AGENCIA / OPINIÓN
19/01/2015: Incidentes entre manifestantes y la policia durante la marcha en Plaza de Mayo para reclamar el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman. FOTO NA: MARIANO SANCHEZ
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La muerte del fiscal especial de la Causa AMIA, Alberto Nisman, fue 'necesaria'. Lamentablemente, sin su fallecimiento, sus denuncias hubieran quedado como un escándalo más de la Administración de Cristina Fernández. Sin embargo, la gravedad institucional que implica para la sociedad argentina el triste desenlace terminan de confirmar, para aquellos que aún no lo creían, que el kirchnerismo ha sido un régimen que colocó al país en su nivel más bajo institucionalidad y legalidad desde el regreso de la democracia.
Ya no sirve usar los derechos humanos, tampoco hay relato, ni marketing político, ni operación de contrainteligencia que pueda borra de los libros de historia que el fiscal que denunció que el Gobierno de Cristina Fernández canjeó impunidad a los culpables del atentado contra la AMIA por dinero, tal como implican las compras de gas que se habrían triangulado durante toda la “Década Ganada”, se “habría suicidado” horas antes de concurrir al Congreso de la Nación para revelar nuevas pruebas que sustentaban sus acusaciones.
Es grave lo que voy a expresar pero no importa si Alberto Nisman se suicidó, si fue “suicidado” o si fue impulsado al suicidio.
La muerte trágica del fiscal de la Causa AMIA muestran hasta qué punto puede llevar la situación Cristina Fernández en su tarea de “limpiar el camino” hacia su salida del poder.
“Vamos por todo”, dijo la Presidente de la Nación semanas después de ser reelecta con el 54% de los votos. Es hora de que entendamos las lecciones detrás de estas 3 palabras.
Lección 1: En las épocas modernas, extender el tiempo que algunos gobernantes están en el poder va en contra de los principios democráticos básicos.
Lección 2: Nunca “ancarse” en las mayorías circunstanciales lleva a buen destino.
Lección 3: Nadie entendió claramente cuáles eran los límites de la frase “Vamos por todo”.
Lección 4: No alcanza con “bancarse” las consecuencias.
Lección 5: Nada de esto hubiera pasado si en la Argentina existieran partidos políticos, poderes independientes, legisladores con dignidad, jueces probos, fiscales profesionales, fuerzas de seguridad confiables, medios que usan el periodismo para hacer otros negocios, corporaciones que decidieron ser genuflexas al poder para “ganarse unos mangos” y los ciudadanos no hubiesen convalidado todas las barbaridades que se produjeron en este país en los últimos 50 años.
Cristina Fernández expone el modelo latinoamericano de “hiperpresidencialismo” que impera en los gobiernos populistas regionales. Y todo poder absoluto, corrompe absolutamente.
El caso argentino fue la excepción. Además, confirma que los “progresistas”, que tanto se han llenado la boca medio siglo criticando los abusos de poder de los liberales y de la derecha terminaron siendo tan fascistas como los regímenes que critican.
El viceministro de Seguridad, Sergio Berni, nunca debería haber ingresado al departamento de Alberto Nisman.
La muerte debería haber sido investigada por la Justicia Federal.
Nunca sabremos si desaparecieron o fueron preservadas las pruebas que tenía el fiscal de la Causa AMIA en su hogar.
Jamás el fallecido debería haber sido “abandonado” por los 5 custodios que tenía por turno.
Pero eso ya no importa.
Alberto Nisman ya está muerto. Nunca se esclarecerá su fallecimiento, tal como no se han esclarecido otros casos resonantes en los últimos 30 años en la Argentina.
De la clase política podemos esperar poco y nada.
Este caso no es la excepción.
Sólo nos queda la fe en la democracia y en la Justicia, que sus denuncias serán investigadas, pero casi seguro no será así.
Pero de fe no se puede vivir.
Podemos sacar 100 lecciones de los últimos 5 días. Aún no es tiempo.
Todavía debemos “caer” en la gravedad de los hechos que hemos vivido.
Todavía debe observar cómo el Gobierno intenta recomponerse al hecho de sangre.
Todavía no conocemos si el costo político de la muerte de Alberto Nisman podrá ser o no pagado por Cristina Fernández.
Todavía no sabemos si el peronismo decidirá ser cómplice del kirchnerismo en esta muerte.
Todavía debemos soportar los estertores de muerte del régimen kirchnerista.
En otros países, esos “aburridos” países llamados “serios”, casi podríamos anticipar el final.
En la Argentina, no.
Si Cristina Fernández sobrevive políticamente al terremoto político producido en la tarde-noche del domingo 18/01 será sólo porque hay elecciones en menos de 6 meses.
Si tuviera 2 años de gobierno por delante, no lo lograría.
En ese sentido, tuvo “suerte”. Pero a estas alturas, eso ya no alcanza.
La carta que escribió o le escribieron a Cristina Fernández sobre la muerte de Alejandro Nisman es un escándalo en sí misma.
Uno más en esta indómita cadena de escándalos.
Si hubiera instituciones, el efecto sería demoledor.
Si hubiera oposición, habría esperanza.
Si a la gente, a toda la gente, le interesaba el futuro del país, las horas de la Presidente de la Nación en el poder estarían contadas.
La muerte de Nisman está “demasiado fresca”.
Las conclusiones que uno pueda sacar son apresuradas, improvisadas, precarias. En este caso, el tiempo, puede jugarle en contra a Cristina Fernández.
Pero esto es Argentina, luego de lo que vivimos en la madrugada del lunes 19/01, podemos confirmar que cualquier cosa puede ocurrir hasta que el kirchnerismo deje el poder.
Cualquier cosa.
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