INVESTIGACIÓN / MÁS ALLÁ DE LAS PARITARIAS
(U24) - Al procesar los datos de una encuesta realizada en octubre de 2016 entre docentes de cada curso del nivel secundario de todo el país que acompañaron a los alumnos de los últimos años de la escuela inicial y media a resolver las pruebas Aprender, Alejandra Cardini y Belén Sánchez, directora y coordinadora, respectivamente, del programa de Educación de CIPPEC rescataron en un informe especial online difundido ayer (20/03) que la mitad considera que “los bajos aprendizajes se deben a la falta de interés por los contenidos escolares y que los estudiantes abandonan la secundaria porque no consideran que terminarla sea útil para sus vidas”.
El reconocimiento del déficit educativo sobre todo en los niveles secundarios, expresado en las respuestas a un cuestionario sobre características, condiciones de trabajo, prácticas y creencias ratifica el contraste que viene reflejando el Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, en el sentido que de cada 100 niños que van la escuela pública desde 1er. grado, 30 terminan la secundaria, mientras que en el sistema privado esta proporción trepa a 69, es decir más del doble.
En un desayuno organizado por ASAP, el director de CEA, Alieto Guadagni, mostró el proceso de lento traspaso que, desde 2003, se manifiesta en que la currícula de la escuela privada aumentó un 17% contra un 11% de la estatal.
“Aunque se incrementa la cantidad de alumnos en la escuela pública, el sistema privado la supera en porcentajes. Este panorama desigual se acentúa en el nivel universitario: “de cada 73 alumnos universitarios provenientes del sistema de educación estatal solo 4 logran graduarse, mientras que de 27 provenientes de escuelas privadas, 10 llegan a conseguir el título”, destacó.
“Esta es la fractura social más grande que vivimos como Nación, porque tienen acceso a la educación aquellas familias que tienen recursos”, planteó en aquella oportunidad.
La prestigiosa investigadora Guillermina Tiramonti describió la semana pasada en una nota de opinión publicada en La Nación cómo se refleja esa suerte de discriminación a la pobreza en que deriva el sistema educativo del país en el acceso a las oportunidades laborales.
“La desocupación para quienes tienen secundaria completa es del 7% y para los que alcanzaron a completar el nivel universitario solo del 2%. Si se lee así, ir a la universidad te protege del desempleo. Si, en cambio, distinguimos los quintiles de ingreso, resulta que entre quienes pertenecen al quintil más bajo y tienen secundaria completa la desocupación es del 16% y entre los que terminaron la universidad la tasa sube al 17,6%. En el otro extremo de la escala social, entre los del quintil más alto, la tasa es del 2,5% con secundaria completa y del 0,6% con título universitario”, sentenció, con lo cual infiere que también existiría un prejuicio social por encima de cualquier certificación.
El reporte de CIPPEC, titulado "¿Qué sabemos de los docentes en Argentina? Datos nuevos, desafíos que persisten", fundamenta “la urgencia de reformar la secundaria y la carrera docente”.
Los docentes encuestados admiten la necesidad de repensar la propuesta educativa del secundario. Y cuando se les pregunta por las causas de los bajos aprendizajes de sus estudiantes, 54% de los del último año del secundario resaltan que sus estudiantes no sabían lo que debían haber aprendido en años anteriores, lo cual pone en tela de juicio la política que forzaba de cualquier modo un descenso en los índices de repitencia.
La compulsa mostró la preocupación de los educadores porque son pocos (4 de cada 10) los que se las arreglan con lo que ganan en una sola escuela y necesitan multiplicar horas de clase en otras durante toda la jornada, lo cual les resta posibilidades de comprometer seguimientos más intensos de la clase y personalizar los acompañamientos, según las necesidades de cada alumno.
El perfil de los docentes que respondieron la encuesta dio que el 88% en el nivel primario son mujeres. En el secundario, baja a 68%. Tienen en promedio 42 años, tanto en primaria como en secundaria. La mayoría acusó más de 10 años de antigüedad en la profesión.
En ambos niveles, pero especialmente en el primario, predominan los docentes formados en el nivel superior no universitario.
En la secundaria existe una proporción mucho mayor de profesionales con título universitario docente y no docente.
La gran mayoría continúa formándose tras obtener su título inicial. En 2016, el 79% de nivel primario y el 72% de secundario habían participado de acciones de formación continua.
ABANDONOS Y REPITENCIAS
La complicada situación del docente oficia de espejo en el que se reflejan los estudiantes, que cada vez en mayor número abandonan el secundario entre un año y otro: entre 2014 y 2015, de los alumnos que se inscribieron en el 11° año, el 21% no inició el 12° año.
Algo similar sucede con la repitencia y los abandonos intermitentes, sostiene el informe.
Opina la mayor parte de los docentes que la falta de interés por los contenidos escolares es mucho mayor en la secundaria que en la primaria.
Las investigadoras de CIPPEC interpretan en ese aspecto que, a pesar de la obligatoriedad desde la sanción de la Ley de Educación Nacional de 2006, la secundaria aún enfrenta serios desafíos para atraer, retener y graduar a todos los jóvenes.
Ponen de relieve que en la Argentina más de un 85% de la población que está en edad de asistir al nivel secundario lo hace, y que ello tornaría muy significativo el alcance de cualquier medida que se tome para este nivel.
Recuerda que la secundaria fue creada para seleccionar y preparar a una élite universitaria, pero su propuesta pedagógica no ha logrado flexibilizarse para habilitar trayectorias más diversas, afines a las características, intereses y proyectos de los estudiantes que hoy la transitan.
Reclama una propuesta educativa transformadora, más cercana a los intereses y preocupaciones de los jóvenes, más centrada en el acompañamiento y sostén de sus trayectorias y en el apoyo a la confección de proyectos de vida.
Desde otro ángulo, Guadagni lo expone como “la importancia de favorecer las carreras técnicas, ya que hoy, en Argentina, por cada 50.000 graduados en ciencias sociales solo se reciben 13 ingenieros hidráulicos y 47 ingenieros en petróleo”.
Sin embargo, hace hincapié el director de CENE en el daño social que ocasiona la que en los hechos se fue convirtiendo en “profunda discriminación contra los adolescentes más pobres”, que para colmo, remarca, saben poco: “De cada 100 niños, terminan la secundaria entre 40 y 42, cifra cierta pero engañosa, porque esconde una gran variable: en las escuelas privadas egresan 70 de cada 100, mientras que en las públicas solo terminan 30 de cada 100 de los que ingresan a primer grado”, se lamenta.
Puntualiza que “de los que abandonan, un altísimo porcentaje se concentra en los chicos más humildes. Si miramos las cifras por provincia, hay algunas como Misiones o Santiago del Estero donde casi todos los que van a escuelas privadas se reciben, mientras que de las estatales lo hacen un 10 o 15 %”.
La dispersión del trabajo docente en diferentes cursos y escuelas afecta la enseñanza y la calidad de vida de los profesores, tanto como las características con las que se formaron.
“Mientras en el nivel primario 99% de los encuestados tenía título docente, en el nivel medio solo 74% tuvieron formación pedagógica. Los profesorados de nivel secundario compiten con las carreras universitarias, que suelen ofrecer mejores perspectivas de desarrollo profesional. Por eso, para algunas disciplinas escasean los profesionales con título docente y se incorporan perfiles sin formación pedagógica”, sostiene el informe de CIPPEC.
La encuesta efectuada a los docentes al pie de las evaluaciones Aprender reveló que en el nivel primario el 69% se desempeña en una única escuela, 28% lo hace en dos y 2% en tres instituciones o más, con la particularidad de que el régimen de contratación en el nivel primario es por cargo de jornada simple o completa.
En cambio, en la secundaria, donde es por horas cátedra (salvo excepciones aisladas en algunas jurisdicciones), solo un cuarto de los docentes trabaja en una única institución. El 30% lo hace en dos y cerca de un tercio, en tres o cuatro. La proporción de quienes trabajan en cinco o más asciende a 12%.
La dinámica de los “profesores taxi”, que van de escuela en escuela a lo largo de su jornada laboral, reduce al mínimo las posibilidades de trabajo en equipo y mediante proyectos interdisciplinarios: dificulta el acompañamiento de las trayectorias de los alumnos y la personalización de la enseñanza; impide la presencia sostenida, necesaria para diseñar e implementar proyectos de mejora institucional junto a otros colegas; y acentúa el desgaste laboral de los docentes.
La contratación por hora cátedra limita la mejora de los aprendizajes y las propuestas de reorganización del secundario, afirman.
El otro efecto indeseado que tiene lugar es que, a medida que ganan experiencia, los docentes dejan el aula. La ausencia de alternativas horizontales de desarrollo profesional (por ejemplo, coordinar el equipo docente de una asignatura sin dejar de enseñar) obliga a muchos a asumir cargos administrativos o directivos para ascender y avanzar en su carrera.
Además, la formación para cargos directivos difiere de la pedagógica. En cuanto al acceso a los cargos, la antigüedad pesa más que los posgrados o la investigación pedagógica.
En consecuencia, los mejores maestros no son los que llegan a las escuelas que más los necesitan: las reglas de la carrera docente se desprenden de una normativa nacional de 1958 y provocan contradicciones en el sistema educativo.
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