Crédito: NICOLAS STULBERG |
POR: SILVIA MERCADO smercado@infobae.com
Daniel Scioli anoche estaba muy contento porque, finalmente, hoy podría reunirse con la Presidente y acordar con ella la estrategia a seguir para la segunda vuelta electoral. Pero bien temprano a la mañana el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, citó a su par de la provincia de Buenos Aires, Alberto Pérez, y le informó que Cristina Kirchner no quería reunirse con su candidato.
No le alcanzó ese baldazo que le dio en privado. Públicamente, el fallido gobernador bonaerense dijo que la reunión no se concretaría. Ni siquiera le dejó al sciolismo hacer el anuncio. Aterrado por las consecuencias en la campaña, el equipo de comunicación sciolista se apuró en poner en duda quién había levantado la reunión, intentando instalar una independencia de Scioli, que todavía algunos esperan.
Pero lo que pasó es bien distinto. Cristina tiene una nueva obsesión: que Mauricio Macri no supere en el próximo turno el 54% que ella logró en las elecciones del 2011.
Por eso decidió que hará todo lo posible para limar al candidato que eligió, hasta que decida bajarse de la contienda, sin que necesite pedírselo. En efecto, la Presidente ya se desentendió del destino de la fórmula presidencial del FpV y volvió a concentrarse en su legado, que la economía llegue deteriorada pero sin que nadie lo perciba demasiado, que el dólar no supere los 16 pesos, que no haya escándalos callejeros, que pueda hacer un traspaso presidencial ordenado y prolijo, y que en los próximos cuatro años pueda reclamarle a Macri por lo bien que ella dejó todo y lo mal que estarán, según su visión de la cosas.
Aspira, como sabemos, a volver por la puerta grande en el 2019. La despedida triunfal de Cristina empieza mañana, en el acto para la militancia que realizará por la tarde en la Casa Rosada, donde insistirá en los pilares de su exitoso modelo y los fantasmas que se avecinan en los próximos tiempos.
Menudo problema para los valientes gobernadores del FpV que acompañarán mañana a José Manzur en su asunción en Tucumán. Después del evento institucional y un almuerzo de camaradería, tenían pensado realizar una reunión, y rodearlo a Scioli para que abandone a Cristina y dé la batalla por la opinión pública independiente.
Justo a la misma hora a la que Cristina los espera en su acto. Si se quedan en Tucumán, se viene la rebeldía. Si viajan apaciguados para participar en el inicio de la despedida presidencial, se mostrarán tal cual fueron durante estos años, verdaderos leones hervíboros, carentes de toda voluntad política, domesticados al poder unitario que el kirchnerismo desplegó con talento.
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