OPINIÓN / HAY QUE CREER EN LAS INSTITUCIONES
RÍO GALLEGOS (OPI Santa Cruz). ¿Qué pasa en Santa Cruz?, es la pregunta que de manera recurrente recibo del otro lado del teléfono, cuando llaman desde los medios nacionales y de los más recónditos lugares del país.
Todos quieren saber de qué se trata y básicamente cómo puede ser que una provincia, donde hace 26 años gobierna el mismo signo político, está en las condiciones que hoy se muestra social, política y económicamente.
La respuesta es larga de dar pero simple de expresar: quienes gobernaron nunca hicieron nada ni se preocuparon por el futuro de Santa Cruz y sistemáticamente, cada uno de los gobernadores fue un eslabón clave del mismo proceso, que por 12 años estuvo manejado desde nación sin dejar en la provincia ni un solo peso ni construcción de futuro para la sociedad, sino que se sirvió de la caja del Estado para enriquecer bolsillos de un sector político-empresarial en detrimento de una escasa población de 320 mil habitantes desperdigados en la amplia geografía provincial.
“La provincia está quebrada”, “No tenemos plata”, dijo ayer Alicia Kirchner en la conferencia de prensa que dio para los medios oficialistas y le echó las culpas al gobierno de Macri porque le retacea ayudas, a Clarín porque ventila corrupción y a los “medios destituyentes”, entre los cuales entramos nosotros, por cuanto (según ella y en otras palabras) fogoneamos la situación social y política, llevando a que la gente a protestar contra el gobierno.
De ninguna manera Alicia reconoce que el problema es por el enorme déficit que tiene y básicamente porque no paga los sueldos al sector público. Hoy, a día 4 de abril, debe salarios del mes de febrero y no ha comenzado ni siquiera a pensar en pagar marzo. Ni hablar de los aumentos incumplidos del año 2016 y el aguinaldo que se aproxima lo cual más temprano que tarde le demandará a la gobernadora una erogación millonaria que no posee y no tiene de dónde sacar, según sus propias palabras.
Es decir, la gobernadora está asesorada por gente que le dice en el oído que su gobierno va bien, pero debe atacar a los “medios desestabilizadores” porque la palabra es la que enerva a la gente, no la falta de pago de los salarios en tiempo y forma.
Le dicen a la gobernadora, por ejemplo, que al empleado público no le importa hoy no poder pagar el alquiler, ni las tarjetas de crédito; tampoco le importa no poder comprar el alimento diario y reponer el ropero de invierno, en víspera de un invierno que amenaza con ser crudo; a la gente no le importa no llegar a fin de mes, ni la inflación, ni la presión tributaria y tampoco le interesa aparecer en el Veraz por la mora producida en las deudas ocasionadas por el incumplimiento del gobierno en los pagos de las cuotas, descuentos y asignaciones que el Estado les quita del sueldo y no abona a su destinatario.
Nada de eso, le dicen a Alicia Kirchner, afecta a los trabajadores en Santa Cruz. Todo es culpa de los medios, de la oposición política y del gobierno nacional. Y así la empujan por el gran tobogán de la insensatez, el relato y finalmente, el caos.
Sin embargo, estamos convencidos que Alicia Kirchner no debe ni puede renunciar. La gobernadora tiene la obligación y el deber de terminar su gestión. La gobernadora no tiene legitimidad de base, es cierto, pero cuando accedió al gobierno sabía que si no construía consenso por sobre el 25% que la votó, el ejercicio del poder se le iba a complicar.
Y así ocurrió. Ahora Alicia Kirchner debe sostenerse porque el mandato constitucional así se lo exige.
En su entorno hay quienes confiesan que los Kirchner nunca aceptarían asociar el apellido a una renuncia, por toda la carga simbólica que ello tiene y sería la lápida a las aspiraciones futuras de cualquier integrante del clan; pero independientemente de lo que quieran ellos, la situación crítica actual, los obliga a tomar medidas alternativas.
Una de ellas podría ser que Alicia se alejara “momentáneamente” por las siempre convenientes “razones de salud”, para sacarla del ojo de la tormenta, hasta que Nación decida ayudar a Santa Cruz, porque el kirchnerismo cree que a Macri tampoco le conviene que se desbarranque. Yo no estaría tan seguro.
Ayer, en plena vigilia de la gobernadora dentro de casa de gobierno, mientras afuera pedían por su presencia, Alicia habló dos veces con Rogelio Frigerio. El propio Ministro dio una versión “lavada” de aquella conversación donde el funcionario le recordó a Alicia las condiciones que en el 2016 le pusieron a los gobernadores para canalizar ayudas nacionales: baja del gasto público, sinceramiento expreso de los números de la provincia (mostrar y abrir las cuentas), transferencia de la Caja de Previsión Social a la nación, nueva ley de coparticipación y bajar la Ley de Lemas.
Testigos del gobierno dijeron que Alicia le prometió de todo a Frigerio, incluyendo bajar la ley de lemas. Nadie aún lo confirmó. Lo cierto es que las ayudas financieras de la nación, dependen exclusivamente del cumplimiento irrestricto de las pautas que ya fueron impuestas en el año 2016 y que el gobierno provincial incumplió.
No es necesario ni deseable, que Alicia Kirchner renuncie. Se hace indispensable que dé respuestas y permanezca en su cargo hasta el fin de su mandato, pagando los costos políticos que deba pagar por hacerse cargo de administrar una provincia sin tener un plan, una estrategia, ni un programa de gobierno.
Alicia llegó encandilada por las luces del poder omnímodo que desplegó el kirchnerismo en el periodo de Néstor y Cristina. No creyó que era el final, pensó que era otro principio. En octubre del 2015 eso se esfumó y Alicia se quedó con una papa caliente en la mano, que hoy no sabe a quién tirársela.
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