FÚTBOL / RESCATANDO AL ÍDOLO
por LLUÍS MASCARÓ
BARCELONA (Sport). Messi lo ha ganado todo con el Barça. Y cuando digo todo quiero decir todo. Tanto como 28 títulos. Entre ellos 8 Ligas, 4 Champions y 3 Mundiales de Clubs.
Y esos títulos con la camiseta blaugrana le han llevado a conquistar cinco Balones de Oro. Y convertirse y confirmarse como el mejor jugador del planeta. Y, posiblemente, de la historia. Más no se puede pedir...
Messi ha tenido en el Barça todo lo que ha necesitado para triunfar. Primero se vio rodeado de una generación de futbolistas irrepetible (Valdés, Puyol, Piqué, Xavi, Iniesta, Sergio Busquets, Pedro...) y de unos entrenadores que confiaron descaradamente en su magia (Rijkaard, Guardiola y Tito Vilanova).
Después, con el paso de los años, ha pasado a formarde un tridente (con Neymar y Luis Suárez) único por su eficacia y su brillantez.
Todo lo que ha tenido en el Barça es lo que le ha faltado en Argentina.
Con la selección jamás ha contado con un proyecto futbolístico que le protegiera y le hiciera mejor. Jamás ha tenido unos compañeros que supieran interpretar sus genialidades. Ni unos entrenadores que depositaran el equipo en sus manos. Ni (y eso es, seguramente, lo peor) unos aficionados que le idolatraran como lo han hecho los culés.
En el Barça y en el Barcelona, Messi es Dios. En Argentina, no.
Leo ha tardado en darse cuenta. Pero, finalmente, ha reaccionado. El último fracaso de la selección en la Copa América ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia del crack.
Abandona el combinado argentino para centrarse en lo que realmente le hace feliz: jugar en el Barça y seguir acumulando títulos vestido de blaugrana. Ese es su sueño. Lo demás, no importa...
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