JUSTICIA / ACTUALIDAD
(TN) - Los alegatos de las partes habían terminado. Cristian Halliú se puso de pie y dirigiéndose al Tribunal afirmó: "Soy inocente". No convenció a nadie. Lo condenaron a prisión perpetua por asesinar de 22 puñaladas a su expareja Cintia Laudonio (foto) en marzo de 2016 en su casa de la localidad bonaerense de Castelar.
A pesar del intento de la defensa de lograr su absolución por falta de pruebas y después la pena mínima por homicidio simple, la justicia de Morón lo encontró culpable del delito de “homicidio calificado por el vínculo", en línea con lo que habían solicitado los fiscales y la abogada de la familia de la víctima.
De acuerdo a la reconstrucción del femicidio, Halliú irrumpió en la casa de la calle Curuchet al 1600 la madrugada del 6 de marzo de 2016, cuando Laudonio se encontraba durmiendo junto a los tres hijos que tenían en común, dos nenas de ocho y diez años y un varón de tres.
El ahora condenado saltó entonces las rejas del frente de la vivienda y rompió una ventana para poder entrar. La apuñaló 22 veces y escapó.
La mujer alcanzó a llegar al baño antes de caer desvanecida mientras que su hija mayor, llamaba a sus abuelos para pedirle ayuda.
No hubo nada que pudieran hacer cuando llegaron al lugar. Tenía cortes en todo el cuerpo y uno profundo en la arteria aorta, que le causó la muerte.
El papá de Cintia, Rodolfo Laudonio, sostuvo en ese momento que el imputado estaba "obsesionado" con su hija, quien ya había empezado una nueva relación con otro hombre. "Ella no quería saber más nada con él", afirmó.
Halliú fue capturado en Mar de Ajó el mismo día del crimen, en la casa de su abuelo donde buscó refugio. Cuando la policía lo detuvo, el hombre aseguró que había tomado veneno para ratas de un frasco aunque los peritajes no pudieron confirmarlo.
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