SOCIEDAD / OPINIÓN - PEQUEÑAS EDITORIALES
Quienes tenemos algunas décadas sobre las espaldas, hemos sido testigos de lo que se podría establecer como "La Grandeza y la Decadencia" de la educación argentina.
De encontrarnos en la cima, como país con mayor caudal educativo de América y muy bien posicionado en el contexto mundial, actualmente descubrimos que estamos al borde de transformarnos, en una nación, con un elevado índice de analfabetismo, con el valor agregado, de una ignorancia progresiva.
La responsabilidad -que no se delega, sino que se asume- la cabe tanto a las políticas del estado, en todos sus estamentos, como también a funcionarios, directivos, representantes sindicales, docentes, padres y alumnos.
El nivel de preparación actual, es tan pobre en sus contenidos -especialmente en establecimientos técnicos-, que sumado a la obediencia de aprobar, a como de lugar, se privilegia la cantidad por encima de la calidad.
Aquellos docentes, cuya vocación nunca fue cuestionada, hoy se encuentran perseguidos, ninguneados y hasta separados de sus horas cátedra por el simple hecho de ser exigentes en impartir conocimientos acusándolos, de tener 'muchos' alumnos desaprobados.
Este es un pequeño resumen de lo que está ocurriendo, y seguirá sucediendo, si no se toma el toro por las astas a fin de efectuar un cambio de rumbo de manera urgente.
La falta de motivación, en los alumnos, es premiada con un plus económico.
La negación a la cultura del trabajo se incentiva con planes sociales. Nuestra historia -no la de ellos- contempla hitos donde, la única premisa de progreso, era la Educación.
"Alpargatas sí, libros no..."
"...Lo mismo un burro que un gran profesor..."
‘Educación, pública, paupérrima para todos... Elitista, privada, para quienes tienen relación con los sectores de poder...’
‘Ignorantes al poder... Inteligentes, abstenerse’
F. B. P.
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