La variedad de sombrillas le puso un color especial a una jornada condicionada por las inclemencias del tiempo. Foto: NA.
Por GUSTAVO J. VALDEZ
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Quien se dirigiera desde el corazón del barrio de Belgrano hacia la manifestación del #18F, tuvo un pequeño adelanto, un preview de la cita, en la icónica intersección de las avenidas Cabildo y Juramento.
A las 18:00 llovía y un grupo de personas con paraguas cortaba esa esquina al mismo tiempo en que la multitud se iba acercando al Congreso para asistir a la convocatoria.
La postal de Belgrano era una muestra a escala de lo que pasaba en ese mismo momento en la plaza del Congreso donde una movilización iba a comenzar. La invitación corrió por cuenta de un grupo de fiscales federales.
El motivo declarado era ofrecer un "homenaje" a la memoria de uno de los suyos. De Alberto Nisman, quien apareció muerto con un tiro en la cabeza días después de que denunciara a la Presidente de la Nación acusándola de intentar encubrir a los imputados de volar el edificio de la AMIA en 1994.
Las circunstancias del hecho son, a un mes de sucedido, todavía inciertas. Pero la consigna de los fiscales se mezcló con otras. Con las de espontáneos asistentes de todas las edades que llevaron sus propios reclamos. Pedidos de justicia. De paz. De rechazo a la impunidad. El destinatario principal, sin dudas, fue la Casa Rosada.
La marcha del silencio comenzó en la plaza de los 2 Congresos. Pero ya había miles esperando su llegada en el destino final, la Plaza de Mayo. En las mismísimas puertas de la Casa de Gobierno.
La lenta circulación en la boca de la estación 'Catedral' de la línea D del subte ya anticipaba lo que pasaba afuera. En la superficie, la densidad hacía más que dificultoso el avance desde Diagonal Norte hacia Avenida de Mayo.
El desplazamiento se veía complicado aún más por la presencia de los paraguas que se iban a convertir en el símbolo accidental del acontecimiento.
Marcha de silencio al cumplirse un mes de la muerte del fiscal Nisman. Foto NA.
La variedad de sombrillas le puso un color especial a una jornada condicionada por las inclemencias del tiempo. Pero los paraguas no lograban su cometido. Nadie que sostuviera uno podía jurar que le evitó mojarse.
La lluvia, copiosa, no amedrentó a los asistentes. ¿Cuántas personas realmente marcharon? 400.000 dijo la Policía Metropolitana. Suena a exceso. 50 mil dijo la Policía Federal. Suena a mentira. La marcha del silencio se interrumpía con aplausos. A veces sonaban como homenaje. A veces sonaban como protesta.
La entonación del himno nacional también cortaba el silencio. El cántico "justicia, justicia" por momentos quebraba el sigilo, que más bien era un murmullo sostenido. Frente al Cabildo un grupo de jóvenes hacía lo posible para que el agua no les apagara las velas blancas que llevaban. Carteles con la leyenda "Yo soy Nisman" remitían a la histórica marcha en París tras la masacre en la revista Charlie Hebdo.
Otros carteles resultaban una respuesta a las acusaciones del Gobierno. "No somos golpistas. Somos un pueblo golpeando", rezaba uno pequeño sostenido por una mujer joven. "No soy gorila. No soy golpista. Soy un ciudadano", clamaba el cartel que colgaba del cuello de un hombre.
El recambio era constante. Una columna humana salía de la plaza para que ingresara otra. Cerca de las 20:00 muchos ya desconcentraban. Pero el aluvión por Avenida de Mayo permanecía incesante.
Más gente. Más paraguas.
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