domingo, 8 de noviembre de 2015

LOS TAMBORES DEL OCASO

ARGENTINA / ENTRE RÍOS 



por DANIEL LUJÁN 

 PARANÁ (U24 Entre Ríos). Es probable que muchos de quienes adhirieron al kirchnerismo no supusieran que había un límite, y quizás por eso se lanzaron a aventuras imposibles. Allí se podrían buscar las razones que impulsaron lo que fuera “El gran sueño entrerriano”. Una utopía que por algunos meses asombró a la sociedad local. 


Sin embargo,fue una corta ilusión que embriagó a los autores de aquella campaña, que confundidos, la impulsaron aún con mayor empeño. Fue tan promiscua aquella pretensión que la sociedad, cuando salió del asombro, rápidamente le dio la espalda. Aunque los creadores de la idea ya estaban tan lanzados que no alcanzaron a percibir que el humor social estaba cambiando.

Y avanzaron con más y más disparates. Absurdos que cada vez fueron más y más onerosos. Pero a ellos lo único que les importaba era “el sueño”. Así vinieron giras del candidato, Sergio Urribarri, quien como si fuese una estrella, se paseaba por los estudios de TV, o aparecía en cuanta actividad pública se llevara a cabo.

Así surgió la idea del parador en Mar del Plata, un gasto que, ahora se sabe, superó largamente los 80 millones de pesos. O la lamentable “Cumbre de Presidentes del Mercosur”, que se realizara en Paraná, y de la que también recién ahora se empiezan a conocer cuántos fueron los millonarios gastos que se ejecutaron, ¿o desviaron?

 Cifras fabulosas gastadas sin ninguna otra razón que para mantener “el sueño”. Recursos que fueron disminuidos de cosas mucho más importantes. No les importó nada. Ni siquiera saber que con eso le restaban posibilidades a la educación, a la salud, a la seguridad. Sin importarles que, quizás, muchos de esos recursos, utilizados convenientemente, hasta habrían evitado muchas de las muertes ocurridas en la provincia durante ese lapso de tiempo por motivos relacionados con la mala administración.

 Se agigantaron las promesas, y el candidato asumía compromisos, que sabía imposibles, sin pudor. Todo era parte de un show cada vez más impúdico, pero ellos seguían adelante arropados en otra ilusión. La idea que incluso desde lo más alto del poder emanaba hacía abajo: Sentirse invencibles. Sustentado en el famoso “Vamos por todo”que la Presidente pronunciara en aquél acto del Día de la Bandera, en Rosario, esa idea de invencibles en muchos casos fue como una especie de mandamiento, pero en otros despertó ambiciones desmedidas.

 En esas ambiciones desmedidas hay que anotar a “El gran sueño entrerriano”. Insaciables y oscuros personajes de toda laya encontraron allí el lugar propicio para desplegar todo su arsenal de ficciones. Cualquier idea que diera la posibilidad de desviar fondos era bienvenida. Nada, ni nadie, los podría detener pensaban. Nunca pensaron en que había un límite. Fueron casi dos años los que la sociedad soportó a esos personajes que, borrachos de poder, creyeron ser dueños de los sueños de todos los entrerrianos.

 Su ceguera fue tal que nunca vieron asomar el cansancio, la bronca y el desasosiego de una ciudadanía cada vez más harta de sus atropellos. Su borrachera les impidió escuchar los reclamos insistentes de la sociedad, que con el correr de los días fue aumentando hasta lo inimaginable. Pero fue desde adentro mismo de esa utopía que comenzó el desmoronamiento.

Como algo propio de los que ambicionan más de lo que tienen, “el sueño” se fue transformando en pesadilla, y pronto terminó en un estrepitoso primer fracaso que dejó al descubierto miserias, incubadas en esa embriaguez de poder, que fueron la prueba evidente de que todo fue una simple patraña pergeñada solo por creerse que realmente podían ir “por todo”.

 El domingo 25 de octubre recibieron el mazazo del Pueblo en forma implacable. Fue el fracaso final de toda esa farsa imaginada en mentes afiebradas de dirigentes mediocres que solo dejará una provincia quebrada en el plano económico, pero con una sociedad esperanzada por haber sido ella la que pudo demostrarles a “los soñadores” que los entrerrianos tienen otros sueños más reales, con otros valores y que están dispuestos a custodiarlos.

 La sabiduría de la sociedad entrerriana es un detalle del que muchos no se han percatado. La oposición ganó en la mayoría de las ciudades más importantes y con su voto dio forma a una legislatura en la que el consenso deberá primar necesariamente. Pero dejó la administración del gobierno en manos de muchos de “los soñadores”, o de los que en muchos casos miraron para otro lado.

Es decir que ahora serán ellos, controlados por el Pueblo como corresponde, los que deberán buscar las mejores formas de solucionar todo el daño que ocasionaron. Es un castigo ejemplar, como nunca se hubieran imaginado “los soñadores”, porque además ya no habrá un gobierno nacional que les permitirá hacer cualquier cosa como si nada.

Ya no habrá recursos que se puedan desviar, ya no habrá posibilidades de gastar sin rendir cuentas, ya no habrá lugar para mentir y para prometer cosas irrealizables. Sergio Urribarri y su séquito creyeron tocar el cielo con las manos, pero se estrellaron estrepitosamente porque no fueron capaces de escuchar los tambores del ocaso.

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