OPINIÓN / CONFUNDIDOS
Por LUIS ALEJANDRO RIZZI - Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio / U24
Para evitar equívocos, tan frecuentes en la Argentina, siempre me gusta partir de la RAE, para darle más precisión a las palabras y sobre el aburrimiento nos da dos acepciones: “Cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción o por molestia reiterada”; y la segunda, “persona, cosa o situación que aburre."
Pues bien vivimos en una sociedad aburrida ya que nuestras molestias se prolongan en el tiempo, las describimos desde la izquierda, desde el centro, desde la derecha, desde la religión, desde el agnosticismo y el ateísmo y lo más aburrido de todos es que siempre nos culpamos mutuamente o trasladamos las culpas a terceros.
Eduardo Fidanza lo describió en el diario La Nación, así: “En una época de recursos insuficientes, capitalismo sin igualdad y desencanto cívico, Macri construye una estrategia de reelección signada por la angustia, en sentido etimológico: un camino angosto y dificultoso.
Cuestionado a izquierda y derecha, en medio de un laberinto de problemas de difícil solución, se abre paso sustentándose en creencias más que en hechos, en deseos más que en satisfacciones. En los próximos meses, la sociedad argentina, que se debate entre la esperanza y el sufrimiento, dará el veredicto que determine si es posible o no que triunfe este proyecto”.
Afirmaría nuestras acciones están guiadas por el aburrimiento que lleva al escepticismo -y quizás a la impotencia- ya que nuestras dirigencias no tienen la inteligencia y el nivel cultural necesario para proponernos tareas para salir de este estado de frustración permanente.
Nuestros problemas básicos son los de siempre, un poco más o menos de corrupción, inflación y carencia de moneda propia, funcionamiento institucional precario, el uso de las mismas picardías que por su reiteración perdieron toda gracia (sabotear el quórum en las sesiones legislativas, manipular el poder judicial, pensar desde el primer segundo en la reelección, recurrir a los Decretos de Necesidad y Urgencia, y como decía Hipólito Yrigoyen hacer de las “patéticas miserabilidades” virtud), como metodología un gradualismo inservible e inútil que convierte a todos nuestros políticos en una suerte de eunucos incapaces de asumir responsabilidades que los hace creer que la anestesia política es una cirugía.
Nadie afronta “nuestras cuestiones” que Carlos Floria definía como “los problemas de problemas” o si se quiere como el rumbo que debe tener cada gobierno y el Estado como continuidad
Los tiempos son distintos y todo tiempo es difícil, no existieron ni existirán los tiempos fáciles ni los tiempos propicios para proponer cambios.
Esas son las excusas del mediocre y refleja no solo el nivel del Gobierno, empezando por el propio Macri y su equipo “el mejor de los últimos 50 años" (sic), sino asimismo de sus aliados y la llamada oposición.
No les falto el respeto, los describo e incluyo a ElisaCarrio, que hace del conventillo político, mérito, de la decencia marketing y de la sabiduría, caricatura. Imaginemos el resto que están varios escalones abajo.
Como decía Jose Ortega y Gasset ni el eufemismo ni la elocuencia ayudan no ya a solucionar los problemas, sino a poder enfrentarlos y nuestros políticos se igualan en el parloteo, de allí no pasan, por eso estamos todos aburridos.
Si tuviéramos elites estaríamos pensando en tener en cuenta las redes sociales para renovar nuestra República democrática.
Las inútiles y estúpidas audiencias públicas, debería ser reemplazadas por facilitar la participación de la gente por medio de las redes sociales, en vez de usarlas para buscar votos y presentarse como “madres Teresa de Calcuta de la política”, falacia que no niego tuvo sus resultados, pero que ya resulta cansadora y aburrida.
Las paritarias de los principales gremios se deberían trasmitir por los medios de comunicación.
El gabinete de gobierno debería debatir las cuestiones que tiene que resolver, de modo público, de manera que todos podamos verlos y escucharlos.
El sistema gremial debe reformarse de base para salir de este cadavérico clasismo que solo es útil para generar conflictos.
Debe comenzar a legislarse la participación activa de la gente trabajadora en la toma de decisiones de las empresas, sociedades comerciales y en el propio estado.
Debe eliminarse la exclusividad de los accionistas en su gobierno y control y compartirse ese rol con los trabajadores que aportan su trabajo para el éxito del emprendimiento.
Hoy el gremialismo debe entenderse de otro modo, debe ser participativo en cada lugar de trabajo, empresa, sea grande, mediana o pequeña, ya no tiene sentido que cada gremio sea un factor de presión externa.
El personal representado por sus pares debe prepararse para participar en deliberaciones y en la elaboración de decisiones junto con los aportantes de capital y asumir las responsabilidades consecuentes, sean los resultados buenos o malos.
Los sindicatos como tales ya cumplieron su ciclo histórico, por lo menos en Occidente y en nuestros países.
Ya pasó la época de lograr conquistas, los derechos básicos ya forman parte de la cultura del tiempo. Lo que se llamó “lucha gremial” debe dar paso a la negociación racional con conocimiento de causa.
Todos deben tener en cuenta el “costo de cada derecho”, ya que una de las causas de la inflación es creer que los derechos son gratuitos o los financia la divina providencia.
Hoy lo imprescindible es fortalecer la virtud de la responsabilidad personal.
Me arriesgo a decir que el método para elegir a los representantes políticos también deberían adecuarse a los nuevos tiempos teniendo en cuenta que hoy para gobernar una sociedad se debe contar con una base mínima de conocimientos.
No cualquier persona por el solo hecho de tener una determinada edad y una cantidad de votos puede quedar habilitada para ser elegida. Para ejercer una profesión o un oficio es necesario acreditar idoneidad. Pese a que la Constitución establece el requisito de la idoneidad como una condición para acceder al empleo público al político no se le exige nada.
Las instituciones son como cambalaches
“Vivimos revolcaos en un merengue
Y en el mismo lodo
Todos manoseaos…”
La cosa es más grave, los asesores de imagen, los especialistas en marketing político, son quienes conocen las debilidades de la gente o de las mayorías para que los candidatos se mimeticen con ellos en cursos de hipocresía y cinismo.
Si decimos que Durán Barba fue esencial para que el “PRO” vestido o disfrazado de “Cambiemos” ganara varias elecciones seguidas, nos daremos cuenta que todo es más de lo mismo hasta que aparezca otro Duran Barba que le hará ganar a “otros” para que todo siga igual.
El “aburrimiento” es un buen negocio político, lástima uno, como solía decir Rolando Hanglin.
La política está muy alejada de nosotros y en el fondo por algo están los “Maduro”, los “Kirchner”, los “trumpá, los Correa”, los “ortega”, los “Beppe Grillo”, los “Puigdemont”, los “Le Pen”, los “Salvini”, los “Putin”, los “May” y tantos otros.
Todo esto pasa porque nos aburrieron que podría ser una nueva forma muy perversa de dominio social.
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