EDUCACIÓN / MITOS Y LEYENDAS
Hace muchos años, cuando los lagos eran de cristal y las montañas blandos terrones de arcilla, vivían en la Patagonia dos tribus Mapuches.
Los hijos de los caciques Limay y Neuquén eran grandes amigos. Juntos iban a pescar y a nadar; un día, cerca de un lago, se oyó una suave canción…
La voz era de Rahiue, una indiecita de gran belleza.
Los jóvenes quedaron enamorados de Rahiue.
A partir de ese momento, los muchachos, que eran como hermanos, supieron que algo se interponía entre ellos.
Los caciques al ver a los jóvenes tan distanciados, consultaron a la machi (adivina).
Pronto la machi descubrió lo que estaba sucediendo y quiso hablar con Rahiue.
Cuando estuvieron solas la adivina preguntó a la indiecita qué era lo que más deseaba, y ella contestó que quería una caracola de mar.
Los jóvenes tendrían que llegar al mar y traer una caracola.
Consultados los dioses, convinieron en que lo más rápido para llegar al mar era convertirse en río.
Así lo hicieron, y los dos jóvenes con sus cuerpos convertidos en agua comenzaron a correr hacia el mar; Neuquén desde el Norte y Limay desde el Sur.
Pero (siempre hay un pero en las historia) el espíritu del viento no había sido consultado, y su furia hizo soplar vientos maléfico.
Rahiue comenzó a pedir a los dioses por el alma de los jóvenes mientras su cuerpo se iba transformando lentamente en árbol.
El viento sopló con tanta furia que desvió el curso de los ríos.
Cuando Limay y Neuquén se enteraron de la muerte de Rahiue se abrazaron fraternalmente.
Así, unidos, lloraron a la indiecita, y sus caudalosos cuerpos formaron un río que también aún la llora: el "río Negro".
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