jueves, 22 de octubre de 2015

CADA BOCADO DE CARNE ES UNA BOFETADA A UN NIÑO HAMBRIENTO

DERECHOS HUMANOS / NOTA DE OPINIÓN 



POR ANA SÁEZ RAMÍREZ 

En un reciente informe presentado por Naciones Unidas a la opinión pública, se presentó el nuevo objetivo para el desarrollo, que consiste en conseguir la abolición total del hambre y de la pobreza en el mundo en un plazo de 15 años. Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo ratificaron el mes de septiembre el acuerdo adoptado. 


Sin embargo de los documentos publicados hasta la fecha se puede extraer que en ninguno de los 169 puntos incluidos en la propuesta de soluciones, se ha tenido en cuenta la reducción del consumo de carne. Y eso a pesar de que es un hecho indiscutible que de la cosecha de grano anual mundial, una cuarta parte, es decir 500 millones de toneladas, está destinada a alimentar a las reses de matadero de la ganadería intensiva.

Una situación que indigna cada vez a más personas, como por ejemplo a Philip Wollen ex-presidente de Citibank, quien dijo: «Los países pobres venden su grano a occidente, mientras que sus propios hijos mueren de hambre en sus brazos. Y nosotros se lo damos como alimento al ganado, para poder comernos un filete. ¿Soy el único que ve esto como un delito? Cada bocado de carne que comemos es abofetear la cara llena de lágrimas de un niño hambriento».

También el suizo Jean Ziegler llamó la atención sobre esta problemática. El conocido autor fue diputado del parlamento suizo y enviado especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación. Hoy es vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Ziegler es conocido por no tener pelos en la lengua, de hecho suya es la conocida frase: «La agricultura mundial podría dar de comer sin problemas a doce mil millones de personas. Un niño que hoy día muere de hambre, muere asesinado».

Jean Ziegler no desea participar de este terrible genocidio y por eso ha dejado de comer carne. Es muy curioso el hecho de que muchos de los países que prefieren destinar granos al engorde de animales, antes que dárselos a quienes padecen hambre, pertenecen al denominado occidente cristiano, pero ¿qué tiene esto de cristiano? Jesús de Nazaret, al que se remite la cristiandad, ayudó durante Su vida a los débiles y desprotegidos, tal y como muestran muchos ejemplos en los Evangelios.

Él enseñó: "Lo que hagáis al más pequeño de Mis hermanos, eso me hacéis a Mí". ¿Pero cómo se comporta la humanidad? ¿Acaso no actúa como los pasajeros del Titanic? El barco tardó ocho horas en hundirse, y mientras la gente bajo cubierta se ahogaba, arriba los pasajeros adinerados de primera clase aún bailaban, sin querer darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.

En los países desarrollados la gente aún se siente segura y sigue derrochando alegremente, mientras que cada cinco segundos muere de hambre un niño menor de 10 años. Muchas personas en la actualidad apenas son conscientes de que cada uno con su alimentación, decide si quiere participar en la lucha contra el hambre y la pobreza.

Pues por cada trozo de carne que se coma de menos, se pueden destinar más cereales al consumo humano. De esta forma se podría incluso reducir los 15 años que la ONU se ha propuesto para erradicar el hambre y la pobreza, y esto únicamente con nuestros hábitos alimentarios.

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