticano en su territorio parece ser, en el mejor de los casos, moderada. Uno de los asuntos clave es la ordenación de los obispos, una prerrogativa del Vaticano que China no reconoce. En cambio, los obispos chinos son ordenados por la Asociación Patriótica Católica China, una Iglesia paralela que es considerada ilegal por la Santa Sede. Esto quiere decir que China, donde el catolicismo es 1 de las 5 religiones reconocidas oficialmente (junto al protestantismo, el budismo, el islam y el daoismo) tiene tanto a la Iglesia Patriótica como a lo que se conoce como la Iglesia clandestina, que es fiel al Papa pero no es considerada legal por las autoridades nacionales".
"Los jesuitas tienen un enfoque especial cuando se trata de la evangelización de Asia -escribió Sébastien Maillard de The Huffington Post-. Tienen una larga experiencia que data desde Matteo Ricci - un jesuita que intentó evangelizar China a fines del siglo 16 y que es muy querido por el Papa Francisco.
Para un jesuita como Bergoglio, el primer deber de un evangelista es respetar y adoptar las culturas e idiomas locales, no imponerlas desde afuera." Por otro lado, agrega Maillard, "el Papa Francisco entiende que es esencial en Asia que la Iglesia Católica Romana no se vea muy, bueno, romana; para que no sea asociada con una forma de occidentalización de la cultura, que ya no sea eurocéntrica. Es por eso que prefiere que los asiáticos, tales como los filipinos, evangelicen otras áreas del continente y lleven a cabo entrenamientos para otros asiáticos, más que dejar esta tarea a extranjeros de Occidente."
A fines de noviembre de este año, el Papa Francisco tiene programada una visita a Bangladesh y Myanmar. Será su 4º visita a Asia mientras Beijing parece quedar tan lejana como siempre, explica Sala. “Cuando el Papa Francisco aterrice en Asia en noviembre, para su cuarta visita en la región en muchos años, hará mucho por remarcar su respeto por las periferias del mundo católico. Así y todo, por mucho que abrace la región, sus esperanzas de forjar una relación más fuerte con China parece que seguirán siendo -al menos por ahora- una plegaria sin respuesta", apunta Sala.
Aún si países como Bagladesh, Myanmar y hasta el comunista Vietnam, reconocen el claro beneficio diplomático de mantener lazos con el Estado católico, Beijing parece estar cada día más cauta al respecto de las religiones organizadas, y no parece tener ningún deseo de otorgar mayor influencia dentro de sus fronteras a quien considera simplemente un jefe de Estado extranjero.
De hecho, durante el último Congreso del Partido Comunista chino, llevado a cabo en octubre, el Presidente Xi Jinping declaró durante su maratónico discurso que la China atea y comunista quiere hacer a las muchas religiones del país, más chinas.
Xi aclaró que las amenazas a la seguridad nacional o los separatismos promovidos bajo el disfraz de la religión no serían tolerados, y que todas las religiones deben tener una "orientación china", como parte de un esfuerzo por "sinicizar la religión" o hacerla más china, instalando valores socialistas centrales. De hecho, los críticos creen que esos comentarios se dirigían a grupos budistas o musulmanes separatistas.
Sin embargo, explica Cristina Maza de la revista Newsweek, el comentario parece ponerle un freno a una visita potencial del Papa a China. Al menos por ahora.
Este año, Francisco había dicho que estaría dispuesto a visitar china cualquier día, para convertirse en el primer Papa en visitar el país comunista desde que rompiera lazos con el Vaticano en 1951.
Pero mientras Francisco piensa en China, Xi sólo piensa en ajustar la correa a la actividad religiosa en el país. Xi insistió además, durante la conferencia, que los miembros del Partido Comunista "deben ser firmes ateos marxistas y nunca deben encontrar sus valores y creencias en religión alguna."
Sin embargo, en lo que parece ser un caso clásico de "una de cal y otra de arena", después de las declaraciones que habrían frustrado cualquier esperanza de una visita papal a Beijing al menos por el momento, la Academia china de las Ciencias Sociales -un think tank del gobierno- homenajeó a un obispo y 9 misioneros europeos quemados vivos en 1937 por soldados japoneses mientras asistían a miles de personas de la violencia, cuando el ejército del Sol Levante intentó subyugar a China.
El reconocimiento se dio en ocasión del 80 aniversario de lo que se conoce como la "Masacre de la Iglesia de Zhengding". Así lo informó el Vatican Insider.
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