MUNDO / EL CASO JERUSALÉN
Donald Trump prometió en la campaña electoral que trasladaría la Embajada de USA desde Tel Aviv, sede de todas las legaciones extranjeras ante el Estado judío, a Jerusalén, donde Israel fijó su capital pero nunca consiguió la presencia de alguna embajada.
"Seguimos con preocupación las informaciones que hemos oído porque pensamos que Jerusalén debería, evidentemente, formar parte de una solución definitiva (al conflicto) entre israelíes y palestinos, una solución negociada", informó el ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, en Bruselas.
"Nosotros no tenemos la intención de desplazar nuestra embajada", afirmó el ministro británico. "El futuro de Jerusalén es algo que debe negociarse con Israel y los palestinos en negociaciones directas, uno al lado del otro", dijo el enviado especial de la ONU para Oriente Medio, Nickolay Mladenov.
En mayo, 4 meses después de llegar a la Casa Blanca, y, al igual que todos los presidentes anteriores —Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama—, Trump dejó en suspenso “por razones de seguridad nacional” durante otros 6 meses el traslado de la misión diplomática aprobado por el Congreso en 1995, luego de una ofensiva del lobby pro israelí en USA.
Desde el Pentágono y el Departamento de Estado le han alertado a Trump que el cambio de sede diplomática podría tener efectos contraproducentes para la seguridad de las tropas y de los ciudadanos estadounidenses asentados en países islámicos. Pero Trump ha decidido subestimar la advertencia.
EL SIGUIENTE TEXTO LO DIFUNDIÓ LA WEB VATICAN INSIDE R, CON LA FIRMA DE IACOPO SCARAMUZZI:
"El Papa expresó su «profunda preocupación» por Jerusalén, en el día en el que el presidente estadounidense Donald Trump debería anunciar el traslado de la embajada de su país de Tel Aviv a Jerusalén. Lo hizo llamando, al final de la audiencia general de hoy, 6 de diciembre de 2017, a respetar el “Status quo” de la ciudad, que tiene una vocación «especial a la paz» y es «sacra para los hebreos, cristianos y musulmanes».
Francisco indicó que espera que prevalezcan «la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama mundial de por sí convulso y marcado por muchos y crueles conflictos».
El presidente palestino Mahmoud Abbas llamó por teléfono ayer al Papa y hoy por la mañana, antes de la Audiencia general, Francisco recibió al Comité permanente para el Diálogo con personalidades religiosas de Palestina.
«Mi pensamiento ahora va a Jerusalén», dijo el Papa al final de la catequesis en el Aula Pablo VI.
«Al respecto, no puedo callar mi profunda preocupación por la situación que se ha creado en los últimos días y, al mismo tiempo, hacer un fuerte llamado para que se comprometan todos a respetar el “Status quo” de la ciudad, conforme a las pertinentes Resoluciones de las Naciones Unidas. Jerusalén es una ciudad única, sagrada para los hebreos, los cristianos y los musulmanes, que en ella veneran los Lugares Santos de las respectivas religiones, y tiene una vocación especial a la paz. Ruego al Señor que tal identidad sea preservada y reforzada para beneficio de la Tierra Santa, del Medio Oriente y del mundo entero, y que prevalezcan la sabiduría y la prudencia, para evitar añadir nuevos elementos de tensión en un panorama ya de por sí convulso y marcado por tantos y crueles conflictos».
Sobre la cuestión del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén que el presidente estadounidense Donald Trump debería anunciar hoy, el presidente palestino Mahmoud Abbas llamó al Papa por teléfono.
El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, confirmó la noticia y especificó que la conversación forma parte de una serie de contactos que se han tenido con el Presidente de la ANP después de su entrevista con Trump.
Antes de la Audiencia general en el Aula Pablo VI, el Papa recibió en la salita que se encuentra al lado a los que participan en la reunión del Comité permanente para el diálogo con personalidades religiosas de Palestina: huésped del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, «vino al Vaticano –explicó él mismo– para explorar las vías para la creación de un Grupo de trabajo permanente para el diálogo entre este Dicasterio y la Comisión palestina para el Diálogo Interreligioso.
Si para la Iglesia católica siempre es una alegría construir puentes de diálogo con comunidades, personas y organizaciones –insistió el Papa–, es ciertamente una alegría particular hacerlo con personalidades religiosas e intelectuales de Palestina».
«La Tierra Santa, para nosotros los cristianos, es la tierra por excelencia del diálogo entre Dios y la humanidad», dijo el Papa.
«Un diálogo que culminó en Nazaret entre el Ángel Gabriel y la Virgen María, hecho al que se refiere también El Corán. El diálogo continúa en manera singular entre Jesús y su pueblo en representación de la humanidad entera. De hecho, Jesús es el Verbo de Dios y su hablar a los hombres y a las mujeres es, para retomar las palabras de un exponente musulmán, “el diálogo de Dios con la humanidad”.
El diálogo se instaura a todos los niveles: consigo mismo, mediante la reflexión y la oración, en la familia, dentro de las comunidades religiosas, entre las diferentes comunidades religiosas y también con la sociedad civil.
Su condición primaria –dijo Francisco– es el respeto recíproco y, al mismo tiempo, pretender consolidar este respeto para reconocer a todas las personas, en donde se encuentren, sus derechos. Del diálogo surge un mayor conocimiento recíproco, un mayor aprecio recíproco y una colaboración para conseguir el bien común y para una acción sinérgica para con las personas necesitadas, garantizándoles toda la asistencia necesaria».
«Espero –prosiguió el Papa– que sus consultas conduzcan a crear un espacio sincero de diálogo a favor de todos los elementos de la sociedad palestina, especialmente el elemento cristiano, teniendo en cuenta su exigua consistencia numérica y los desafíos a los que está llamada responder, especialmente en relación con a emigración.
Estoy consciente de la atención que las Autoridades del Est ado de Palestina, en particular el presidente Mahmoud Abbas, tienen hacia la comunidad cristiana, reconociendo su sitio y su papel en la sociedad palestina. Invoco sobre todos ustedes abundantes bendiciones y deseo paz y prosperidad para el pueblo palestino, para la Tierra Santa y para todo el Medio Oriente, tan amado por mí y por la Iglesia católica»."
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