OPINIÓN / COYUNTURA INCIERTA
Por AGUSTÍN MONTEVERDE - Economista. Socio cofundador de la consultora de análisis macroeconómicos Massot & Monteverde y de su newsletter InC.
La actual coyuntura presenta amenazas de orden exógena y endógena.
Por un lado está la ya anticipada ronda de alzas en la tasa de referencia que implementaría la Fed a lo largo de este año. Esto impactará muy directamente en nuestro costo de financiamiento, tanto para el sector público como privado.
Pero no es la tasa de referencia la única vía por la cual puede complicarse el acceso al crédito. Está también la suba que ha experimentado la tasa implícita en los Treasury bonds.
No se necesita llegar al extremo de perder acceso a los mercados de deuda para que nuestra economía sufra un cataclismo; un encarecimiento drástico del crédito hundiría nuestros bonos y tendría efectos similares.
Aparecen también dos elementos positivos, de origen externo, que siembran esperanzas porque pod rían al menos amortiguar el impacto de un enturbamiento del contexto financiero global.
< Por un lado, tenemos la suba de commodities. La soja, en particular, ha experimentado una interesante recuperación.
< Otro factor que podría jugar a favor es el upgrade que merecerá nuestra economía si es reclasificada como emergente.
Nuestra amenaza más inmediata reside en el nivel de endeudamiento (que contraemos por no reducir el gasto estatal). Y muy especialmente, en la deuda a corto plazo en pesos a cargo del BCRA.
Si bien se denomina cuasi-fiscal debiera quedar en claro que, a los efectos prácticos, es tan fiscal como la contraída por el Tesoro.
El esquema económico actual obliga al BCRA a emitir pesos para comprar los dólares que se obtienen en préstamo. Para esterilizar parte de esa emisión el BCRA absorbe pesos del mercado colocando Lebac.
Es indispensable que ese stock no se desarme porque implicaría una expansión monetaria monstruosa, que detonaría los precios, comenzando por el tipo de cambio.
Para que los tenedores de deuda corta en pesos se mantengan en el redil, la tasa de interés tiene que superar significativamente la tasa o ritmo de desvalorización del peso. Es que no son, en realidad, inversores de pesos sino de dólares.
Con un atraso cambiario y un déficit externo flamboyantes y crecientes, el riesgo de que los títulos de corto plazo en pesos se vuelvan ruinosos (medidos en dólares) es cada vez más alto.
Tanto más cuando se asiste a un peligroso tanteo de bajar las tasas en un contexto, local y global, que requiere máxima precaución.
No es momento ni lugar para jugar con fuego.
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