OPINIÓN / ROSARIO, UNA CIUDAD DESNUDA
por RAÚL ACOSTA
ROSARIO (La Capital). Límite 1ro.: abandonar la zona de hoteles, comedores, luces y autos estacionados en ambos lados de la calle, la vigilancia de los “trapitos” que cobran el estacionamiento antes que uno se baje del automóvil. Saben cuánto pasa desde las 9 de la noche a las 2 de la mañana, en que se van. Llueva o no llueva. Ya no hay recaudación a ésa hora´.
Los trapitos son una secta, una organización criminal que mete miedo a los concejales, las autoridades municipales y que tienen una conexión extraña con la policía y la delincuencia. El íntimo convencimiento me acompaña.
Límite 2do.: pasear, a pie, por calles de veredas desparejas, donde seguro se tropieza, sortear contenedores de basuras revueltos, motos de los “delivery” que surgen, raudas de cualquier parte (qué quiere, jefe, son 15 pesos por envío, de esto vivo, tengo tres hijos, ya se que no soy un pendejo…) y muchachos y muchachas sueltos hacia algún lugar. Nadie muestra un teléfono, una joya, una cartera. Todo el mundo aprieta el alma por las calles, también en los pórticos, los palieres, las lentas puertas de los garajes.
Límite 3ro.: pararse en una esquina esperando el transporte urbano de pasajeros o un automóvil de alquiler que seguro no parará porque no lo conoce y sospecha de su cara (las mujeres con chicos también nos asaltan, jefe, todo es jodido en un mundo jodido…) quien se para en una esquina de viernes por la noche sabe que está jugando a cara o cruz, que quien viene de allá hacia acá puede ser un alegre silbador o el final de sus días.
La moneda está en el aire todos los días, todas las veces.
Los veteranos de los 3 límites encontrarán una ciudad que duerme, descansa, se divierte y ya no le importa nada de estos límites. Nada de nada o como cantaba “la Edith”: rien de rien.
Todos, de un modo absolutamente normal, conviven con un asalto, un manoteo, una entradera. Todos tienen un familiar al que lo golpearon, una tía que aún duerme sobresaltada, un patio trasero por donde “barretearon” el garaje y entraron… todos saben de droga, corrupción e inseguridad.
Luca Prodan. “Mejor no hablar de ciertas cosas”…
Todos miran tevé para ejercitar el mágico mundo de la “consolación cibernética”. En todo el país pasa lo mismo… Marshall McLuhan lo sabía: el medio es el masaje (já, el mensaje, sí, pero qué masaje calmante…)
En Rosario algunos pocos gendarmes (ninguno conoce el sitio, no hay gendarmes rosarinos) acompañados de adormilados policías locales, recorren calles que los deslumbran y ropajes extraños.
Son, siempre y en todos los casos, una extraña fuerza de ocupación en un territorio definitivamente transitado por el desorden, el abatimiento, la refriega y el conformismo. En todas las ciudades pasa lo mismo.
Nadie quiere decirlo, la advertencia que van a venir los gendarmes significa que la policía es ineficiente, corrupta, incapaz, cómplice (táchese lo que no corresponda).
Que los tribunales, sus jueces, sus abogados, esa desmembrada nueva legislación con fiscales escasos, miedosos y/o ineficaces, mas los críticos de una izquierda tribunalicia petardista, que cobra del estado y sueña con Fidel Castro, da clases en las universidades y dicta cátedra de criminología con adjetivación de revolucionario del ’70 no contribuyen a resolver el problema.
Nadie quiere decirlo. Este problema es un río, un contínuo donde nunca nos bañamos del mismo modo pero ojito, el río venía, venía…
Nadie quiere decirlo, los gendarmes son pocos y sólo son “mangangá”, negros abejorros aleteando en la ciudad. No hay fuerza de seguridad que vaya a resolver el problema.
Rosario está desnuda ante la fuerza que supuestamente llegó, llega, llegará. Quienes son los gendarmes…
Una Fuerza de Seguridad, de naturaleza Militar con características de Fuerza Intermedia. Por fuerza intermedia entendemos una organización con estado militar con capacidades para disuadir y responder amenazas, crisis, contingencias e incidentes en los ámbitos de la Seguridad Interior y de la Defensa Nacional, generando aptitudes para su empeño en operaciones de Apoyo a la Política Exterior de la Nación.
Gendarmería Nacional Argentina se encuentra desplegada en la totalidad del territorio argentino, el cual cuenta con una superficie continental de 2.791.810 Km., con una frontera terrestre de 9.376 Km. y responsabilidad en 22.443 Km. de autopistas y corredores viales.
Llegamos al siglo XXI: Injusticia social creciente, democracia bipartidista en crisis, inflación y deterioro económico, violencia urbana, código narco, corrupción estructural… ¿qué puede hacer un gendarme?
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