OPINIÓN / DEBATIENDO EL AJUSTE
Por LUIS ALEJANDRO RIZZI: Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio / U24
“El buen plan económico debe ser políticamente viable y la buena política debe ser económicamente sustentable”.
Jaime Duran Barba.
Una vez más el gobierno equivoca el modo de encarar las cuestiones básicas que debió y debe enfrentar e intentar resolver.
¿Cuáles eran esas cuestiones esenciales?
La primera es la política propiamente dicha y la tarea era (y es) la de afianzar la institucionalidad republicana y adaptar el sistema representativo democrático a la realidad que nos toca vivir, cuestión que insinué en notas anteriores y que, esencialmente, consiste en avanzar en dirección a ese equívoco concepto que es el de “gobernanza”.
Esto significa que, antes que decidir, se debe persuadir y asumir el costo de esa tarea. Diría que sin persuasión no se puede ejercer el poder.
En este rubro el gobierno de Mauricio Macri se equivocó y ensayó un sistema hibrido que al final no fue ni gobierno ni gobernanza y está siendo descalificado por la sociedad, según lo muestran diversas encuestas que creyó que su virtud seria la gestión.
Visto a la distancia, posiblemente fue Isela Costantini quien tuvo claro ese concepto como modo de gestión en Aerolíneas Argentinas, pero el gobierno por vía de Guillermo Dietrich, un funcionario en mi opinión carente de idoneidad profesional para el cargo, prefirió el estilo de don Mario Dell Acqua, que hace culto al criterio del enojo.
La segunda cuestión fue (y es) la económico-social que el gobierno le restó importancia cuando asumió el 10/12/2015 y allí cometió un doble error.
< El primero aceptar el gobierno sin beneficio de inventario, al respecto antes que asumiera nosotros escribimos una nota que titulé “Hay que pasar el verano”.
< El segundo grave error fue el de no tener en cuenta que la herencia recibida no solo fue la del gobierno “K” sino décadas de malas praxis administrativas que impulsaron una cultura del gasto sin tener en cuenta cuales eran nuestras posibilidades reales de pago y una pésima distribución del ingreso que nos llevó a tener un muy alto porcentaje de pobreza e indigencia que abarca a un tercio de la población mas allá que los índices estadísticos la muestren entre un 25 y 30%.
La pobreza es una situación que excede un nivel de ingreso mínimo.
En las últimas décadas solo tuvimos tres o cuatro ejercicios con superávit fiscal, pero debemos reconocer que durante esos pocos años no se pagaron ni el capital ni los intereses de la deuda, luego de la jornada legislativa en la que se celebró la declaración de nuestra propia quiebra, sin dejar de lado nuestra inveterada costumbre de no cumplir en tiempo con los compromisos financieros asumidos, incluso con el FMI.
La tercera cuestión era nuestro aislacionismo internacional, que parecería estar bien encaminado y no cabe duda que, si bien seguiremos siendo insignificantes durante varios años más, el país está reingresando a ese mundo de las buenas relaciones vecinales.
La cuarta cuestión, aun no encarada es la política de defensa nacional que hoy parece más un gasto ocioso dado que nuestras fuerzas armadas sólo existen como sector burocrático antes que reserva del Poder nacional.
En mi opinión, éstas eran las prioridades que debía asumir el gobierno de Mauricio Macri y que postergó en el tiempo, salvo la cuestión internacional, por un sistema de hibridez política que lo está llevando a una crisis aun latente en el seno social.
Hoy el gobierno está enfrentado a una grave situación económico-social que se cansa de describir pero que no atina a enfrentar con decisión política y, a lo sumo, la considera un simple tema económico de suma y resta en el que hay que cortar gastos para equilibrar el resultado.
Erróneamente esta relegando la cosa en una suerte de “Ministro coordinador y afilador” de un cuerpo de verdugos que con sus afiladas cimitarras deberán comenzar a recortar gastos sin tener en cuenta con qué criterio se hará cada corte. No hay decisión política sino criterio meramente matemático o circunstancial.
Este tema del necesario ajuste de gastos e ingresos es político antes que económico y el gobierno debe explicar a la sociedad en general y a cada factor de poder en especial nuestro histórico estado de resultados sabiendo que un sector importante de la sociedad ya lo sabe aunque no le conviene reconocerlo que podría ser el famoso “círculo rojo” que en su momento también integró la familia Macri, entre otras por todos conocidas.
Se trata de una tarea de persuasión y consecuentemente de búsqueda de consensos mínimos que será muy dificultosa ya que habrá que trabajar sobre una parte importante de la sociedad que hace culto al repudio de las obligaciones, al traslado de las responsabilidades y un uso demagógico y por tanto abusivo del goce de los derechos.
Esta tarea de persuasión debe comenzar desde el vértice político que es el Poder Ejecutivo (y ejecutada desde cada área), pero esencialmente de lo que llamaría área de planificación que tendría que ser como una suerte de cerebro de lo que se da en llamar “proyecto de país”, hoy enredado en lo que hoy resulta superfluo y muy difícil de financiar proyecto del RER.
No se trata de corregir variables, tipo de cambio, tasa de interés, inflación y déficit, será imposible corregirlas de modo puntual sin una política de gobernanza idónea en sus distintas especialidades, economía, educación, salud, defensa, gestión, seguridad, etc.
Falta lo que llamaría una estética del ejercicio del poder.
El político debe tener algo de esteta.
La tarea de persuadir es ardua y compleja.
Exige sabiduría o cultura, paciencia, sentido de la caridad en cuanto se deberán desarmar creencias cultivadas desde los gobiernos precedentes, la escuela primaria, secundaria y universitaria, buen humor, esta tarea no se puede encarar con enojo a cara de culo.
Ortega decía, en la “Rebelión de las Masas”, “No hay cultura donde no hay normas a que nuestros prójimos puedan recurrir.
No hay cultura donde no hay principios de legalidad civil a que apelar. No hay cultura donde no hay acatamiento de ciertas últimas posiciones intelectuales a que referirse en la disputa”.
Lo que significa que si no se tiene en el debate, la discusión o el desencuentro circunstancial, la voluntad de ser verídico, intelectual y culturalmente se es un bárbaro y esta cualidad de “bárbaro” debemos reconocer se da en la mayoría de los funcionarios del gobierno y de la oposición en su sentido más amplio.
La vida creadora que necesitamos los argentinos es vida enérgica que hoy significa capacidad para generar consensos, capacidad para generar amistad y respeto con el poder.
De eso se trata. ¿Se podrá? ¿Nos interesa?
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