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(U24) - En el municipio Libertador de Caracas, los venezolanos deben evitar las veredas y caminar por las calles, o pasar rodeando las grandes montañas de basura tapándose la nariz; otros abanican sus manos para espantar las moscas y miran con asco los gusanos que se arrastran saliendo de los desperdicios.
Frente al Panteón Nacional, donde descansan los restos de Simón Bolívar, una vecindad sufre los estragos del deficiente servicio de recolección del municipio.
Los vecinos cuentan que deben tapar sus comidas y cuidar muy bien lo que dejan fuera, además de vigilar que las moscas no salten en sus bebidas.
Los niños juegan a escasos metros del putrefacto olor y las madres y abuelas se preocupan de las enfermedades y la poca salubridad del sitio: “La prioridad son estos niños que están creciendo; mira como están creciendo y lo que están viendo”, dice la señora Muñoz señalando un montículo de basura.
Mil 300 toneladas de basura se generan cada día en Caracas, informó en octubre de 2018 la alcaldesa del municipio Libertador, Érika Farías. La gobernante local admitió, entonces, que era necesario fortalecer el sistema de recolección de los desechos, pero aseguró que ejecuta un plan para mejorar el servicio.
Algunos escépticos a sus promesas, denuncian que las fallas se deben a que solo están operativos entre el 15% y 20% de los camiones de Sistema Urbano de Procesamiento, Recolección y Aseo de Caracas (Supra – Caracas), que depende de la Alcaldía.
Mientras, los caraqueños se quejan y padecen la acumulación de desperdicios en las calles y avenidas de la ciudad, atrayendo moscas, mosquitos y hasta ratas.
La problemática se agudiza tomando en cuenta que quienes hurgan entre la basura, rompen las bolsas y riegan su contenido por las aceras; que hay menos contenedores de basura y los que existen están deteriorados.
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