DEPORTES / FÚTBOL
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). 31 años de sequía impedían que toda una generación de 'leones' supieran qué se siente cuando tu equipo levanta una copa.
Esa deuda ha quedado saldada de forma hermosa una noche de agosto en el Camp Nou.
En el Camp Nou y ante el Barça de Messi, que todo hay que decirlo. Quizás una Supercopa de España parezca poca cosa para un Athletic que había desperdiciado cinco finales en los últimos años, pero la entidad del rival y la forma de lograrlo dan un valor añadido a este título.
El triunfo rojiblanco corta de paso la triunfal racha de un Barça que no podrá ya repetir el 'sextete' de 2009. El 4-0 de la ida fue una losa demasiado pesada para un equipo en pleno rodaje y con bajas sensibles.
La primera parte tuvo el arranque previsto, con un Barça en tromba que fiaba buena parte de sus opciones a sacar rédito de este arreón inicial.
Pedro tuvo la primera ocasión, segundos antes de que Piqué se topara con el larguero en una de esas jugadas que definen el devenir de un encuentro, pues un tanto de los azulgranas tan pronto quizás hubiera hecho dudar a los 'leones'.
Un athletic que, es justo recalcar, saltó al Camp Nou con las ideas clarísimas. El plan no difería demasiado al del encuentro de ida, con un equipo muy presionante que buscaba cortocircuitar el fútbol de tiralíneas del Supercampeón de Europa.
Un objetivo que logró en gran medida, pues Messi chocó con un muro en cada una de sus temidas arrancadas y Luis Suárez no pudo casi nunca desembarazarse del celoso marcaje de los aguerridos centrales rojiblancos.
Por lo tanto, el conjunto azulgrana no podrá repetir el pleno de títulos logrado por el Barça de Pep Guardiola en el año 2009. Después de haber conquistado la Copa, la Liga, la Champions y la Supercopa de Europa en los últimos meses, la Supercopa de España se resistió, y voló hacia Bilbao, donde será recibida con los brazos abiertos tras 31 años de 'sequía'. Los 'leones' se proclamaron campeones en el Camp Nou con todo merecimiento.
El 4-0 de la ida dejaba la eliminatoria prácticamente imposible para el Barça. Nunca en la historia pudo el equipo azulgrana remontar un resultado así. Por más que en los días previos jugadores y técnicos alentaran a la 'gent blaugrana' con mensajes esperanzadores, ganar esta Supercopa se presumía como poco menos que un milagro.
Y éste no llegó, por más voluntad y ganas que le pusieran Piqué, Iniesta, Luis Suárez y el resto de sus compañeros.
El reto era difícil, y más ante un rival con la solidez y calidad que mostró el Athletic a lo largo de los 180 minutos.
Los de Ernesto Valverde volvieron a ser un muro casi impenetrable en el Camp Nou. Y el Barça, justo de fuerzas en un inicio de temporada tan exigente, duro y maratoniano como este, fue incapaz de derribarlo: los tres partidos -con viajes a Georgia, donde se ganó la Supercopa de Europa al Sevilla en la prórroga, y a Bilbao incluídos- en apenas siete días se pagaron muy caros. Y más a estas alturas, con tan poco rodaje a cuestas.
Físicamente, el equipo aún está muy verde.
El Athletic capeó sin problemas las embestidas de un rival que notó su falta de frescura. Bien replegados en defensa, los vascos no corrieron riesgos. Y, sin espacios, al Barça le costó crear ocasiones de peligro. Igual que en la ida. Y no fue por falta de ganas. El Barça buscó el gol desde el primer momento.
Pero Gorka Iraizoz apenas tuvo que intervenir. Pedro, en el 6', y Piqué, con un remate a bocajarro al larguero en el 7', le dieron los primeros avisos.
Los de Luis Enrique, sin chispa y con pocas ideas, intentaron poner cerco a su rival a base de pases largos y de colgar balones al área. Pero su estrategia no funcionó ante un rival tan ordenado.
Messi, rezagado en la media, muy atrás y escorado a la derecha, se sintió como pez fuera del agua tan alejado del área. Intervino muy poco. E Iniesta trataba de poner orden, pero el juego del Barça era lento y previsible. El desgaste físico y el cansancio de los locales era evidente. Y, como en la ida, el Athletic supo sacar partido de ello con su mejor arma: el contragolpe. En uno de ellos, Eraso estuvo a punto de marcar el 0-1, pero su remate se estrelló en el lateral de la red (37').
El gol de Messi al filo del descanso dio esperanzas a los culés.
El argentino marcó el 1-0 rematando a bocajarro una asistencia de Luis Suárez con el pecho tras un gran buen centro de Rakitic desde la derecha (43'). Instantes después, el árbitro, Velasco Carballo, inició su carrusel de desatinos amonestando a Pedro por protestar una pérdida de tiempo del meta Gorka Iraizoz, que había impedido a los azulgranas recoger el balón del fondo de la portería.
El colegiado madrileño puso la guinda añadiendo sólo un minuto de tiempo añadido antes del descanso.
En la reanudación, el panorama empeoró. El Barça quería, pero no podía. Y en su búsqueda desesperada de goles, descuidó su retaguardia. Bravo evitó el empate desbaratando dos peligrosísimos remates de Susaeta (54') y De Marcos, que dejó en evidencia a Mathieu en el carril izquierdo (55').
Pero la acción que marcó el desenlace final fue la expulsión de Piqué, que vio la roja directa en el 56' por protestar al juez de línea otro peligroso ataque rojiblanco. Velasco Carballo, puntilloso, no lo dudó ni un instante y lo echó a la calle.
Y el Barça se quedó con diez durante la última media hora.
Gerard Piqué vio la roja directa y dejó al Barcelona con un jugador menos en el minuto 55 después de una airada protesta al asistente de Velasco Carballo, al que reclamaba fuera de juego en una ocasión de Aduriz que salvó Bravo.
Según el acta del encuentro, Piqué se dirigió al asistente gritándole: "Me cago en tu puta madre".
Por este motivo, Velasco Carballo mostró el camino de los vestuarios al central azulgrana, aunque las imágenes de televisión no recogieron el momento de esos insultos.
Para entonces, la remontada era ya una utopía, aunque el Barça siguió insistiendo. Gorka Iraizoz evitó el segundo en otro mano a mano con Pedro (57'). Instantes después, Rakitic estrelló un remate en el lateral de la red (58').
Inasequible al desaliento, Luis Enrique quemó sus naves dando entrada a otros dos delanteros: los canteranos Sandro y Munir, en lugar de Rakitic y Pedro.
La apuesta a todo o nada tampoco dio resultado. Y el Athletic, en superioridad numérica, aprovechó el desbarajuste defensivo local para empatar. Aduriz se quedó completamente solo ante Bravo aprovechando un auténtico boquete defensivo -Mathieu y Mascherano quedaron 'retrados'- y, a la segunda -el chileno despejó su primer disparo- no perdonó (1-1, 75'). El ariete vasco, 'héroe' tras su 'hat-trick' de la ida, volvió a ver puerta en el Camp Nou.
El último cuarto de hora fue ya un trámite para los de Valverde. Su único sobresalto fue la expulsión de Kike Sola por dar un plantillazo a Mascherano ya casi al final (85'). Velasco Carballo, quizá para compensar la roja a Piqué, lo envió a la caseta. Algo que, lógicamente, no enturbió la alegría del Athletic que, 31 años después, volvió a conquistar un título.
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