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11/04/2016-"Lo fundamental es que el paciente tenga el diagnóstico y el tratamiento con control de su neurólogo porque a veces hay ajustes en la medicación que producen mejorías en el funcionamiento y si esto mejora, la persona se siente y se percibe mejor", precisó a Télam Cristina Pecci, socióloga a cargo de la Sección de Calidad de Vida del Programa de Parkinson, del Hospital de Clínicas dependiente de la Universidad de Buenos Aires.
Como es una enfermedad crónica, la posibilidad de mantener la calidad de vida "es la meta del tratamiento", precisó la experta, a cargo de talleres gratuitos del hospital que trabajan sobre distintos síntomas del paciente con Parkinson, una enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud la padece una persona mayor de 65 años cada 100.
"Y como la calidad de vida es un conjunto de cosas, tiene que haber equipos multidisciplinarios para poder atender las diferentes necesidades", continuó tras añadir que "la calidad de vida se tiene que ir acomodando a cada persona, cada uno tiene su termómetro interno de bienestar y además depende de la edad de la persona, en qué trabaja si es que trabaja, porque hay actividades que implican tener que reacomodarse".
Pecci destacó que en el curso de la enfermedad hay distintas etapas, y al principio el efecto es tan desolador que "uno asocia con 'bueno hasta aquí llegué' y hay mucha bronca y mucha pelea con lo que le pasa, uno se pregunta 'por qué a mi', pero después es como que se va aceptando y asimilando".
En este sentido, precisó que "uno tiene que ir aprendiendo qué es esta enfermedad y cómo convivir con ella, porque se logra un mejoramiento de la calidad de vida y a veces se puede mantener la calidad de vida", dijo.
El Día Mundial de la EP fue instaurada el 11 de abril desde 1997 por la Organización Mundial de la Salud en honor al nacimiento de James Parkinson, médico que describió por primera vez esta patología en 1817, y lo instauró "para que se tome conciencia, baje la discriminación, porque si se la lleva socialmente mejor no sufren por cuestiones sociales, no tienen que sufrir por vergüenza, eso no produce la enfermedad de Parkinson, eso lo produce la sociedad".
En este contexto, la socióloga precisó que "con los tratamientos actuales y con los progresos de la investigación científica y nuevas medicaciones, hay que tener la esperanza de que algo permita que se conviva bien con la enfermedad", y recordó palabras de una mujer que "al terminar una charla que dimos en el hospital en uno de estos días mundiales, me agarró la mano y me dijo: 'No sabia que eramos tantos', esa cuestión de aislarse perjudica muchísimo porque se pierden muchas cosas, se pierden de vivir, de vivir con otro ritmo". (TÉLAM)
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