Vista de la Ciudad Vieja de Jerusalén desde la Torre de David. REUTERS/Ronen Zvulun |
En 1995, el Congreso estadounidense aprobó una ley que declaraba a Jerusalén como la capital del Estado de Israel y requería que la Embajada de USA fuese mudada de Tel Aviv a esa ciudad antes de 1999. Pero la ley incluía una provisión que permitía al Presidente de USA retrasar el requerimiento durante 6 meses, si determinaba que estaba en el interés nacional.
Desde ese entonces, cada 6 meses, primero Bill Clinton, luego George W. Bush, luego Barack Obama y eventualmente Donald Trump, firmaron esa postergación, por miedo a las repercusiones del mundo árabe si la Embajada era mudada.
El estatus de Jerusalén es un asunto clave en el conflicto israelí-palestino: Israel reclama a la ciudad entera como su capital mientras que los palestinos consideran a Jerusalén Este como la capital futura de su Estado. Por esta razón, todas las embajadas extranjeras en Israel están ubicadas en Tel Aviv, hasta que ambas partes alcancen un acuerdo sobre el estatus de la ciudad.
Durante su campaña electoral, Trump prometió hacer el traslado y luego tuvo que echarse para atrás en mayo, dejando la movida en suspenso "por razones de seguridad nacional" durante otros 6 meses. (No es el único: casi todos los candidatos presidenciales estadounidenses han prometido siempre este punto en campaña).
La fecha límite para que Trump renovara la postergación se venció el viernes 1/12 a la medianoche, explicaron diplomáticos y oficiales palestinos a The Guardian. Esta fue pospuesta hasta el lunes 4/12. Otro límite que fue pasado por alto cuando la adminstración anunció que no había alcanzado una decisión sobre el estatus de Jerusalén.
"Compartiremos una decisión sobre la postergación en los próximos días", decía el comunicado de la Casa Blanca. Al mundo no le pasó inadvertida la omisión.
Se acumulan las advertencias contra las presuntas intenciones de Trump de:
a) reconocer a Jerusalén como capital del Estado judío,
b) mudar la embajada a esta ciudad,
c) o ambas.
Una de las voces alzadas fue la del Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien describió el estatus de Jerusalén como una "línea roja" para los musulmanes que podría llevar a un daño en las relaciones con Israel. Egipto y Jordania -únicos países árabes que tienen firmados tratados de paz con Israel- advirtieron contra el reconocimiento de Jerusalén como la capital del Estado judío.
El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, dijo que la medida sólo provocará más conflictos en la región. Arabia Saudita -que ha estado experimentando tras bastidores lazos más cálidos con Israel- consideró que cualquier paso "obstruiría los esfuerzos actuales para revivir el proceso de paz".
La Unión Europea advirtió de posibles "repercusiones serias" mientras que el Presidente francés, Emmanuel Macron, dijo a Trump que estaba preocupado por la posibilidad de un reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel por parte de USA.
Un asesor del Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, dijo que el liderazgo palestino "cesaría contactos" con Washington si la medida fuese implementada. Por otro lado, la organización yihadista, Hamas, amenazó con "reavivar la intifada" si USA toma ese paso.
Según The Guardian, algunas informaciones sugieren que Trump podría anunciar que firmará la postergación en los próximos días, mientras que otras apuntan a que podría de hecho reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.
Hay una opción alternativa que podría elegir Trump para cumplir con su promesa de campaña y no cumplir al mismo tiempo. Existe la propuesta, según medios estadounidenses, de firmar la postergación y paralelamente hacer una declaración formal de que USA considera a Jerusalén la capital de Israel.
Esta declaración podría ser hecha el miércoles 6/12. The Atlantic llamó a esta opción "política exterior de medidas simbólicas y a medias".
No sería la primera vez que Trump se mueve de esta manera: durante su campaña, prometió desmantelar el acuerdo con Irán. En cambio ya Presidente, lo que hizo fue "descertificarlo" para dar inicio a un proceso para que el Congreso y aliados de USA atendieran a sus puntos débiles.
"En este caso, también, Trump podría estar tomando una medida simbólica a medias en relación a su camino de campaña, sobre la mudanza de la Embajada estadounidense", explica Uri Friedman de The Atlantic.
Aaron David Miller, quien trabajó en el departamento de Estado en las negociaciones entre árabes e israelíes, escribió en CNN que Jerusalén es el asunto más sensible y volátil entre las partes.
"Cargada de significado político y religioso, es, desde hace mucho, un polvorín esperando un fósforo. Y hemos sido testigos de numerosos incendios surgiendo de espacios sagrados superpuestos que israelíes y palestinos, judíos y musulmanes, comparten y se disputan en o cerca de sus sitios sagrados - el Monte del Templo o Haram al-Sharif", escribió Miller.
No hay comentarios:
Publicar un comentario