miércoles, 24 de febrero de 2016

HABLEMOS EN SERIO DE 'NUEVA POLÍTICA'

NOTA DE OPINIÓN 



por RAÚL ACOSTA 

ROSARIO (La Capital). Perón sostenía, en privado, pero a Perón nada le queda de privado, que la víscera mas sensible del argentino es el bolsillo. Juan Carlos Pugliese, político radical a quien pusieron al frente de la cartera de Economía en Argentina, en un ensueño (radical) que chocó estrepitosamente por las internas (radicales) tan nocivas para el país, acuñó una frase rotunda. 


“Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. El bolsillo es eso, una víscera que supera el corazón. Allá en la distancia la frase de un alumno de los jesuítas: “Poderoso caballero…” (“Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado anda continuo amarillo. Que pues doblón o sencillo hace todo cuanto quiero, poderoso caballero es don Dinero…”. 1580/1645. Quevedo)

Hay, sin embargo, que diferenciar el bolsillo individual, el de una ciudad, el de una provincia y el de un país. Son y no son iguales. Se dice que la economía es similar en tanto no se puede gastar lo que no se tiene, pero aún allí los gremios, como los gobiernos populistas, tienen un concepto diferente de la recaudación y del destino.

Muchas tribunas de fe sobreviven por el diezmo, la contribución de sus fieles, acaso menos compulsiva que en la Edad Media. Acaso. Muchas expresiones políticas sobreviven por el uso compulsivo de los dineros públicos, las incautaciones, los desvíos de fondo, el atropello al orden concebido y la disfunción social en la que se mantienen.

Toda sociedad populista es, por construcción, disfuncional. Quienes se han concebido, como personas y/o personajes, sin la premura del dinero resuelven socialmente de modo diferente. Pelear por un auto nuevo no es lo mismo que pelear por la mesa con comida. Ni en el mismo sitio ni con los mismos argumentos.

Es fácil entender la irrealidad de quienes llevan 30 años viviendo del dinero del Estado. No viven igual el fin de mes. Las ciudades que pelean por sus presupuestos deberían, primero y sin duda, indicar el total de sus gastos y el destino franco de esos, sus presupuestos.

Las provincias, como los Estados reunidos que conforman un país deberían referir públicamente el origen de sus recaudaciones y el destino de cada moneda recaudada. Confesar la patraña coparticipable.

La Nación debería contar de qué modo resuelve el desequilibrio entre lo que supone recaudar, lo que efectivamente recauda y lo que deseaba gastar, siempre diferente de lo que efectivamente gasta. Mauricio Macri, actual presidente, todavía no envió dos señales fundamentales a la sociedad a la que propone cambiar.

Dos cuestiones todavía no se han tenido en cuenta en este gobierno de PRO Cambiemos y los planes para una sociedad diferente.

- La primera, la ley que resuelva el financiamiento de los partidos políticos. No existe una ley adecuada a la realidad. No existe. Se cita a los países centrales. Todos los países centrales la poseen. Impediría que dineros negros entren en el circuito blanco. Impediría un costado de la corrupción al que Macri no quiere atender. Por algo será. Finalmente impediría aventurerismos con dineros grises y devolvería protagonismo a los partidos y la economía blanca.

- El segundo tema, la otra cuestión relegada, es la de las declaraciones juradas de funcionarios, recordemos que los diputados y senadores son funcionarios.

Después de la monarquía populista las declaraciones juradas no son públicas (sólo la primera hoja) y no es obligación incluir (ni pedir que se investiguen) las fortunas de los familiares ¿se entiende?

Macri y sus legisladores nada dijeron sobre este tema: por algo será. Los bolsillos anónimos, oscuros y secretos son, por construcción, sospechosos. La clase política, gremial y empresaria de Argentina entra en esta definición por esa razón, porque es Argentina la que se encuentra en estado de sospecha.

Si aceptamos jugadores de fútbol que son comprados por “ene/ene”, si convivimos con revendedores de cunas que vendían departamentos, si el reportaje habitual es con ministros que tienen emprendimientos inmobiliarios acá, acá cerca y presidentes que multiplican por 100 sus dineros (de 7 a 700 es un crecimiento demasiado exponencial para aceptarlo sin sospechar) el maltrato al bolsillo es endémico.

Todos somos sospechosos hasta tanto se demuestre lo contrario. La inversión de esta carga acompaña al país.

Un Estado municipal que no cuenta el total de sus funcionarios ni sus contratos.

Un Estado provincial que arrastra sus deudas y no confiesa que algunas promesas heredadas y algunas regalías inexistentes conspiran contra la eficiencia.

Quienes no se alzaron contra la monarquía populista, acaso porque la compartían, no dejan en buen estado el territorio.

Los actuales gobernantes tienen una sola y única oportunidad.

Los administradores del Estado nacional que aún no contaron lo increíble del desorden, la corrupción y la soberbia impune de la monarquía populista responden a dos posibilidades, solo dos.

No saben donde están parados.

Lo saben muy bien y son cómplices.

La poesía suele ser un buen refugio. No es un refugio para la mentira porque la poesía es invención, no mentira: “Más valen en cualquier tierra (Mirad si es harto sagaz) sus escudos en la paz, que rodelas en la guerra. Pues al natural destierra. Y hace propio al forastero, poderoso caballero es don Dinero.” Mauricio no es lector de poesía española del siglo XVII.

De cuestiones de bolsillos e injusticias si no sabe debería aprender. Poco, pero aún hay tiempo

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