"El plan de Macri es potente y mínimo. Es para 10 millones urbanos y cercanos." |
Por RAÚL 'BIGOTE' ACOSTA - Periodista, conductor radial y televisivo, poeta, dramaturgo y ensayista santafecino, afincado en Rosario.
ROSARIO. El post industrialismo abandonó al obrero universal. Deberíamos entender esto. El 2020 no los encontrará "unidos o dominados". Es otra la situación: suplantados. No hay valla, esquema, precauciones, ante un cambio societario de carácter definitivo y sin límites conocidos. No se hizo caso a los avisos previos.
El país que forjó el peronismo con sus decretos desde 1943/1945/1946/Constitución 1949 no existe más en el plano real, siguen en concurso ideal sus anhelos, sus conquistas, su posicionamiento. Es superchería buscarlos en el 2020. Ya fueron.
El juego del poder político, que permitió la existencia de una clase media obrera y de lo clásico (Movilidad ascendente indiscriminada) ha desaparecido. Son otras las reglas y la relación producción, costo, beneficio.
Argentina se consolidó en la primera mitad del siglo XX:
< Hipólito Yrigoyen, quien ejerció el relato de la democracia.
< Juan Perón, que fue el relator de sí mismo.
Desde su gobierno en adelante todos necesitaron un relato y es por ese medio/método/ que el poder se sostenía, se conquistaba. Aún los gobiernos militares, de fuerza, de facto, lo necesitaron.
Su máxima expresión social fue el GAN (Gran Acuerdo Nacional). Su gran triunfo fue el paso a adjetivo calificativo despectivo de la palabra "política".
La 'mass media' comenzaba a definir su poder. El gran visor: apocalípticos e integrados ante la cultura de masas. Así como fue Antonio Gramsci, escritor italiano, quien definió el esquema marxista en el siglo XX, fue otro escritor, también italiano, Umberto Eco, quien posicionó al poder de los medios.
Y un analista práctico que redefine hombre y circunstancia mediática: Marshall McLuhan. Lo que siguió fue perfeccionamiento, uso y abuso de estas armas. Argentina también es “Goebbeliana”.
Lo es desde Raúl Apold, de modo explícito. Tres grandes mensajes aparecieron después. El preámbulo de Raúl Alfonsín, relatando un país ideal. Ubicando una palabra: democracia. La “cultura del trabajo” de Menem/Duhalde. El progresismo setentista de la Era K con los DDHH como eje.
En ningún caso Argentina pudo aislarse del mundo y recibió, se repite, en todos los casos, recibió las devoluciones de sus posicionamientos internacionales.
País pequeño, de mucho potencial y escasa convicción consecuente, sus vaivenes lo dejaron inerme a todas las contingencias de los juegos del poder mundial. No es una víctima. Es un jugador sin previsibilidad que con sus hecatombes o triunfos no alterará un orden mundial ni un desarrollo de procesos de tal carácter.
La asunción de Mauricio Macri a fines de 2015 concluye con el tiempo del relato. Con Macri se terminan los tiempos del siglo XX y la construcción del Siglo XXI y su fecha de cruce (2020) encuentra a la Argentina sin relato, que ya no hace falta, pero también sin planes para la totalidad de sus habitantes en igualdad.
El plan en desarrollo comprende un bienestar para unos 10 millones de personas y un estado de dependencia y pauperización para los otros 35 millones. En diferentes estadíos, claro está. Existen gradaciones de la pobreza y el abandono social. Los que se oponen a esta realización en marcha usan los elementos vencidos: denunciar errores y proponen sostener promesas, anhelos de retornos a status que ya no pertenecen a la realidad de estos planos.
Sociedad. Estado. Poder posible. Herramientas de ejecución. Ya no es un relato socio/político sino una saga novelesca de un romanticismo exagerado. Un imposible excepto en las ensoñaciones. Los relatos desde y sobre el poder mantenían la vigencia por la posibilidad de concreción. Es la diferencia elemental que se niegan a visualizar.
La era K fue reivindicación de un relato que había sucedido. Fue v volver a un relato, y como corresponde, toda traducción es traición. Sucedió.
La década K ejerció la peor bajeza, el mas alto yerro, desdeñó el presente y ubicó sus metas en el pasado. El relato era atrayente. Era nostalgia. Atrapa la nostalgia. Embauca. Fue fácil atacar sus contradicciones (el enriquecimiento ilícito, la intemperancia, el remedo caricaturesco de “la soberbia armada”).
El uso de los dineros del PBI superavitario sin previsión dejó sin armadura a los robos. Se los combatió como a ladrones, no como a equivocados que dilapidaron un porvenir posible que las “tasas chinas” tornaban imaginable.
En el más tradicional sentido de la palabra: fueron bárbaros. Viajamos hacia la barbarie. Los vivacs y las borracheras populares quitaron claramente un mañana mejor, posible, razonable- La asunción de Macri se debe a dos causales. El despotismo suburbano del grupo K y la pelea con los grandes medios.
El aviso que la sociedad “masajeada” entendía estaba dado: era necesario un cambio. Macri encarnó ése cambio. Macri cumplió, nosotros, los argentinos decidimos que Macri reemplazara al grupo K.
Todas las informaciones lo certificaban. Nosotros certificábamos las informaciones. Cinta de Moebius. El medio es el “masaje”. Eso. Las mañanas interpretaban los acontecimientos del día anterior. Discursos con ”Top spin doctor”. Re escribidores.
Una verdad que los otros nos contaban. Aquí los senderos se bifurcan, como sostiene J.L. Borges. Macri en estado de pureza. Imbécil. Sabio. Pobre muchacho. Hábil embaucador.
“Un trágico a pesar suyo”. Un nuevo Elmer Gantry. Un pastor Giménez de ojos claros. El hijo que necesitábamos. Mario Trejo en su poema "A propósito de la palabra Dios" dice: "No creo, pero algo hay". Podríamos decir: Nos auto engañamos creyendo que, además de remplazar al grupo K, tenía algo más (en positivo) que podía resolver con el poder político y llevarnos a alguna parte y traicionó un mandato expreso. Éste es el punto en que es necesario preguntarse ¿cuál fue el mandato expreso por el que se le concedió, mediante el voto popular, el manejo de un país hiper presidencialista?
Tal vez lleguemos a la conclusión que Macri no traicionó a nadie, ni a un partido que no existía (fue una UTE política coyuntural) ni a una promesa que no realizó. Macri no tiene la capacidad que se le reconoce a un traidor.
Macri es el primer Presidente que no tiene relato, ni plan, ni proyecto social amplio. Representa a un grupo. Prendieron otros la luz. Vió luz y entró. Argentina está en peligro. De un lado un relato que, como definiera Alfredo Le Pera: “ya no se puede resucitar”.
Porque el siglo XXI, el pos industrialismo y la comunicación universal definieron: no es tiempo de relatos que ya se usaron. No es tiempo de ningún relato. El plan de Macri es potente y mínimo. Es para 10 millones urbanos y cercanos.
Un grupo comando de “millenials” patrióticos y embozados conspira en las sombras… Já. Pero eso es una película de ciencia ficción. Una élite ilustrada que piense en todos necesita de un director de cine y de un león, el león de la Metro.
Vamos hacia la intemperie. Tal vez lo fuimos, hoy no somos el pueblo elegido.
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