jueves, 11 de abril de 2019

EL DESCARNADO RELATO DE UN JOVEN ABUSADO POR DOS CURAS EN UN MONASTERIO

POLICIALES / NOTICIAS 

Nicolás Bustos
(U24) - Nicolás Bustos es un joven que denunció haber sido abusado sexualmente por dos curas del Monasterio del Cristo Orante (Tupungato), de Mendoza entre 2009 y 2015. El chico declaró el lunes 8 de abril ante la Justicia y allí contó lo que vivió. Asimismo, aseguró: “Llegué a pensar que Dios permitía que viviera esto para reparar y fortalecer a quienes sufrían esos abusos”, relató. 



Bustos explicó primero ante una presentación en el Arzobispado, en 2015, y luego con una denuncia penal, en octubre de 2018, los padecimientos a los que fue sometido por parte de los curas Oscar Portillo y Diego Roqué, quienes en la actualidad se encuentran detenidos, mientras estuvo en el Monasterio.

 “Quiero que haya Justicia, pero tengo dos prioridades antes de eso: que los hechos que viví yo no se repitan y que se sepa la verdad”, manifestó Bustos en declaraciones al periodista Ignacio de la Rosa del diario local Los Andes.

“Llegué a pensar que Dios permitía que viviera esto para reparar y fortalecer a quienes sufrían esos abusos. Y que si lo hacían conmigo, no lo harían con los demás. Hoy sé que ese pensamiento es una locura”, agregó.

Ante la denuncia, el Equipo de Abordaje de Abuso Sexual de la Justicia mendocina (Edeas) realizó una serie de pericias y determinó que en los dichos de la víctima, “no se observan indicadores de fabulación en el relato de Bustos, su relato es verosímil y hasta se evidencian indicadores de un trastorno relacionado con los abusos que manifiesta haber sufrido”.

En ese contexto, los peritos también hacen referencia a la existencia de una “relación asimétrica” entre el joven y los imputados, al manifestar que los religiosos podían ejercer un poder dominante.

Por otra parte, en la investigación de la justicia canónica en tanto, se constató que Portillo reconoció “su propio pecado” contra la víctima, de que el cura confesó que el mismo fue “en el orden sexual” y que afirmó que fue la víctima quien lo acosaba.

En su relato, acerca de cómo llegó al lugar, Bustos comenzó: “Desde que tengo memoria, sólo buscaba un ideal y un consuelo; y era Dios. Lo busqué en la naturaleza, en mi familia, en las amistades. Tras haber renunciado a todo amor carnal y enterado de que ‘la vida más perfecta’ era la monástica, conocí un Monasterio en Tupungato”.

Asimismo, añadió: “Durante los primeros meses quedé encantado y todo me hablaba de Dios. Pero desde el principio uno de los monjes fue encerrándome; no en Dios sino, en él mismo”. “Diego me asignó el trabajo de arrancar yuyos; y me dijo que para entrar necesitaba vocación. Yo le dije en el acto que quería quedarme; pero me dijo que como tenía 17 años no sería tan fácil”, amplió el joven, quien remarcó que en el lugar no permitían a menores de 19 años como internados.

A su vez, relató: “Recuerdo tres hechos de abuso que sucedieron antes de cumplir 18 años. Diego solía viajar a Mendoza a hacer compras y me pasaba a buscar. Una siesta íbamos en su camioneta cerca de la costanera, él se detuvo y me dio un beso en la boca. Quedé paralizado, sentía que quería salir corriendo y que no podía. Luego encendió la camioneta y me dejó cerca de mi casa”.

“En otra oportunidad íbamos también en la camioneta y Diego detuvo el vehículo y me besó. Luego me hizo tocarle el pene. Yo sentía que no podía reaccionar y él se empezó a masturbar con una mano, y con la otra me tocaba por arriba del pantalón. Quería salir corriendo, pero no tenía alternativa: sin él no entraría al monasterio”

El tercer hecho relatado por la víctima ocurrió en el monasterio cuando Roqué entró de noche a su “celda” y le acomodó las frazadas y besó a Nicolás “Recuerdo que me abrazaba y me apoyaba su pene. Me decía que él era muy afectivo y notaba que yo separaba el cuerpo. Pero él me apretaba más”.

El joven permaneció en el Monasterio y allí también, fue abusado por Portillo. “Una noche me preguntó si yo había visto alguna vez pornografía o si me había sentido atraído por algún hombre. Yo le dije que no, y más adelante volvió a preguntarme. Otra tarde tarde me dijo que desde la Iglesia le pedían que me pregunte sobre mi orientación sexual”, narró. En la investigación, ante los canónicos este cura reconoció haber tenido relaciones con el joven.

“Me preguntó en una oportunidad si me sabía bañar, y me dijo que me iba a enseñar. Me mandó a hacerlo y se metió en el baño conmigo. Corrió la cortina, se levantó el habito y me tocó la espalda y el cuerpo, indicándome cómo tenía que lavarme el pene”, manifestó. Entre otros hechos que involucran a Portillo, el joven relató que lo obligó a untarle una crema para las hemorroides, que le dio besos en la boca “con lengua” y que cuando le daba un pantalón lo obligaba a probárselo y cambiarlo delante de él.

“Una noche fue a mi celda y me masturbó, yo estaba paralizado. En otra ocasión empezó a besarme. Me hizo sacar el hábito, me desprendió el pantalón y me tocaba y succionaba el pene. Me acostó y trató de penetrarme”, contó. Acorralado.

“Una vez le dije a Oscar (Portillo) que me quería ir y que sentía que Dios me pedía otra cosa. Se enfureció y me dijo que era el demonio quien me hablaba. Yo me asusté, me retracté y luego me dio un abrazo”, recordó.

Y, desde ese momento, el joven quedó a cargo de preparar la comida y de confeccionar la lista de compras para la despensa. En ese contexto, los abusos no cesaron. “Diego (Roqué) subía de noche a mi celda y se metía en mi cama. Las primeras veces se masturbaba y me masturbaba a mí. También me hacía sexo oral, me penetraba y me pedía que lo penetrara. Varias veces se metió a la ducha conmigo”, al tiempo que agregó: “Con el tiempo fue como si desapareciera el sacerdote en Diego, y yo era sólo su objeto sexual”.

Para julio de 2015, Bustos se animó a realizar la primera denuncia en el Arzobispado. “Le conté a (el arzobispo Carlos) Franzini lo que recordé de Oscar, pero de Diego no dije nada. Estaba confundido y bloqueado respecto a los abusos de él”, indicó; aunque luego denunció también a Roqué.

“Si no armé la mochila y me fui mientras vivía esto, fue porque la estructura y el abuso me lo impedían. Transformaron mi inocencia y confianza en cadenas y miedo. Aislado durante años, uno se va desorientando al punto de no saber quién es. Y empieza a acostumbrarse a ser un objeto, a ser manipulado y maltratado”, precisó.

“Yo no soy un sobreviviente. Actualmente me siento tan vulnerable y solo como antes. Tampoco soy un objeto, ni un número de expediente. Soy Nicolás Bustos y fui abusado sexualmente en una edad vulnerable y en un contexto donde no había razón para andar con la guardia alta”, concluyó.

Tras la trascendencia del caso en los medios, en diciembre de 2018, el Arzobispado de Mendoza decidió cerrar el monasterio. Los monjes mencionados en la denuncia se encuentran imputados y detenidos en modalidad domiciliaria por los hechos.

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