POLÍTICA / PAPA FRANCISCO
El Papa Francisco aseguró este viernes (03/06) que “la Iglesia está llamada a comprometerse” y, por esa razón, defendió la necesidad de que se involucre “en la gran política”, lo que, dijo, constituye “una de las formas más altas del amor”.
En este sentido, parafraseó al papa y beato Pablo VI, quien definió a la política como “una de las formas más altas del amor, de la caridad”.
"La Iglesia está llamada a comprometerse. No cabe el adagio de la Ilustración, de que la Iglesia no deba meterse en política. La Iglesia debe meterse en la gran política", expresó.
Cabe destacar que en la Argentina, quien había cuestionado duramente a Francisco fue la diputada Elisa Carrió, quien no le perdonó al Papa su presunto acercamiento al kirchnerismo.
"Yo como católica quiero un Pastor, no un político", había dicho en una entrevista con Alejandro Fantino, entre otras críticas.
La Iglesia también está llamada a ser fiel con las personas, aun más cuando se consideran las situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe”, agregó.
Francisco se expresó de este modo para defender la labor de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que en los últimos tiempos organizó conferencias internacionales de alto nivel sobre temas como el cambio climático, la pobreza o la vida en las ciudades.
“Uno puede pensar que la Academia debe moverse en un ámbito de ciencias puras, de consideraciones más teóricas, y eso responde a una concepción ilustrada a lo que debe ser una academia”, explicó.
Sin embargo, para el Papa, “una academia debe tener raíces en lo concreto porque, si no, corre el riesgo de fomentar una reflexión líquida que se evapora y no llega a nada”.
En el encuentro, del que participaron el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y una veintena de jueces y fiscales argentinos, Francisco afirmó: "yo sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica".
Según el pontífice, "sin esta libertad, el poder judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción".
Además, llamó a los magistrados a "realizar su labor esencial, la de restablecer la justicia sin la cual no hay orden ni paz social".
Al respectó, indicó: "Uno de los más grandes males de hoy es la corrupción en todos los niveles, que debilita a cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de los jueces. A ustedes les corresponde hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y el tráfico de personas, y frente a esto y el crimen organizado les pido que se defiendan de caer en la telaraña de corrupciones", indicó.
En ese sentido, llamó a tratar de reinsertar: "No hay pena válida sin esperanza. Una pena clausurada en sí misma que no dé lugar a la esperanza es una tortura, no una pena. En esto me baso para afirmar la postura de la Iglesia contra la pena de muerte".
E insistió: "Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante, decía Juan Pablo II".
No obstante, no sólo hizo hicapié en la "inserción y rehabilitación" de los delincuentes, sino también de las víctimas. "Si esta delicada conjunción entre justicia y misericordia vale para los responsables de los crímenes de lesa humanidad, vale sobre todo para las víctimas que son más pasivas que activas en el ejercicio de su libertad", expresó.
En ese punto, les dijo a los jueces: "El trabajo no termina con la sentencia, sino después, procurando que haya un acompañamiento para la rehabilitación y la reinserción de la víctima y el victimario". Y propuso "aplicar praxis italiana de recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas".
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