MACRI / VIDAL |
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Wharton Universia). El pasado 25/10, Argentina dijo adiós a 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo, primero con la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) y luego con la de su esposa Cristina Fernández (diciembre 2007-2015), con motivo de las elecciones presidenciales celebradas en el país.
La Presidenta no podía presentarse a un 3er. mandato consecutivo por ley, así que al peronismo que ella representa solo le quedaba esperar que se confirmaran las previsiones de las encuestas, que soplaban a favor del candidato oficialista Daniel Scioli, con la única duda de si éste obtendría el 45% de los votos o el 40% y una diferencia de 10 puntos sobre su principal adversario, el conservador Mauricio Macri, para evitar la 2da. vuelta o balotaje.
Pero, como en otras ocasiones, las encuestas erraron en sus previsiones y la igualdad fue máxima: Scioli obtuvo el 36,8% y Macri el 34,3% de los votos, mientras que el 3er. lugar lo ocupó, con un 21,34%, el peronista disidente Sergio Massa, de cuyo porcentaje tendrán que arañar votos los 2 candidatos finalistas para la contienda electoral del próximo 22 de noviembre.
“El empate técnico fue un terremoto político”, destaca Guido Sandleris, decano de la Escuela de Negocios y Director del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato di Tella. Especialmente, añade,“porque estuvo acompañado de una derrota del oficialismo en la principal provincia del país, Buenos Aires, gobernada por Daniel Scioli.
El peronismo gobernaba esta provincia desde hace 28 años”. Por tanto, Sandleris califica el triunfo del PRO (Propuesta Republicana) de Macri en esta provincia, de histórico. “Es probable que uno de los determinantes de la derrota del peronismo en Buenos Aires haya sido que Aníbal Fernández, el candidato a gobernador, era un muy mal candidato. Era el Jefe de Gabinete de Cristina Fernández y estaba manchado por denuncias de narcotráfico”.
En cuanto a las perspectivas de cara al balotaje, Sandleris cree que el hecho de que Scioli no haya sumado votos prácticamente desde las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias) del 9 de agosto hasta esta 1ra. vuelta y el fuerte crecimiento del candidato opositor, Mauricio Macri, “hacen que este último haya pasado a ser ahora el front-runner. Es difícil pensar en escenarios que puedan detener su ascenso”.
Massa, convertido ahora en figura clave de la 2da. vuelta de las elecciones, tampoco ha ofrecido su apoyo explícito a Scioli, todo lo contrario, en sus declaraciones públicas ha asegurado que “el pueblo argentino no quiere continuidad”, en referencia a su claro deseo de cambio político, y que “mientras Scioli no sea el líder de su fuerza política no puede gobernar”, sugiriendo que no puede ofrecerle su apoyo mientras Cristina Fernández siga, a su juicio, dirigiendo el peronismo desde la sombra.
Sin lugar a dudas, todo un jarro de agua fría para las aspiraciones de Scioli. Por su parte, los mercados interpretaron y celebraron el sorpresivo resultado, así como la perspectiva de la victoria final de Macri, con enorme alegría. Al conocerse el resultado electoral, las acciones de las empresas argentinas que cotizan en las bolsas de Buenos Aires y Nueva York se dispararon a niveles que rondaron el 25%, para moderar sus subidas a lo largo del día y cerrar de forma extraordinaria la sesión con alzas del 17,2% y del 20,4%, respectivamente.
Los bancos y las eléctricas liberaron las subidas. Los bonos, por su parte, registraron alzas del 10,1% en el ámbito local y del 3% en el exterior. Sin embargo, el optimismo duró poco y al día siguiente se produjo una corrección de los precios de las acciones porque, según los analistas, a pesar de las perspectivas de cambio político, los desequilibrios macroeconómicos no han desaparecido.
LUCES Y SOMBRAS DE LA HERENCIA KIRCHNERISTA
Independientemente de quién acabe siendo el inquilino de la Casa Rosada, si Scioli o Macri, los expertos coinciden en señalar que el Presidente que asuma el próximo 10 de diciembre tendrá que enfrentarse a la herencia del kirchnerismo.
En concreto, a la última etapa del Gobierno de Cristina Fernández que, según Sandleris, deja una economía trabada. “La economía argentina está estancada desde hace 4 años y junto a Venezuela es el país de la región que menos ha crecido en este período. Tiene también una de las inflaciones más altas del mundo (cerca de 25% en 2015) y la pobreza ha vuelto a crecer”, asegura.
Las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional indican que la economía argentina crecerá un exiguo 0,4% este año, frente al 0,5% de 2014, y podría contraerse un 0,7 % en 2016.
Por otro lado, el país tiene un enorme déficit fiscal, que podría superar el 6% del PIB este año, una fuerte emisión monetaria y unas reservas de unos 27.700 millones de dólares o un 40% menores que cuando la presidenta asumió el poder.
Rafael Pampillón, profesor de Economía de IE Business School, destaca que los 12 años del kirchnesismo no han sido todo sombras. El profesor señala que los primeros gobiernos de la etapa kirchnerista tuvieron años de crecimiento muy fuerte como consecuencia de los altos precios de las materias primas, lo que permitió que el Estado“ingresara mucho por las exportaciones (sobre todo de soja), subiera los salarios, hiciera gasto público, otorgara subvenciones y cuidara de los más pobres”.
Los datos de los primeros años de Gobierno kirchnerista son espectaculares, creciendo en la etapa de Néstor a un promedio del 8,7%, lo que favoreció el aumento del empleo y una reducción sustancial de la pobreza.
Sin embargo, a partir del año 2005, Pampillón señala que “el fuerte intervencionismo en la economía, como consecuencia del inicio del descenso de los precios de las materias primas, de que el déficit público iba aumentado, empieza a pasarle factura [al peronismo]”.
Pampillón destaca que el intervencionismo hizo incluso mella en el sector más competitivo de la economía argentina, el agrario, que había logrado grandes avances gracias a “que los terratenientes habían ido repartiendo a lo largo de los años sus tierras entre sus hijos, había habido nuevos entrantes a través de la compra de tierras y la incorporación de nuevas tecnologías”. Y señala que el kirchnerismo puso aranceles a la exportación “para poder ingresar a través del impuesto a la exportación.
Como consecuencia de ello, se llegaron a abandonar algunos cultivos porque su siembra no compensaba económicamente”. Por otro lado, el profesor del IE añade que el Gobierno también mostró una “fuerte hostilidad a la inversión extranjera, sin olvidar la falta de la independencia de la justicia, de libertad económica, o la corrupción”.
DESTRABAR LA ECONOMÍA
El problema es que, hoy en día, ante la fuerte caída de los precios de las materias primas, el desaceleramiento de la economía de Brasil, su principal socio comercial en la región, y la insostenibilidad de las políticas públicas de ayudas y subsidios sociales, que los principales candidatos ya han sugerido que podrían eliminar, empiezan a aflorar problemas muy serios.
El principal es que Argentina no puede acudir a los mercados internacionales de deuda para financiarse como consecuencia de los impagos del año 2001, cuando el país protagonizó la mayor cesación de pagos de la historia, y del 2014, cuando decidió no pagar a los llamados “fondos buitre” o holdouts, es decir, los acreedores que no aceptaron la reestructuración del pago de la deuda con la intención de cobrar el 100% del valor prestado.
Sin duda alguna, los candidatos son conscientes de que entre sus principales prioridades está hacer frente al pleito judicial de deuda pública, así como acabar con las restricciones cambiarías impuestas por Cristina Fernández en 2011 con el objetivo de evitar la fuga de capitales, lo que exacerbó el mercado negro de divisas, redujo la inversión extranjera, e incrementó los problemas para importar. Hasta ahora, el país ha recurrido a sus reservas internacionales para pagar su deuda externa y las importaciones, pero las arcas están bajo mínimos.
Los expertos consideran que la solución del déficit externo pasa por una devaluación del peso argentino que vuelva a mejorar su competitividad, lo que, sin embargo, supondría aún más inflación y un mayor empobrecimiento de los argentinos.
En concreto, la Universidad Católica Argentina ya estima que el 29% de la población sufre el azote de la pobreza, aunque el Gobierno estime que ésta es inferior y la sitúe en el 5%. Acabar con el intervencionismo y la manipulación de los datos que, según los analistas privados entregan organismos oficiales como el INdEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), encargado de elaborar los índices de pobreza o de inflación, es algo que también tendrá que afrontar la nueva administración que salga de estas elecciones.
Por tanto, el gran reto económico para el próximo Gobierno, según Sandleris, es destrabar la economía para que pueda desarrollar su potencial. “Esto requiere como primer paso volver a tener una macroeconomía normal, con baja inflación, con reservas en el Banco Central, con acceso a los mercados internacionales, con menos restricciones a la inversión y el comercio”.
Pampillón considera que Macri es quien lo tiene más fácil para dar un giro a la situación, “porque no tiene que cargar con ninguna herencia anterior, puesto que el candidato oficialista cuenta en sus filas con gente procedente del kirchnerismo”.
El profesor del IE considera que el proceso de cambio va a ser duro. “Ahora viene un proceso de ajuste, donde el nuevo Gobierno tendrá que depreciar mucho el tipo de cambio, introducir más competencia, por lo que toda industria que se creó alrededor del proteccionismo sufrirá o tendrá que cerrar porque dejará de ser competitiva.
Sin embargo, también es cierto que las exportaciones aumentarán mucho porque se depreciará el tipo de cambio cuando se liberalice el mercado de divisas, lo que hará que las exportaciones argentinas aumenten”.
Pampillón añade que es posible que, en los dos primeros años del nuevo Gobierno, “haya más desempleo, también será necesario equilibrar las cuentas públicas, etc., pero en los dos últimos de legislatura obtendrá la renta y los beneficios de los dos primeros, que estarán justificados por la opinión pública porque todo el mundo sabe que este sistema económico no podía continuar”.
Hasta el 22 de noviembre, el escenario futuro permanece abierto, incluso para Cristina Fernández, a la que algunos ven ya liderando la oposición u optando a la Presidencia en 2019.
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