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Los Rojos, que habían caído por 1-0 en Avellaneda, rescataron en Bogotá una igualdad 1-1 en tiempo de descuento, pero no les alcanzó para evitar la eliminación
POR JEREMÍAS PREVOSTI | CANCHALLENA.COM
BOGOTÁ (De un enviado especial).- "Compro entrada, credencial o cortesía". Nadie se escondía de las autoridades en las inmediaciones del estadio El Campín.
Todos querían asegurarse su lugar para vivir lo que podía ser una noche histórica para Santa Fe, aunque sea a último momento y a cualquier precio. El escenario estaba preparado para el festejo, aunque Independiente llegara, con su rica historia en el lomo, confiado en poder revertir el 0-1 sufrido la semana pasada en Avellaneda.
Pero fueron aquellos que se abrazaron al mundo de la reventa los que tuvieron un mejor final. Porque los Rojos nunca hicieron pie en esta ciudad, sufrieron la falta de profundidad y reacción en el primer tiempo y la escasez de ideas en el complemento.
Con el empuje de su gente, que colmó las tribunas, y la actitud necesaria para esta clase de encuentros, el equipo colombiano logró un 1-1 que le alcanzó para quedarse con el pase a las semifinales de la Copa Sudamericana, donde lo esperará Sportivo Luqueño, de Paraguay.
La desilusión roja fue doble, ya que dejó pasar otra gran oportunidad de clasificarse para la Copa Libertadores del año próximo, el objetivo que se habían planteado el presidente del club, Hugo Moyano, y el entrenador, Mauricio Pellegrino.
Se podría aseverar que es la primera frustración grande en la gestión del espigado técnico, porque además representaba el regreso del club a una competencia internacional. Ahora, a Independiente, se le recortaron las posibilidades, porque solamente le queda la liguilla.
El partido se definió desde el coraje. Independiente entró tarde en el partido, aletargado, quizás como si estuviese estudiando los efectos de la altura -2600 metros sobre el nivel del mar-. En los primeros minutos, al Rojo le costó generar situaciones de peligro. Con la confianza que le generó el resultado positivo del primer encuentro, Santa Fe manejó el desarrollo a su ritmo, sin sobresaltos.
Sobre la media hora, el equipo dirigido por Gerardo Pelusso se puso en ventaja: Seijas envió un tiro de esquina desde la izquierda, y por el segundo palo, Meza se anticipó a Pellerano y derrotó a Rodríguez con un cabezazo cruzado.
Poco después, Benítez desbordó por el sector derecho, pero ni Vidal ni Mancuello conectaron su centro, y así el equipo colombiano cerró la primera parte con una ventaja global de 2-0.
En la segunda etapa, con el paso de los minutos, y ante la obligación de marcar dos goles, el equipo argentino mostró mayor decisión, aunque le faltó claridad. Santa Fe, en cambio, vivió los 90 minutos como lo que fue: una final.
La falta de puntería, ya con un rival rendido, le impidió cerrar antes la serie. Pellegrino dispuso el ingreso de Cebolla Rodríguez por Vidal. El uruguayo reapareció después de la lesión que había sufrido durante las eliminatorias sudamericanas y que lo había obligado a faltar en el duelo de ida. El partido empezó a tener pierna fuerte.
Hubo miradas cruzadas e insultos entre los protagonistas. En ese contexto, Independiente terminó buscando con lo que podía, con Lucero más eléctrico que todos sus compañeros de ataque cuando ingresó por el lesionado lateral Tagliafico.
Había que jugarse el todo por el todo, pero Independiente terminó impotente, igual que Pellegrino, expulsado por diversas protestas ante inseguro árbitro venezolano José Argote. El empate llegó en tiempo de descuento: tras algunos rebotes en el área colombiana, el arquero Zapata terminó metiendo la pelota en su arco.
Pero ese grito ya no sirvió de nada. No había tiempo. Independiente sufrió un cimbronazo que no esperaba y que le hará daño. (www.canchallena.com.ar)
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