AGENCIA / SALUD
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) - La relación entre el consumo de cannabis y la oncología parece ser únicamente un mito urbano. Sin embargo, desde 1974 se demostró la efectividad del aceite de cannabis a través de sus compuestos activos –tetrahidrocannabinol (THC) y cannabinol (CBD)– para reducir el crecimiento de cánceres en pulmones, seno y leucemia viral en ratones de laboratorio, prolongando sus vidas un 36%.
Diversos estudios han realizado descubrimientos similares.
Existen organizaciones como el grupo SETH que promueven estas investigaciones al enfatizar los posibles beneficios para los pacientes de cáncer: “Ninguna quimioterapia puede igualar esta acción anticancerígena no-tóxica”.
La criminalización de la cannabis y otras sustancias psicoactivas y su etiquetado como “de alta toxicidad” ha impedido hasta nuestros días mayores estudios de las potenciales ventajas terapéuticas de la marihuana, al imposibilitar estudios de largo alcance en humanos.
En 1998, un estudio liderado por el doctor Manuel Guzmán de la Universidad Complutense de Madrid descubrió que el THC puede inducir la muerte programada en células de cáncer cerebral sin impactar negativamente a las células sanas.
En un artículo de Nature Medicine de marzo de 2002, Guzmán y su equipo demostraron que habían destruido células “incurables” de cáncer en tumores de ratas al inyectarlos con THC.
¿No sería tiempo de que, como sociedad, buscáramos que la industria de la salud tomara en cuenta todas las potenciales vías terapéuticas para curarnos de lo incurable y terminar la absurda cruzada moral/militar contra las drogas?
No se trata aquí de un argumento de legalización del consumo recreativo de la cannabis (únicamente), sino una defensa –basada en evidencia clínica– del potencial de la cannabis para librarnos de un mal que la medicina moderna no parece capaz de contener por otras vías.
La cura y la geografía
9 de cada 10 niños diagnosticados con leucemia linfoblástica sobreviven al tratamiento en Estados Unidos, pero en Jordán, la tasa de supervivencia es tan sólo del 16%.
La geografía (y los factores económicos y sanitarios ligados a ella) determina en gran medida la supervivencia de los pacientes de cáncer, según datos del mayor estudio sobre el cáncer jamás realizado, en el cual se tomaron en cuenta a 25.7 millones de pacientes.
El doctor Michel Coleman de la London School of Hygiene and Tropical Medicine y uno de los autores del estudio en cuestión, afirmó que “en la mayoría de los países, la supervivencia para algunos de los tipos de cáncer más comunes ha mejorado”, sin embargo aún queda mucho por hacer.
Por ejemplo: la tasa de recuperación para cáncer de mama en Francia y Finlandia es de 87%, y la de brasil aumentó de 78% a fines de los 90, hasta 87% durante la década pasada.
El panorama en países del “tercer mundo”, en cambio, no es tan alentadora: más del 75% de los pacientes que acuden al instituto de tratamiento de cáncer en Uganda llegan en etapas 3 y 4 de la enfermedad, lo que hace muy difícil su recuperación.
Una historia reportada en el estudio cuenta que hace unos años un sólo médico en Uganda atendía a 10,000 pacientes al año “en instalaciones que no tenían techo, electricidad constante y sin medicamentos”.
Además están los factores culturales: Uganda tiene 57 tribus, cada una de las cuales posee un idioma o dialecto distinto.
Esta misma situación se presenta en pueblos y comunidades apartadas en otros países de África, Asia y Latinoamérica, donde la incidencia del cáncer se agrava debido a la dificultad para acceder a servicios de salud.
Sin embargo, el mérito de este estudio consiste en poner sobre alerta a los gobiernos y autoridades de salud acerca de la desatención que sufren los más pobres.
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