(Foto: DICYT) |
MADRID (Agencia CYTA-Instituto Leloir/DICYT). Por primera vez, un equipo de investigadores identificó una región del cerebro cuya evaluación podría ayudar a detectar en forma temprana el desarrollo de la enfermedad de Parkinson.
“El avance también puede servir para mejorar el tratamiento de déficits no motores”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir el líder del estudio, el doctor Agustín Ibañez, investigador del CONICET y director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (LPEN) de INECO, en Buenos Aires, Argentina.
El trabajo, publicado en Scientific Reports, se basa en el concepto de “embodied cognition”, es decir, que las acciones y las estructuras cerebrales motoras están asociadas al lenguaje de acción.
Por ejemplo, cuando se piensa o se escucha la palabra “saltar”, se activa la corteza motora como si saltáramos y ello facilita la comprensión lingüística.
Los investigadores razonaron, entonces, que el lenguaje de acción (que puede ser evaluado con simples ejercicios mentales y verbales) va a estar afectado en la enfermedad de Parkinson, dado que es una patología motora.
Para poner a prueba la hipótesis, Margherita Melloni y otros investigadores del laboratorio del doctor Ibañez realizaron exámenes a 14 pacientes con parkinson en fase temprana y a un grupo control de 13 voluntarios sanos.
Todos los participantes fueron evaluados con estudios de neuroimágenes, técnicas que determinan la conectividad cerebral cortical y pruebas de psicología experimental.
En el estudio, los científicos comprobaron, por primera vez, que la atrofia temprana en los ganglios de la base (la estructura subcortical que primero se afecta en el parkinson) se vincula con alteraciones en las redes corticales asociadas al lenguaje de acción.
“Existe una conexión directa entre la afectación motora y los déficits no motores, los cuales podrían ser detectados, caracterizados y tratados tempranamente”, señaló Ibañez, quien también es co-director del Núcleo UDP-Fundación INECO para las Neurociencias.
Las implicaciones clínicas y teóricas del hallazgo, agregó Ibañez, también podrían ser extrapoladas a otras patologías que implican daños en los ganglios basales, como el huntington.
Y también en otras enfermedades motoras, como la esclerosis lateral amiotrófica, la ataxia o la degeneración corticobasal. En el estudio también participaron investigadores de la Universidad Favaloro, de la Universidad Nacional de La Plata, de la Universidad de Antioquia (en Colombia) y del Centro Australiano de Excelencia en la Cognición y sus Desordenes.
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