SOCIEDAD / INTERÉS GENERAL
El Instituto Internacional para la Investigación de Mercado realizó una encuesta en 2010, con la que buscaba descubrir qué era lo importante en Navidad para los alemanes, el resultado fue que para el 37% de ellos lo más importante es la tradicional comida navideña. Un dato que con toda seguridad se puede extrapolar al resto de países del occidente cristiano, cada uno de ellos con sus peculiaridades culinarias propias.
¿Pero de que está formado principalmente el menú navideño, da igual el país de que se trate?, principalmente de carne: ternera, cabrito, pavo, pollo, conejo, salmón, besugo, paletillas de cordero o de cerdo, jabalí, venado, gambas, cigalas, ostras, codornices, cochinillo y un largo etc... es decir de animales, ya sean del campo, de granjas, de los que vuelan, de los que nadan, de los bosques o de los prados.
Sin embargo al hablar de “menú tradicional” es lógico pensar que se trata de un tipo de comida y de una festividad que se ha transmitido de generación en generación, ¿pero de dónde procede realmente esta costumbre? Si nos remontamos al suceso originario que aconteció hace 2000 años en Belén, recordaremos que Jesús vino al mundo rodeado de animales, los únicos que dieron a la familia de José y María, calor y cobijo.
Ya por ese único motivo no deberíamos precisamente en la época navideña pagar a los animales con esa moneda, es decir matar y comernos precisamente a los descendientes de aquellos que dieron al niño Jesús su calor y su compañía.
Es evidente que dicha tradición no ha llegado a nosotros procedente de aquel acontecimiento grandioso. Por lo tanto si dichas costumbres culinarias no provienen o no guardan relación con el nacimiento de Jesús, ¿por qué se ha convertido la Navidad en la fiesta de la matanza y de dónde procede todo esto?
Se podría decir que son las tradiciones eclesiásticas las que han convertido la fiesta navideña en una fiesta de matanza, pues todo este despliegue culinario de carne acontece con el beneplácito de las instituciones católica y luterana.
Al respecto la siguiente cita del catecismo católico: «Dios ha puesto a los animales bajo el dominio del hombre… de modo que se puede servir de los animales para su alimentación…». (Artículo Nro. 2417).
No cabe duda de que el desprecio masivo hacia el reino animal viene dado por la enseñanza católica.
La cifra de animales sacrificados por Navidad es elevadísima, pues hablamos de millones de toneladas de carne, que son realmente millones de seres vivos matados únicamente para el disfrute del paladar humano, y esto para festejar el nacimiento del maestro del pacifismo.
Si tomamos como referencia un país europeo como Alemania, y nos basamos en un informe realizado el año 2003 por el Gobierno federal alemán, descubriremos que la cifra de animales sacrificados anualmente ronda los 530 millones de animales.
Sin embargo es posible que alguien objete que siempre existió la ganadería y la matanza ganadera, incluso mucho antes de que la iglesia se hubiese consolidado con sus contenidos de fe.
Naturalmente, también en tiempos de Jesús de Nazaret existía la matanza y el sacrifico de animales, sin embargo Jesús de Nazaret nunca lo aprobó.
Él incluso expulsó del templo a los mercaderes de animales, además a través de otra fuente ha llegado hasta nuestros día el conocimiento del amor de Jesús por los animales, por ejemplo en el texto de Carl Anders Skriver se puede leer que Jesús no sólo vino a la Tierra por los seres humanos, sino también para redimir a los animales de su sufrimiento.
Los discípulos y Jesús mismo eran vegetarianos, vivían sin comer carne y no mataban animales.
Pero las instituciones llamadas Iglesia se basaron en las antiguas religiones sacerdotales que practicaban matanzas y sacrificios de animales, en vez de basarse en las enseñanzas de Jesús quien entre otras cosas dijo: “Aquello que hagáis a la más pequeña de mis criaturas eso me hacéis a mí”.
Ecoportal.net
Radio Santec Del programa titulado “Animales y Navidades”
www.radio-santec.com
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