Por CARLOS
DEL FRADE
Fitzgerald reveló que el asesino le dio un sobre para que entregara a las autoridades y luego le exigió que se fuera a un rincón del aula. Una nueva matanza en una escuela. En la tarde del primero de octubre, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, Premio Nobel de la Paz en octubre de 2009, a menos de ocho meses de haber asumido semejante cargo, le habló a su país.
"De alguna manera, esto se ha convertido en una rutina, las informaciones son rutinas, mis reacciones aquí en este podio son una rutina, y lo es la conversación posterior…también se ha tornado una rutina, por supuesto, la respuesta de aquellos que se oponen a cualquier tipo de legislación sobre armas que tenga sentido común…como ya he dicho hace un mes, y lo he dicho unos meses antes de eso, y también cada vez que esto pasa, nuestros pensamientos y oraciones simplemente no son suficientes.
Eso no es suficiente…Hay aproximadamente un arma de fuego por cada hombre, mujer y niño. ¿Cómo es que alguien puede argumentar que más armas nos tornan más seguros?", dijo el presidente del imperio.
Agregó que es necesario que el Congreso discuta algún tipo de legislación de control de armas, al mismo tiempo que remarcó que en la última década, más estadounidenses murieron víctimas de actos de violencia armada en el país que en "actos de terrorismo".
Para Obama, la noción de que la constitución prohíbe cualquier regulación sobre uso de armas "no tiene sentido". Sin embargo, el presupuesto militar dedicado a la producción de armas, votado por el Congreso de los Estados Unidos y firmado por el presidente, el mismo Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, muestra un nivel obsceno de inversión estatal en la multiplicación de armas.
De acuerdo al sitio Global Firepower, el presupuesto de defensa de Estados Unidos es de 612.500.000.000 de dólares, mientras que Rusia, el segundo ejército del planeta, tiene un presupuesto casi diez veces menor.
Semejante cantidad de dinero destinado a renovar la maquinaria bélica necesita de guerras convencionales, por un lado, y matanzas cotidianas, por el otro. No es casual que las principales cinco vías de acumulación de dinero del capitalismo desde hace medio siglo, según estiman las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, sean el petróleo, la venta de armas, los medicamentos, el narcotráfico y la trata de personas.
Todos, sin dudas, negocios paraestatales. De tal forma que el país más poderoso del planeta, los Estados Unidos, desde el gobierno del propio Obama, alienta y promueve la producción de armas, muchas de las cuales son usadas en esas masacres internas.
La verdadera rutina, entonces, es gastar miles de millones de dólares para crear nuevas masacres en distintas geografías, no solamente de la cápsula espacial sino también fronteras adentro del país del norte. La verdadera rutina, en conclusión, continúa siendo decir una cosa y hacer otra.
En la película “El señor de la guerra”, el protagonista, interpretado por Nicholas Cage, termina diciendo que el mayor traficante de armas del mundo es el presidente de los Estados Unidos y que serán ellos, los vendedores de estas máquinas de matar, los que heredarán la Tierra.
El presupuesto de cada año demuestra que, más allá de las conmociones que producen masacres como la de Oregon, el negocio del sistema y del gobierno de los Estados Unidos es producir cada vez más armas, la verdadera rutina de la que no habló el Premio Nobel de la Paz de octubre de 2009.
Fuentes: Infobae, 6 de octubre de 2015; “La Nación”, 1 de octubre de 2015; informe del Global Firepower, febrero de 2015; “El señor de la guerra”, película que se puede observar por Youtube y sitios de las Naciones Unidas.
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