SOCIEDAD / PROYECTOS & PROPUESTAS
Mientras en el 1er. Mundo se puso súbitamente de moda hablar de las energías renovables a partir de las últimas cumbres climáticas (aunque en la práctica China, India y Brasil lideraron el año pasado las inversiones en el rubro), en Argentina ya se organizan rondas de negocios con proveedores internacionales, sin que aún el gobierno de Macri las haya definido como política pública, más allá de una reciente licitación por 1.000 Mw a 2 años vista, y de haber anunciado la meta de que en 10 años ocupen 30% de la matriz energética nacional, que hoy aún no llega al 2%.
No se puede negar que las agendas de negocios que se armaron no sean una buena oportunidad para viajar, alojarse, pasar unos días con los gastos pagos, intercambiar tarjetas y afirmar contactos.
Pero, a causa de que lo primero es lo primero, un especialista en el sector nacional de bienes de capital, Rubén Fabrizio, alerta que faltan definiciones sobre la política de Estado en torno de los polos en los que se aprovecharán recursos de la naturaleza exógenos, como el sol y los vientos.
La iniciativa privada viene después de que se defina el horizonte de precios en que se sostendrá su desarrollo mientras los costos no estén alineados con los de la energía sucia, y el enfoque social que implica promover la ocupación de mano de obra y la conformación de industrias y comunidades alrededor.
En Chile, que es líder en la región de las inversiones en energía solar, están asentadas sedes de multinacionales que importan los equipos y la tecnología y quieren extender su vínculo a la Argentina.
Es lo que advierte Fabrizio, cuando menciona la creación de un modelo de dependencia y reclama que no se deje afuera de las licitaciones a la energía eólica, porque la de origen solar se opera casi sin personal.
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