AMÉRICA LATINA / PERIODISTAS ASESINADOS
La lucha de Colombia como Estado en contra de las fuerzas guerrilleras y paramilitares parece que es un mal de nunca acabar. Ahora, con el crimen trasnacional de un equipo de presa ecuatoriano, en el que 3 hombres (periodista, fotógrafo y chofer) fueron asesinados y hasta ahora no han podido recuperar los cuerpos, se visibilizó una realidad incómoda y triste: Entre Ecuador y Colombia opera una frontera del crimen donde el poder del narcotráfico desafía a dos Estados.
Ahora, en un nuevo supuesto comunicado del grupo disidente de las FARC señalado de haber secuestrado y asesinado a tres ecuatorianos en la frontera entre Colombia y Ecuador, se informa de la “suspensión de cualquier tipo de actividad humanitaria con relación a la entrega de los cuerpos”.
En el comunicado publicado por Noticias RCN en Colombia, el frente “Oliver Sinisterra” asegura que ha tenido la voluntad de entregar los cuerpos y acusa a los gobiernos de Ecuador, Colombia y Estados Unidos de represión enviando tropas a la frontera. El supuesto comunicado agrega que se ha “secuestrado a gente inocente con el argumento que son milicianos, familiares o colaboradores de las FARC y el Guacho”.
El ministro del Interior de Ecuador, César Navas, y representantes de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional informaron este domingo que 43 personas están siendo investigadas por los hechos relacionados con la escalada de violencia en la frontera norte. Nueve de estas personas fueron detenidas el viernes pasado, cuando venció el plazo fijado por el presidente Lenín Moreno a los captores del equipo de prensa ecuatoriano.
Según el frente Oliver Sinisterra no hay garantías que permitan el desplazamiento de sus unidades para la entrega de los cuerpos de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efrain Segarra, miembros del equipo del diario El Comercio.
El equipo del diario El Comercio fue ejecutado en cautiverio tras ser tomado como rehén en una zona fronteriza donde realizaban un reportaje.
¿Quiénes eran ellos?
ORTEGA, EL AMOR POR EL OFICIO:
Javier Ortega, de 32 años, vivió su adolescencia en Valencia, España, donde trabajó en una heladería. De allí regresó a Ecuador para estudiar periodismo. Ortega era el último de tres hermanos, soltero y sin hijos. Su familia lo describe como un hombre sereno, y sus am igos recuerdan sobre todo su sonrisa contagiosa.
Desde hace seis años trabajaba en el diario El Comercio cubriendo temas judiciales y de seguridad.
Entre sus coberturas destacadas figuran el terremoto que asoló la costa ecuatoriana en 2016, y el accidente aéreo que dejó 22 militares muertos en la Amazonía ese mismo año.
También se ocupó de la deportación de decenas de cubanos desde Quito y el problema de los desaparecidos en Ecuador.
De España trajo su afición por el Barcelona y en especial por el astro argentino Leonel Messi. Cada miércoles, después de lidiar con la presión de su trabajo, se reencontraba con su otra pasión: el fútbol.
“Amaba el periodismo, le encantaba leer y el cine”, recordó a la AFP María José Vela, amiga y excompañera de Universidad de Ortega.
RIVAS, FOTÓGRAFO PREMIADO:
El fotógrafo Paúl Rivas, que el 25 de abril iba a cumplir 46 años, tenía novia y una hija de 15 años.
Coleccionista de cámaras antiguas, dejó de lado una carrera en la publicidad por el oficio de “dibujar con la luz”.
Rivas, definido por su familia como un hombre sensible y bromista, heredó de su padre la pasión por captar imágenes y la traspasó su hija de 15 años. En honor a él, hizo un libro con fotos tomadas por ambos.
Un fotorreportaje sobre los familiares de personas desaparecidas le dio el premio Eugenio Espejo, que entrega la Unión Nacional de Periodistas (UNP) de Quito.
Además, ganó en dos ocasiones el premio Jorge Mantilla Ortega, que concede el diario en el que trabajaba desde hace 20 años.
Cuando tomaba sus fotos se “ponía su gorrita hacia atrás. Un fotógrafo listo para la acción. Nunca hubo un ‘no’ en su boca”, afirma María Elena Vaca, colega por seis años de Rivas en El Comercio.
SEGARRA, CONDUCTOR AVENTURERO:
Efraín Segarra, a quien los periodistas de El Comercio conocían como ‘Segarrita’, tenía 60 años y era padre de dos hijos, uno de ellos reportero del matutino de Quito.
Su amor por los animales lo llevó en una ocasión a cuidar en su casa hasta 12 perros abandonados. Los últimos años adoptó dos gatos y un can.
En 16 años de servicio en el periódico se aficionó a la fotog rafía. En su celular coleccionaba las ‘selfies’ en cada ciudad que visitó, según su familia.
Tener un hijo periodista era “su orgullo. Un conductor minucioso y con una gran sonrisa”, recuerda Vaca.
De espíritu aventurero, Segarra trabajó como conductor en un ministerio y en un banco, en el que llegó a manejar camiones blindados.
Compartía con sus otros dos compañeros asesinados un corazón que se enciende en los estadios.
Era aficionado al popular Deportivo Quito, ahora en la segunda división, del que ostentaba una colección de camisetas.
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