La Argentina tiene presencia permanente en la Antártida desde hace 112 años, pero el desarrollo logístico y la investigación científica argentina responden a un plan trazado hace unas seis décadas.
En 1949, el entonces agregado militar argentino en Bolivia, Hernán Pujato, le expuso a Perón un plan de cinco puntos destinado a consolidar la soberanía argentina en la Antártida, continente en el que nuestro país tenía presencia permanente desde la toma de posesión del destacamento de Islas Orcadas en 1904.
El plan de Pujato implicaba la creación del Instituto Antártico Argentino; una expedición al polo sur; la adquisición de un barco rompehielos; la creación de bases permanentes al sur del círculo polar antártico y la instalación de un caserío habitado por familias en la Antártida continental.
El militar señaló que "hoy está vigente el paraguas de soberanía que impone el Tratado Antártico por el cual uno puede tener reclamos soberanos pero no la soberanía efectiva; aunque el hecho de que Argentina haya trabajado tanto en ese continente a lo largo de más de un siglo le da muy claras perspectivas para que a la hora de que ese territorio se reparta tenga un rol preponderante".
"Argentina es uno de los países que más y mejor conoce la Antártida junto a Chile que es nuestro vecino y hermano; tenemos un profundo conocimiento de la península antártica que desde el punto de vista de los minerales, la fauna y la riqueza ictícola es de lo más provechoso que tiene ese continente", destacó.
Treviranus indicó que "muchas de las cosas que hoy logramos en la Antártida nuestros predecesores no las pudieron ver, y muchas cosas de las que planeamos hoy recién van a ser disfrutadas por las próximas generaciones; el gran desafío en el continente antártico es poder planificar en décadas hacia el futuro".
En ese sentido subrayó que "hoy nos regimos por una ley antártica y una serie de documentos sostenidos en los cinco puntos del plan de Pujato: la creación del Instituto Antártico Argentino, que junto a la Dirección Nacional del Antártico son los instrumentos jurídicos y científicos le dieron al país la presencia legal en los foros internacionales; el emplazamiento de una base habitada por familias como la Base Esperanza en la que incluso nacieron niños; el avance hacia el sur con la instalación de bases cómo San Martín y Belgrano II; la adquisición de un rompehielos y la expedición terrestre hasta el Polo Sur".
El general explicó que "Argentina sustenta su reclamo soberano en la Antártida en seis bases permanentes y otras temporarias que sólo se abren en verano, y para sostenerlas se realiza todos los años la Campaña Antártica de Verano (CAV), que moviliza buques y aviones para relevar al personal de las bases y reabastecerlas sobre todo de combustible y alimentos para pasar el invierno".
"La Antártida es absolutamente agreste y el hombre es automáticamente rechazado por un clima y una geografía muy hostiles, por eso hay que ingeniárselas para vivir y hemos aprendido a sobreponernos a ese ambiente sumamente hostil sin dañarlo; nuestra presencia allí es con el mínimo impacto ambiental quemando solo sobras de comida que no generan polución, mientras que el resto de los residuos se separan, se envasan y se traen de nuevo", advirtió.
Sobre la particularidad de la Base Esperanza que es habitada todos los años por grupos familiares, Treviranus explicó que "si nosotros decimos que la Antártida es habitable por el hombre tiene que ser vivible para todos, en algún momento va a haber que habilitar la Antártida para la gente porque ese espacio va a ser necesario, y nuestra experiencia acumulada de décadas de familias viviendo en Base Esperanza va a ser muy importante".
"El gran desafío es pensar en el plan antártico para el futuro, ahora tenemos el paraguas del Tratado Antártico y estamos trabajando en el plan de Pujato, pero llegará el momento de sentarse a pensar como seguir y habrá que poner el horizonte cien años hacia adelante cómo lo hizo él", concluyó el militar. (Télam)
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