domingo, 28 de febrero de 2016

A HORAS DE UN DISCURSO ESPERADO Y EL INICIO DE UN CONGRESO 'CALIENTE'

POLÍTICA / IMPORTANTE MARTES 01/03 



por CLAUDIO M. CHIARUTTINI 

Gran expectativa hay en círculos económicos y políticos por el mensaje que dirigirá Mauricio Macri para abrir las Sesiones Ordinarias del Legislativo, en especial, porque desde el pasado 10/12/2015, el escenario político y económico es totalmente diferente al existente con Cristina Fernández de Kirchner en el poder; y muchos esperaban que el contexto sería diseñado totalmente por el PRO a estas alturas de la gestión. 


El primer dato es la notable pérdida de poder que sufrió Cristina en estos casi 3 meses, erosión que quedó demostrada en el Congreso Nacional del Partido Justicialista, donde La Cámpora fue relegada a una posición de tal minoría (sólo le ofrecieron un cargo en la Junta Electoral) que resolvió no aceptarla, por lo cual, su capacidad de veto y armado en la lista de unidad o listas que compitan en la interna partidaria fue anulado.

La Cámpora confía que su carta ganadora sea la cantidad de afiliaciones que viene sumando desde hace casi 2 meses, dado que en la famosas “Plazas del Pueblo” y en algunos lugares estratégicos (como universidades, sindicatos o municipalidades) se han colocado gran cantidad de mesas para convertir la frustración de la derrota en militancia que pueda movilizar para imponer listas propias y controlar al peronismo.

La jugada del kirchnerismo es obvia: Intentará colocar algunas de sus figuras en posiciones estratégicas... si hubiera lista de unidad, pero si hay varias listas, espera imponerse por la fuerza de la movilización. Por lo menos, eso es lo que diseñaron en sus eternas elucubraciones... pero la realidad de un peronismo en ebullición puede ser muy diferente.

Por ejemplo, el kirchnerismo ha quedado totalmente aislado en el Senado y hay dudas si podrá evitar nuevas fugas de legisladores en la Cámara de Diputados.

Recurriendo a conceptos de Giovanni Sartori, su “poder de chantaje” ha sido virtualmente eliminado, lo que no implica que no vayan a hacer todo lo posible por entorpecer el tratamiento de los proyectos de ley que presente la Casa Rosada o sus ocasionales aliados.

El mayor activo del kirchnerismo sigue siendo Cristina, pero el comienzo del “tour” judicial de sus funcionarios, más la reciente citación a indagatoria realizada por el juez federal Claudio Bonadío (a las que se sumarán otras en los próximos días), hacen que la mayor preocupación de la ex Presidente de la Nación y sus antiguas“espadas” sea mantenerse fuera de la cárcel antes que andar imaginando trapisondas políticas; por lo menos, mientras que Mauricio Macri mantenga algo de imagen positiva.

También a diferencia de los análisis que se realizaban antes y después de la elección de Mauricio Macri como Presidente de la Nación, el PRO ha comenzado a articular una potencial “alianza” legislativa con algunos sectores del peronismo, el massismo y el radicalismo.

Por ahora, este armado inicial le ha permitido a la Casa Rosada obtener la aprobación de los 11 Decretos de Necesidad y Urgencia que firmó Macri en sus primeros 80 días en el poder, aunque tuvo que pagar un alto costo.

Desde el 10/12/2015, el camino de armado del PRO le ha permitido a Sergio Massa volver a tener un protagonismo fuerte en el escenario político y, en el fondo, él ha comenzado a actuar como “facilitador” delas gestiones del propio Mauricio Macri a nivel nacional y de María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires.

Nada mal para un ex intendente y ex Jefe de Gabinete que quedó 3ro. en una elección presidencial, en especial, si lo comparamos con otros que salieron en esa misma posición en elecciones pasada, desde el regreso de la diferencia.

En la Apertura de Sesiones Ordinarias, Macri debe comenzar a mostrar “el plan”. En su presentación ante la Asamblea Legislativa, el Presidente de la Nación fijó 3 prioridades para su gestión.

Una fue recuperar el diálogo político y la construcción de consensos. Sin duda, se dieron decididos pasos en este sentido. Se respira otro aire.

Los otros 2 ejes de la gestión que prometió Mauricio Macri fue el combate al narcotráfico y el logro del “hambre 0”.

Por ahora, de ambas metas poco y nada se ha conocido; sólo por eso están en deuda con los legisladores y con la opinión pública. Pero, además, deberá dar claras señales del futuro económico, social e institucional de la Argentina.

Hasta ahora, el Gobierno se ha fijado metas operativas, claves pero operativas al fin, como pueden ser la eliminación de los cepos cambiario e importador, el sinceramiento del tipo de cambio, la avanzada negociación con los holdouts, la obtención de dólares frescos para fortificar las reservas, intentar reconstruir el INdEC, destrabar la gestión de créditos internacionales, eliminar o reducir las retenciones a la producción agropecuaria y reinsertar a la Argentina en el mundo.

A todas luces, es una lista impresionante, más si recordamos que se desarmó el negociado de la venta de dólares a futuro, se fijó el sistema de “metas de inflación” para enfrentar la inflación y se establecieron pautas para bajar del déficit fiscal e inflación. Sin embargo, aún no alcanza.

Los operadores y corporaciones económicas y financieras, locales e internacionales, piden más. Muchos tienen intenciones de invertir, otros tienen decisión de invertir, algunos tienen las inversiones estancada; pero aún falta ese impulso que convierte los planes, los propósitos y los proyectos en la inyección efectiva de dinero en un negocio.

Si algo muestra la suba del dólar del último mes es que los operadores económicos no tienen demasiada confianza en que las metas de inflación y reducción del déficit fiscal establecidas por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, pueda cumplirse con facilidad, por lo cual, el Gobierno deberá hacer un esfuerzo para tentar a los dólares que hay “en el colchón” a salir y los que se prometen del exterior, para que entren.

La agenda que deberá trazar Macri, además de marcar el camino económico y el cumplimiento de promesas, deberá establecer el tipo de Estado, de institucionalidad y de país que quiere crear el PRO en estos 45 meses que tienen por delante en el poder.

Pero, además, deberá dejar espacio para la agenda que quieren establecer sus “aliados” circunstanciales, tales como Sergio Massa y el peronismo no kirchnerista, o los “socios” de Cambiemos, como los radicales.

Todas las fuentes coinciden que ya habría acuerdo para derogar la Ley de Pagos Soberanos y la Ley Cerrojo, pero nada se comenta de la aprobación de la propuesta acercada a los holdouts o de la autorización para incrementar endeudamiento para hacer los pagos que terminarán con el extenso, carísimo e innecesario juicio que la Argentina ha perdido en New York por la pésima negociación del default de 2002.

El macrismo quiere avanzar en

- una fuerte reforma de la Legislación Electoral (con la conflictiva extensión a todo el país del voto electrónico),

- la llamada “Ley del Arrepentido” (clave para que el Gobierno comience a denunciar ante la Justicia decenas de hechos de corrupción detectados en la gestión kichnerista),

- una norma sobre transparencia en la gestión pública,

- otra de “extinción de dominio”, para recuperar el dinero y los bienes que ex funcionarios y su entorno que no puedan justificar, y cuyo origen esté vinculado a la comisión de delitos contra la administración; y

- una más para punir la construcción de pistas de aterrizaje clandestinas, que son usadas por el narcotráfico, hoy sin ninguna regulación.

El ministro de Justicia, Germán Garavano, por su parte, propone más de 80 iniciativas judiciales para cambiar toda la arquitectura del Poder Judicial, que incluye modificaciones al Ministerio Público Fiscal, el sistema penal, la integración del Consejo de la Magistratura y una ley que aumente la seguridad jurídica para las inversiones extranjeras que promete generar un fuerte revuelo político y otras que, aún, no se conocen.

Por su parte,

- Sergio Massa tiene una docena de propuestas preparadas que viene arrastrando desde la campaña electoral,

- la UCR tiene varias normas en carpeta para aumentar la institucionalidad (que le otorgan a la oposición varios de los resortes del poder del Ejecutivo de turno), y

- el peronismo no kirchnerista quiere una ley para fijar el cronograma de devolución del 15% de coparticipación a las provincias y una reforma total y completa del Impuesto a las Ganancias, entre otras.

Si algo mostró el proceso de aprobación de los 11 Decretos de Necesidad y Urgencia que firmó Macri es que el Congreso Nacional será un enorme y burocrático mercado de “toma y daca”, donde cada proyecto de ley, cada quórum, cada votación deberá ser fruto de duras y complejas negociaciones que, a la larga, desgastan o fortalecen relaciones.

Además, con el armado de la Agenda Parlamentaria, el Gobierno no sólo debe alcanzar logros y satisfacer a sus socios y aliados; también debe intentar acrecentar la brecha que ya existe entre el peronismo puro y los restos del kirchnerismo, para que no sean un peligro electoral para las elecciones legislativas del año que viene.

Como en una película, en el Congreso todos tienen asignado el papel que deben protagonizar:

- el PRO debe ejercer el “arte de alcanzar consensos”,

- Sergio Massa se erige en el árbitro entre las intenciones de la Casa Rosada y las demandas del peronismo no kirchnerista;

- a su vez, el peronismo y el radicalismo buscarán sacar la mayor tajada para sus intendentes y gobernadores; y

- Elisa Carrió actuará como “barrera ética” que establecerá los límites dentro de los cuales podrá negociar el macrismo.

Un Congreso “caliente” permitirá desviar la atención casi obsesiva que hay sobre el Gobierno. Es cierto que el “termómetro” de la gobernabilidad será cuánto cederá y cuánto no Mauricio Macri. La pulseada por el poder, será constante.

Pero, mientras la pelea se concentre en el Parlamento, quizás la gestión pueda encaminarse, dado que a 80 días de llegar al poder, el Gobierno de Cambiemos es, aún, un motor “en ablande”. Y los tiempos políticos no se pueden dilatar demasiado.

Todavía, para muchos decisores políticos y económicos, el Gobierno de Mauricio Macri tiene sabor a poco.

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