PANORAMA / ARTURO SOSA, GENERAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Los jesuitas tienen a un nuevo "Papa negro", quien, al igual que el Obispo de Roma, es latinoamericano. Es muy significativo que el Superior General de los Jesuitas haya sido elegido entre los de Latinoamérica, en días del Pontificado de Francisco, un Papa latinoamericano y jesuita.
El padre Arturo Sosa Abascal es "un hombre de Dios", según prescriben las reglas ignacianas, profesor de Teoría Política, experto en Doctrina Social de la Iglesia Católica Apostólica Romana, que vivió de cerca la revolución bolivariana y las tensiones generadas a partir del arribo al poder de Hugo Chávez Frías.
Sosa Abascal conoce a Jorge Omar Bergoglio desde la 33ra. Congregación General de los Jesuitas, en 1983, 9 años antes de que el actual Papa se convirtiera en obispo auxiliar de Buenos Aires, para lo que dejó la Compañía, tal como sucede con cualquier jesuita que acepte cargos eclesiásticos.
Después se encontraron durante los 2 últimos años, en Roma, desde que Sosa Abascal dejó Venezuela para convertirse en uno de los asistentes del anterior superior general, el español Adolfo Nicolás.
Sosa Abascal también conoce bien al cardenal Secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, pues antes de ser llamado a Roma este último fue, durante cinco años (de 2009 a 2013) nuncio apostólico en Venezuela.
El sucesor de Ignacio de Loyola fue provincial de su país, además de rector universitario. Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello (egresó en 1972) y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela, Sosa Abascal habla español, italiano e inglés, y entiende el francés.
Entre 1996 y 2004 fue Superior Provincial de los Jesuitas en Venezuela. Anteriormente había sido coordinador del apostolado social en ese país y director del Centro Gumilla, un centro de investigación y acción social de los jesuitas en Venezuela.
Él es delegado para la Curia y las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús en Roma, y es Consejero del Padre General.
MURMURACIONES
Los jesuitas deliberaron sobre el contenido de un documentos denominado Status Societatis, antes de iniciar las "murmuraciones": conversaciones estrictamente privadas de 2 en 2 entre los 215 participantes.
Nunca en grupo, y sin proponer ni desaconsejar ningún nombre, un procedimiento para conocer mejor los perfiles y preferencias de los más 'elegibles' para llevar el timón de la orden. Cada uno de los electores habla con quien le parece pero, en general, se sigue la costumbre de preguntar primero a representantes de otras provincias para ampliar el abanico de preferidos de cada elector.
Después, a medida que cada uno va reduciendo su lista, se tiende a hablar con la persona que se podría votar para conocer mejor sus puntos de vista y sus posibles proyectos.
De acuerdo al jesuita Arturo Peraza, en la página web de la Congregación General, "El documento (Status Societatis) trata de mirar la realidad global en la cual queremos desarrollar nuestra misión, la situación de la Iglesia a la que deseamos servir, y especialmente a nosotros mismos en cuanto a nuestra manera de vivir y ser coherentes con las llamadas recibidas a lo largo de estos años a través de las Congregaciones Generales que nos precedieron y el buen ser del mismo instituto."
La Congregación General comenzó con la renuncia de Adolfo Nicolás.
El religioso palentino, que ha trabajado la mayor parte de su vida en Asia, se dirigió a los 215 participantes en la Congregación General para decirles: "Soy Adolfo Nicolás, de la provincia de Japón…", luego presentó a quien ofició de responsable provisional de la Compañía, Jim Grummer, y explicó que "me ha pedido que siga en la mesa de la presidencia, pero prefiero sentarme en mi sitio, allí cerca de la puerta… por buenas razones", relativas a su edad.
La Congregación General 36 resultó diferente en las formas.
Por ejemplo, los participantes participaron de una sesión informativa sobre el modo de trabajar con las tablets, desde donde accedían a la mayor parte de los documentos de trabajo.
En la Curia generalicia romana, a pocos pasos del Vaticano, comenzaron a sesionar los 212 electores (206 sacerdotes + 6 'hermanos' laicos, elegidos en representación de 62 países) + 3 electores nombrados directamente por el General saliente.
El encuentro sucedió en un momento en que, como todas las demás órdenes y congregaciones religiosas, también la Compañía mira a Asia y, especialmente, a India, "granero inagotable de vocaciones".
Entre los electores, el porcentaje de africanos pasó de 8 a 10; el de los de Asia y Oceanía, de 28 a 33, mientras permaneció estable el de Norteamérica (en 15%) y disminuyó el de Europa (del 31% al 26%) y de Latinoamérica (del 18% al 16%).
La Compañía de Jesús está integrada en la actualidad, por 16.740 jesuitas: 5.000 en Europa, 5.000 en América, 5.600 en Asia y Oceanía (la mayoría de India) y 1.600 en África.
4 que no fueron
Los 'elegibles' eran, inicialmente, el italiano y ex portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, el indio Lisbert D'Souza, el estadounidense James Grummer y el colombiano Gabriel Ignacio Rodríguez, los 4 "consejeros generales del Padre General", Adolfo Nicolás.
Se dijo que elegir a Federico Lombardi (nacido en 1942), era mantener un puente siempre abierto y disponible con Francisco, a quien Lombardi ha servido. Pero el ex director de Radio Vaticano con Benedicto XVI se encuentra anciano.
Preguntado sobre sus posibilidades, durante una reciente visita que hizo a Madrid, Lombardi miró extrañado y dijo: "No hay ninguna posibilidad. No tiene ningún sentido. Aunque sólo sea por razón de edad. Tengo 74 años. La Compañía espera alguien más joven y que pueda tener un tiempo de gobierno".
En el caso de D'Souza, ya había sonado con fuerza entre los candidatos en la Congregación General en que salió elegido Adolfo Nicolás.
En la cosmogonía jesuita, Occidente es la razón; Latinoamérica, la vida; África, la esperanza, y Asia, el camino.
Se suponía que D'Souza era un indicio de mantener la confianza en la siempre añorada conquista de China, siguiendo la estela del jesuita Matteo Ricci.
Pero D'Souza es anciano: 72 años.
El colombiano Gabriel Ignacio Rodríguez, en cambio, tiene 64 años; y el estadounidense James Grummer, 66.
Rodríguez, nacido en Medellín, es un hombre discreto, disciplinado y siempre dispuesto a escuchar y ayudar.
Grummer, bien preparado y con prestigio en su país, es un pragmático.
Sin embargo, el elegido fue otro.
El venezolano Arturo Sosa Abascal, de 68 años. El generalato de los jesuitas fue durante mucho tiempo un encargo de por vida y todavía no tiene una duración preestablecida. Pero debería estar por debajo de los 70 años.
Después de una misa de agradecimiento por la elección, el capítulo de los jesuitas proseguirá por otras semanas, hasta principios de noviembre, para elegir a los colaboradores del nuevo “General” y definir la agenda de gobierno de la Compañía.
"Tengo la sensación de necesitar mucha ayuda: ahora comienza un gran desafío", dijo Sosa Abascal al enterarse de su elección como Superior de los jesuitas.
"Esta es la Compañía de Jesús, y entonces Jesús también tiene que trabajar acá, con nosotros.
Después, yo confío en mis compañeros, que son muy buenos. Espero también que la Congregación nos saque adelante con un buen grupo de tr abajo y también con indicaciones muy precisas para poder salir adelante: este no es el trabajo de una persona, es el trabajo del cuerpo de la Compañía. Agradezco al Señor, Rezo por todos",concluyó.
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