Papa Francisco saluda a un niño.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). "Los padres no se deben auto-excluir ni auto-exiliar de la educación de los hijos, sino reapropiarse de su papel insustituible", fue la conclusión del periodista especializado en temas vaticano, Andrea Tornielli, al escuchar al papa Francisco durante la audiencia de los miércoles en la Plaza San Pedro, continuando con el ciclo de catequesis dedicado a la familia.
Los hijos, añadió el Pontífice argentino, "deben crecer sin desanimarse, paso a paso". El Papa puso un ejemplo: "Si ustedes les dicen a los hijos: subamos esa escalera, y los toman de la mano y los hacen subir, está bien. Pero si les dicen que hagan una cosa que no son capaces de hacer, ¡esto no está bien! Se necesita un equilibrio muy grande".
Este papel educativo de los padres "parecería una constatación obvia. Sin embargo, en nuestros tiempos no faltan las dificultades. Es difícil educar para los padres que ven a sus hijos solo por la noche cuando regresan cansados a casa por el trabajo, esos que tienen la fortuna de tener trabajo", dijo el Papa.
Y es mucho más "difícil para los padres separados, que sienten el peso de esta su situación. Tuvieron dificultades, se separaron y muchas veces el hijo es tomado como rehén: el papá le habla mal de la mamá, la mamá le habla mal del papá".
Así "se hace mucho daño. A ustedes les digo: ¡nunca tomar al hijo como rehén! Están separados, la vida les ha dado esta prueba, pero que los hijos no sean los que llevan el peso de esta separación, que no sean usados como rehenes contra el otro cónyuge", pidió Jorge Omar Bergolio, expresando el deseo de que los hijos de los padres separados "crezcan escuchando que la mamá habla bien del papá y que el papá habla bien de la mamá, aunque no estén juntos".
Francisco después afrontó el tema de la auto-exclusión de los padres de la educación de los hijos: "¿Cómo educar, cuáles tradiciones tenemos en la actualidad para transmitir a nuestros hijos?
Intelectuales y críticos han callado a los padres para defender a los hijos de los daños, verdaderos o presuntos, de la educación familiar. La familia ha sido acusada de autoritarismo que genera conflictos... De hecho, se abrió una fractura entre la familia y la sociedad, entre la familia y la escuela, el pacto educativo, hoy, se ha vaciado y así la alianza educativa de la sociedad con la familia entró en crisis, porque fue destrozada la confianza recíproca".
Entre los síntomas de este fenómeno, indicó el Papa, está la falta de confianza recíproca entre padres y maestros: "Se han multiplicado los llamados 'expertos' que han ocupado el papel de los padres incluso en los aspectos más íntimos de la vida afectiva. 'Expertos' que 'saben todo': objetivos, motivaciones, técnicas... Y los padres deben solo escuchar, aprender y adecuarse. Privados de su papel, a menudo se vuelven demasiado pesados y tienden a encomendar a sus hijos cada vez más a estos expertos, incluso para los aspectos más delicados y personales de sus vidas, corriendo el peligro de auto-excluirse de la vida de sus hijos, ¡y esto es muy grave!".
Francisco recordó una anécdota personal: "Una vez, cuando estaba en cuarto de primaria, le dije una mala palabra a la maestra. Ella, una buena mujer, mandó llamar a mi mamá. Mi mamá fue al día siguiente, hablaron entre ellas y después me llamaron a mí. Mi mamá, delante de la maestra, me explicó que lo que había hecho era una cosa fea y me pidió delante de ella que le pidiera perdón a la maestra. Yo lo hice y me quedé contento, porque la historia se acababa ahí... Pero ese era el primer capítulo: cuando regresé a casa comenzó el segundo capítulo... imagínense ustedes", concluyó el Papa, dando a entender que su mamá lo había castigado.
"Hoy, si una maestra hace algo parecido, al día siguiente tiene a un padre o ambos quejándose con ella, porque los técnicos dicen que no hay que regañar así a los niños", reflexionó.
Los padres, pues, no deben auto-excluirse. "No hay duda –exclamó Bergoglio– de que ciertos modelos del pasado tenían límites, pero también es verdad que ciertas equivocaciones solo las pueden hacer los padres".
"La vida se ha vuelto avara con el tiempo para hablar; muchos padres están secuestrados por el trabajo y por otras preocupaciones", y también están en dificultades con "las nuevas exigencias de los hijos y con la complejidad de la vida actual". Se encuentra, pues, como "paralizados por el miedo de equivocarse".
El problema, con los hijos, "no es solo hablar, un 'dialoguismo' superficial no lleva a un verdadero encuentro de la mente y del corazón. Más bien tratemos de comprender en dónde los hijos están en su verdadero camino.
¿En dónde está verdaderamente su alma? ¿Lo sabemos? Y, sobre todo, ¿queremos saberlo?", afirmó Francisco.
Él concluyó: "La vida no se hace en el laboratorio, sino en la realidad. Lo mismo Jesús pasó a través de la educación familiar... ¡Cuántos ejemplos estupendos tenemos de padres cristianos! La buena educación familiar es la columna vertebral del humanismo. La educación familiar vuelve a encontrar orgullo de su protagonismo, muchas cosas mejorarán, para los padres inciertos y para los hijos desilusionados.
Es hora de que los padres y las madres vuelvan de su exilio, porque se han auto-exiliado de la educación de sus hijos, y de que vuelvan a asumir plenamente su papel educativo. Esperemos que el Señor nos dé esta gracia, de no auto-exiliarnos de la educación de los hijos, y esto solo lo pueden hacer el amor, la ternura y la paciencia".
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