Con las lágrimas aún húmedas de Ginóbili, Scola y Nocioni tras su despedida como “generación dorada” en los cuartos de final de los JJOO Río 2016, la posta del básquet nacional pasó a El Alma Argentina, nombre del seleccionado que ellos mismos contribuyeron a formar como ganadores del oro en Atenas 2004 y consagrados en la NBA.
Pero a diferencia del fútbol, debajo del naciente grupo representativo nacional, en los clubes, asociaciones y federaciones del país se depuró primero la dirigencia y se empezaron a construir con verdadero espíritu federal los semilleros que formarán la pirámide de este deporte nacido en 1903.
La base, que imbrica a aficionados que lo practican con los espectadores que los siguen, se encuentra principalmente en el interior del país, lo cual para las marcas constituye un mercado con el que antes no se contactaban.
No extraña entonces que ya se esté gestando una competencia de primer nivel entre el sponsor actual de la indumentaria que usa El Alma, que es la italiana Kappa, cuyo contrato vence el año que viene, con el interés por sustituirla de una de las estrellas mundiales, la Nike Jordan, que aprovecha la vigencia del extraordinario player norteamericano, cuya riqueza crece desde que no juega igual que cuando lo hacía, para haber crecido en los últimos años y proyectar para 2020 que duplicará las ventas de Nike.
El propio Michael tendría previsto darse una vuelta por Argentina para fin de año con us$ 300 mil en la mano para tentar a la Confederación Argentina de Basquetbol (CABB) de no renovarle a Kappa.
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