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LA GOMA DE MASCAR Y SU MERCADO
La goma de mascar (chicle) era, en sus comienzos, un producto natural que se obtenía en México —principalmente por los indígenas de la península del Yucatán—, a partir del látex del árbol chicozapote; este árbol americano es del tipo sapotáceo y produce, además del látex, un fruto en drupa, semejante a la manzana, de pulpa exquisita.
Los antiguos aztecas utilizaban el látex natural o chicle como base para conseguir una sustancia gomosa. Las mujeres, en particular, utilizaban esta goma para mejorar su aliento. A pesar de que en México se utilizaba el chicle desde tiempos muy antiguos, no cabe duda que la goma de mascar tuvo su máxima difusión cuando los estadounidenses la adoptaron como artículo de consumo ordinario.
La introducción del chicle en Estados Unidos data, según parece, de los tiempos del célebre general mexicano Antonio López de Santa Ana (1837-1872), que, astutamente, sorprendió a los estadounidenses vendiéndoles una partida de látex de la Hevea (caucho), unas veinte veces más caro que el primero, asegurándoles que de él podían obtener caucho.
En el asunto intervinieron un tal Thomas Adams y un farmacéutico de Hoboken (Nueva Jersey), que cayeron en la cuenta de su verdadera aplicación como goma de mascar, ya que superaba netamente a la entonces popular cera de mascar.
A principios del siglo, aparece una goma de mascar hinchable —aunque líquida y pegajosa— y, en 1928, la primera goma de mascar hinchable en pastilla sólida, convenientemente aromatizada con menta. Este último producto se hacía ya con una base sintética.
El chicle actual se compone, en términos generales, de un 20% de base gomosa, un 20 % de jarabe de maíz, y un 60 % de azúcar de remolacha o de caña (sacarosa).
Para fabricarlo, primero se muele la base de goma, y se extiende sobre unas bandejas, que se exponen en un recinto por el que circula una corriente de aire muy caliente, para extraer la humedad; a continuación, el material se funde, se purifica, se esteriliza y se filtra.
La composición de la goma base puede diferir de un fabricante a otro y, aun dentro de un mismo fabricante, de una calidad o tipo a otro. En general, se puede decir que la goma básica se compone de un 40 % de látex natural (principalmente, de chicozapote, junto con otras resinas y gomas sudamericanas y orientales), un 50 % de gomas (SBR, etc.) y resinas (acetato de polivinilo) sintéticas, un 8 % de carbonato calcico, y un 2 % de otros productos, como ceras, grasas, etc.
La goma base, en estado de consistencia siruposa, se vierte en grandes mezcladoras, y se le agrega el azúcar en polvo, el jarabe de maíz y los aromatizantes. Una vez bien mezclado todo, se trabaja el producto en amasadoras, para que adquiera una fina textura.
A continuación, la masa se “lamina” a través de unos rodillos, para conseguir una cinta de 45 cm. de ancho por 5 cm. de espesor. Nuevos rodillos reducen este espesor al deseado para la pastilla de que se trate. Después, se corta la cinta en planchas cuadradas de 45 cm. de lado, y se moldea a presión (se estampa) la forma y dimensiones definitivas de la pastilla.
Luego, se recubren con azúcar en polvo, para evitar que se aglomeren, y, por último, se introducen en cámaras acondicionadas, y se dejan reposar durante algún tiempo. Todas las operaciones de empaquetado también se llevan a cabo en salas con aire acondicionado, y dé una forma enteramente mecanizada.
Este empaquetado suele realizarse con papel de estaño, papel encerado y papel de celofán, y, encima de ellos, un papel con el nombre comercial, dibujos, etcétera. Ya en la década del 70 en Estados Unidos, según la revista “Industrial and Engineering Chemistry”, se vendía chicle a razón de 30O millones de dólares al año; más del 40 % de esta cifra se debe a una sola empresa.
El 85 % de las ventas anuales se lo reparten tres empresas. Si se pusieran una detrás de otra todas las pastillas de goma que consumen los estadounidenses en un año, podría completarse con ellas la órbita que describe la Luna alrededor de la Tierra.
Ello supone que cada estadounidense consume más de 2,00 pastillas al año; durante la última guerra, el consumo por habitante se elevó a 620: pastillas anuales.
ARGENTINA: El mercado de las gomas de mascar factura en Argentina alrededor de 1.500 millones de pesos por año y en las variantes de los chicles para adultos las ventas llegan a 473 millones de packs anuales en todas las marcas, según un informe de la consultora de consumo masivo Nielsen. Los recuerdos de la infancia incluyen los inolvidables Bazooka con gusto a frutilla, historieta incluída y la posibilidad de estirarlos y hacer globos. En la adolescencia, las variantes de los Bubaloo son las preferidas.
MÉXICO: Según datos de la empresa Kraft Foods, México es el segundo país a nivel mundial en consumo de gomas de mascar. En el país azteca se consumen más de 92 mil toneladas de chicles con un valor de mercado de US$ 420 millones anuales, por lo que el consumo promedio del mexicano es de los más altos en el mundo sólo superado por EEUU.
ESPAÑA: Cada español masca un centenar de chicles al año. Una proporción elevada respecto a China —donde solo se consumen entre 20 y 30—, pero que todavía puede estirarse, sobre todo si se toma como referencia Estados Unidos, donde ese gasto llega hasta los 180 anuales.
Fuente Consultada: Enciclopedia de la Ciencia y la Tecnología – TECNIRAMA N°99 El Mercado de la Goma de Mascar
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