MEMORIA / INDESTIGACIÓN
por RICARDO DE TITTO
Desde Cuyo, donde es gobernador y alista el Eército de los Andes en el campamento de El Plumerillo, el papel de José de San Martín durante las deliberaciones del Congreso es decisivo.
Con las limitaciones del caso sigue las cuestiones día a día. Uno de sus interlocutores -y representantes- es el diputado por Mendoza, Tomás Godoy Cruz, con quien tiene gran confianza: es su "amigo y paisano más apreciable y querido".
La serie de misivas que le envía en el primer semestre de 1816 atestiguan que el Libertador "está en todo" y da línea e instrucciones de modo sistemático. Su insistencia en que se declarara la independencia tiene una razón práctica muy sencilla: el plan de la campaña libertadora carecía de sentido si no se la hacía sobre las espaldas de un país independiente.
En efecto, la bandera a portar al lanzarse al cruce de los Andes debía ser la de la independencia de América y, para eso, era imprescindible que las Provincias Unidas concretaran esa declaración.
Esa era la razón de ser del Congreso de Tucumán y ese es el motivo de sus reuniones con Belgrano, con Pueyrredón y de su exitosa mediación entre Rondeau y Güemes.
En enero de 1816, San Martín tiene algunos problemas de salud que lo obligan a permanecer casi 20 días en cama. En esos días, ya han llegado a Tucuman algunos de los diputados y, entre ellos, Godoy Cruz.
El 19 de enero le escribe:
"¿Cuánto empiezan ustedes a reunirse? Por lo más sagrado, le suplico haga cuantos esfuerzos quepan en lo humano para asegurar nuestra suerte; todas las provincias están en expectación esperando las decisiones de ese congreso: él solo puede cortar las desavenencias (que según este correo) existen en las corporaciones de Buenos Aires".
El 24 vuelve sobre el tema: "¿Cuándo se juntan y dan principio a sus sesiones? Yo estoy con el mayor cuidado sobre el resultado del congreso y con más si no hay unión íntima de opinión".
San Martín piensa también que el Congreso deberá tomar decisiones en varios aspectos. Ha tenido fuertes roces con el gobierno de Córdoba, que ha mostrado simpatías hacia el artiguismo y desconfía de las iniciativas del Protector.
En realidad, la repugna la idea federal a la que considera disociadora y un escollo para su campaña libertadora y la unidad militar de acción y de esfuerzos.
En carta a Godoy el 24 de febrero, fija claramente su posición respecto de la cuestión, que una constitución debía discutir y establecer:
"Me muero cada vez que oigo hablar de federación. ¿No sería más conveniente trasplantar la Capital a otro punto, cortando por este medio las justas quejas de las provincias? ¡Pero federación! ¡Y puede verificarse! Si en un gobierno constituido y en un país ilustrado, poblado, artista, agricultor y comerciante, se han tocado en la última guerra entre los ingleses (hablo de los americanos del Norte) las dificultades de una federación, ¡qué será de nosotros que carecemos de aquellas ventajas? Amigo mío, si con todas las provincias y sus recursos somos débiles, ¿qué nos sucederá aislada cada una de ellas?".
Sus ideas son similares a las planteadas por Bolívar. en su famoso Discurso de la Angostura, de principios de 1819, y con más camino recorrido, el venezolano había sido taxativo: "Abandonemos las formas federales que no nos convencen", idea que ya había anticipado en su también célebre Carta de Jamaica, de septiembre de 1815, cuando Artigas estaba en el punto más alto de su popularidad y poder.
El modelo político de Bolívar coincide con el que pregonan Belgrano, Pueyrredón y San Martín:
"No convengo en el sistema federal entre los populares (...) por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros. (...) En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina".
El "inglés americano y el americano español", concluía en 1819, no son asimilables, y subraya: "Una gran monarquía no será tan fácil consolidar; una gran república, imposible".
En coincidencia con los conceptos de la logia continental, San Martín reafirma que su modelo unitario necesita de un liderazgo claro.
San Martín suma su voto por Belgrano, porque "es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural; (...) créame usted que es lo mejor que tenemos en América del Sur".
El Congreso inicia sus sesiones el 24 de marzo, con 21 diputados presentes; otros 12 arribarán en los días siguientes hasta completar los 33 definitivos.
Según parece, San Martín suponía un trámite más expedito y, al pasar los días, manifiesta su preocupación.
El 12 de abril exige definiciones:
"Mi amigo el más apreciable:
¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia! ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¡qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos. (...)
¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas! Veamos claro, mi amigo; si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo este la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito".
Godoy Cruz le responderá que la declaración "no es soplar y hacer botellas"...
En Buenos Aires, las fuerzas militares desconocen al director Álvarez Thomas y la Junta de Observación -que cambia sus miembros porque varios de ellos han viajado a Tucumán- nombra en su reemplazo al brigadier
Antonio González Balcarce.
El Congreso, por su lado, opta por designar un director supremo titular, y en los primeros días de mayo nombre al coronel mayor Juan Martín de Pueyrredón. De hecho, la elección de Pueyrredón, diputado por San Luis -de la Intendencia de Cuyo, subrayamos- es otro triunfo de la política tejida por San Martín: Mayocchi comenta que "al recibirse en Mendoza la noticia de la elección, se la celebró con festejos e iluminaciones".
Tras aceptar el cargo, Pueyrredón, aún en camino, avisó a Balcarce que debería limitar sus atribuciones, actuando en carácter de delegado y ciñéndose "a cumplir las resoluciones que se le comunicasen".
El 29 de mayo, el Congreso decidió conformar una comisión para que propusiera un plan de trabajo. El proyecto se aprobó en junio y en la sesión del 9 de julio se escogió como primer tema a considerar enseguida el tema prioritario y se proclamó la independencia de las Provincias Unidas.
San Martín recibió la gran noticia en Córdoba, durante su reunión con Pueyrredón. Le escribió nuevamente a Godoy Cruz el 16 de julio:
"Ha dado el Congreso el golpe magistral con la declaración de la independencia; solo habría deseado que al mismo tiempo hubiera hecho una pequeña exposición de los justos motivos que tenemos los americanos para tal proceder; esto nos conciliaría y ganaría muchos afectos en Europa. (...)
La maldita suerte no ha querido el que yo me hallase en mi pueblo para el día de la celebración de la Independencia. Crea usted que hubiera echado la casa por la ventana. (...)".
Apenas llegado a Buenos Aires, Pueyrredón crea en el aspecto formal el "Ejército de los Andes", organiza su estado mayor y San Martín es investido por el Congreso con el nuevo título de capitán general.
El gobernador de Cuyo delega entonces el mando político en el coronel Toribio de Luzuriaga, "a fin de concentrar en sus manos la plenitud de facultades políticas y militares de un jefe expedicionario en tierra lejana".
El plan político y militar de San Martín toma cuerpo de forma definitiva.
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