OPINIÓN / RECREANDO EL SISTEMA
Por LUIS ALEJANDRO RIZZI / Abogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio. – U24
He leído la mayoría de las notas escritas en estos días y escuchado los más variados comentarios y análisis, consecuencia del llamado tarifazo y luego el “jueves negro”.
Todas tienen un mismo hilo conductor apuntan a nuestros ya conocidos vicios convertidos en “usos y costumbres” y piensan que la solución podría venir ya sea de un necesario “shock”, o un gradualismo más técnico, o introducir reformas laborales y/o fiscales y/o institucionales que deberían, según algunos, formalizarse en una negociación política, algo parecido a los famosos “pactos de la Moncloa”.
Todo esto ocurre dentro de los moldes institucionales actuales como si nuestros problemas fueran consecuencia solamente de malos entendidos y de la incapacidad o mala fe de muchos de quienes se llaman políticos.
Es cierto, hay algo de eso. Pero si fuese la única causa/explicación, la crisis quedaría dentro del sistema, y los medios clásicos de negociación mantendrían eficacia.
Puesta la cuestión en perspectiva, lo que se advierte es una profunda crisis de los sistemas políticos tradicionales que evidencian que los modos de gestión clásicos ya no sirven, poniendo de manifiesto la crisis del sistema propiamente dicho.
Vemos que comienzan a tener presencia jefes de gobierno de países que practican muy livianamente la llamada democracia representativa tales como Vladímir Putin o carecen de una genuina democracia representativa como Xi Jinping -elegido por la Asamblea Nacional Popular de China.
Como si esto fuera poco parecería que también emerge el presidente de Corea del Norte, Kim Jong Un, como líder reconocido.
En estos países existe un real Poder Político y tanto Putin como Xi Jinping -y también parecería ahora Kim Jong Un-, tienen muy en claro que el ejercicio del poder impone medios de acción.
La ventaja de Xi Jinping es que la economía de China crece a “tasas chinas”. Quizás es lo que advirtió Kim Jong un, de allí lo que parecería ser la causa de su metamorfosis política, por aquello de que las bayonetas no sirven para sentarse.
Por el contario, parecería que otras democracias como la italiana, la francesa, la misma española ofrecen un estado de morbosidad y desintegración que incluso tiene en zona de riego la integridad del Reino de España insistiendo en investir al prófugo Carles Puigdemont como presidente de Cataluña. (sic)
Por su parte, la democracia inglesa ya produjo el Brexit, un hecho propio de una adolescencia inmadura que tiene más el valor de una travesura política que de una acción planificada y de la que parecería que no hay aborto posible.
En otros países, fuerzas antisistema tiene buena presencia electoral como en Austria, Alemania, Holanda.
Por último nos quedaría Donald Trump, que diría es la expresión vulgar, populista y patológica de la política, aunque tengamos en cuenta un dato no menor que sólo votó el 55% del padrón. Dato que se repite en la mayoría de las democracias occidentales. La gente no vota porque no cree en el valor de su voto.
Todo ello nos está llevando a lo que llamaría “militancias hostiles” que es la nueva forma que más que expresar “oposición” manifiestan descontento y frustración.
La consecuencia de todo esto es que los regímenes democráticos republicanos se han debilitado de tal modo que ya carecen de capacidad no sólo para resolver conflictos sino para mantener un mínimo orden social.
Las formas actuales de representación política occidentales han perdido legitimidad y lo que resuelven los políticos carece de efectos sociales, ya que ni los políticos ni sus partidos son realmente representativos.
Dice Pierre Rosanvallon: “Los partidos continúan, es cierto, compitiendo por el ejercicio del poder, portadores de una cierta cantidad de expectativas, pero ya no organizan las visiones del porvenir; ya no constituyen sistema con la opinión pública”, hoy la opinión pública, concluye, es una expresión de cuestionamientos desnudos.
Esto lleva a algo que estamos viviendo los argentinos en este momento: no sólo los opositores sino los mismos oficialistas son una suerte de sombras o caricaturas de sí mismos o personajes de viejos sainetes.
Unos ponen de manifiesto su desaprensión cuando dicen que las tarifas de los servicios públicos se tendrían que retrotraer tiempo atrás, que deben ser sociales, es decir regaladas y al mismo tiempo piden que se bajen los impuestos.
O la mayoría de nuestros gremialistas, que defienden privilegios abusivos que impiden que un tercio de los trabajadores informales argentinos puedan ingresar a una digna registración para gozar de beneficios sociales mínimos.
O los gremios docentes, que sólo defienden como valor de calidad pedagógica la antigüedad.
O los judiciales, que justifican que el Poder Judicial este parado 45 días al año, amén de la lentitud proverbial de los procedimientos.
Pero los oficialistas no van en zaga, cuando siguen hablando del 15% de inflación.
O que la corrida del jueves 03/05 no los tomó desprevenidos, cuando sus caras y actitudes demostraban lo contrario.
O que hay inversiones, cuando su nivel no llega al 16%, por mencionar declaraciones recientes.
Para no ser menos, 'Lilita' Carrio, “fundadora de Cambiemos”, mera filial barrial del PRO, en su papel de tía-abuela de los argentinos declara: "Se vivió un microclima en Capital que no tiene nada que ver con lo que se ve desde el exterior", y luego, ignorando que carecemos de moneda real, nos pide no desesperarnos y no salir corriendo a comprar dólares porque "esas son jugadas especulativas"; y, finalmente, con tono providencial sentenció: "La república va a terminar bien, Macri va a renovar. No se preocupen por nada"; y “los inversores (¿cuáles?) sólo tienen miedo de que no ganemos” (sic).
Bizcochos de grasa con mate y “good show”, faltaría decir en off, por el locutor oficial.
No cabe duda que, tal como escribí más arriba, la crisis está en el sistema político. Por ese motivo el concepto de gobierno como tal es una expresión en vías de extinción y como lo explica Rosanvallon debemos comenzar a desarrollar lo que se dio en llamar “gobernanza”, expresión que va mas allá de lo propiamente político y se refiere a un nuevo modo de gestión que, por cierto, requerirá de dirigentes que estén a la altura del tiempo, es decir que sean cultos y no meros “sabios barbaros”, tal como decía Ortega.
La gobernanza necesitará crear múltiples canales de encuentro, de coordinación y de regulación. Por eso decía días pasados que el gremialismo clásico ya quedó en la historia. En lo político significa que los gobernantes deben dialogar por no en mesas minúsculas y en secreto, deben tener capacidad de persuasión, paciencia y prudencia.
Las sociedades contemporáneas son extremadamente complejas, la difusión de nuevas tecnologías, facilitó la comunicación horizontal, por tanto formamos parte de sociedades muy fragmentadas en la que las redes están suplantando a la organización, y me refiero a partidos políticos, gremios, colegios profesionales, etc.
Hoy no se trata de discutir en lo laboral, un peso menos en las indemnizaciones por despido o tres días más de enfermedad o licencia por paternidad. En lo político y económico no se trata ni de ajuste ni de dispendio, se trata de administrar bien.
En educación se trata de asumir la cuestión y poner los mejores recursos disponibles para tener un sistema que funcione y sacarlo de este colapso que parece permanente y que evidentemente beneficia a unos pocos.
Hoy ser soberano significa comprender el mundo, que es el concepto de cultura para Ortega.
En fin, el gobierno fatalmente deberá administrar esta coyuntura complicada.
Sin embargo la tarea es otra, debemos comenzar a instaurar un nuevo sistema de gestión para convertir el gobierno en gobernanza, pero el presidente Mario Dell Acqua, de Aerolíneas Argentinas, cree en las virtudes del enojo y no creo que sea el único....
El enojo -y dicen que Macri se enoja mucho- es una expresión de impotencia.
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