lunes, 12 de diciembre de 2011

NOTA DE OPINIÓN

El Calafate y la Patagonia invisible



-por Carlos del Frade, desde el Calafate (Ape)-


(APe).- “Viento, mucho viento. Patagonia Argentina”, dice la leyenda que se exhibe en las remeras que se venden en los locales que pueblan la Avenida del Libertador, en El Calafate, en la provincia de Santa Cruz. Territorio devenido en paraíso del turismo nacional e internacional, la localidad tuvo una explosión demográfica en los últimos treinta años, pasando de casi tres mil habitantes a prácticamente 18 mil.


-El aeropuerto que inauguró Kirchner fue el que trajo el cambio - dice el remisero que lleva al cronista.

Pero más allá de las elecciones y la presencia casi permanente del matrimonio presidencial, hay una realidad que no aparece en los folletos ni en las postales: muchas pibas y muchos pibes deciden irse de la ciudad como consecuencia de falta de posibilidad de continuar con sus estudios universitarios o conseguir trabajo por fuera del circuito de temporada que impone el turismo.

-También tenemos el problema de la falta de cloacas y el de la contaminación, casi como consecuencia de lo mismo – dice el guardafauna Mario Braco, en diálogo con el trabajador de prensa.

Según Braco, el boom turístico está relacionado con el fenomenal negocio que algunos hicieron a la hora de vender tierras y otros en comprarla a muy bajo precio. Algo que fue denunciado pero que, desde la justicia del sistema, nadie quiso investigar en profundidad.

Los diarios que se leen en El Calafate son siempre los del día anterior. Las fenomenales distancias hacen que las publicaciones de Río Gallegos y las de Buenos Aires tengan esa demora. Apenas algunas estaciones de frecuencia modulada intentan salir de la estructura de un pensamiento o un discurso único, atravesado por el oficialismo nacional, provincial y municipal.

La actividad social, cultural y deportiva tampoco ofrece demasiada variedad. Algo que resulta una necesidad para muchas y muchos que vinieron a estos bellísimos arrabales del mundo para encontrarle algún sentido a la palabra futuro.

He allí la clave para entender el problema que atraviesa gran parte de la pibada en Santa Cruz.

“Ante el incremento de suicidios producido en este último año, el médico psiquiatra del hospital distrital de Puerto Deseado, Mariano Rey, señaló que pasa por muchos factores que actúan como desencadenantes y que tienen que ver con problemas familiares, problemas psicológicos y de objetivo de vida”, sostuvo el diario “Tiempo Sur”, del pasado martes 6 de diciembre desde la corresponsalía de Caleta Olivia.


En la nota se destaca que en el consultorio del profesional “atiende al menos cinco intentos de suicidios al mes” y que además el problema de las adicciones involucra a “mucha gente, incluso hay chicos que mezclan pastillas con alcohol, con marihuana y cocaína, como ocurre en otros lugares”.

Terminó diciendo que “cuando el paciente viene al consultorio es que falló la educación y hay que educar tanto a los padres como a los chicos, hay que enseñarles qué son las drogas, cómo actúan, explicarles que no todas las drogas son iguales. Después hay que implementar medidas de tratamiento”, sostuvo el psiquiatra Mariano Rey.

Para la dirigente de la CTA santacruceña, Olga Reinoso, “en Caleta Olivia se vive una explosión cotidiana como consecuencia del desguace del estado, de la privatización del petróleo, que continúa en estos días. Para colmo de males, allí en la zona norte de la provincia, el 70 por ciento de las tierras y riquezas están en manos extranjeras. Se llevan todo y no queda nada. Esa es la Patagonia que no se ve”, dice la dirigente.

En esa Patagonia ignorada, la que no se ofrece desde las vitrinas de las casas de turismo, hay una matriz invicta de los años noventa que sigue cobrándose las mismas víctimas de siempre, las pibas y los pibes.

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