OPINIÓN / RIDICULECES PORTEÑAS
(U24) - ¿Cómo fue que Uber se popularizó en la Argentina? Porque miles de argentinos viajaron en algún momento al exterior y conocieron que había un servicio de transporte que les provocaba satisfacción.
Nunca Uber extorsionó o violentó a sus pasajeros. La relación entre Uber y sus pasajeros es voluntaria y condicional. Y se construyó en base a la satisfacción del pasajero.
Desde el comienzo, los taxistas decidieron oponer múltiples obstáculos a la expansión de Uber, y los pasajeros siguieron eligiendo al nuevo servicio de transporte. Más aún: aumentó la demanda porque los pasajeros se sienten mejor con esos vehículos y choferes con los de los taxistas.
Pero los legisladores porteños, que son cobardes, no se encuentran dispuestos a dar el verdadero debate. ¿Por qué sancionan a los choferes de Uber, que encuentran trabajo en tiempos de escasa demanda laboral, y no a los pasajeros, que eligen con fervor convertirse en clientes?
Pésimo Horacio Rodríguez Larreta, quien conoce muy bien el problema pero no quiere conflictos y por eso es concesivo ya que él supone que es mejor, para el próximo período electoral, contar con el apoyo de los taxistas.
Sin el aval de Rodríguez Larreta, el bloque de legisladores oficialistas, que controla la Legislatura porteña, no habría dado su apoyo a los taxistas.
Pero la situación es mucho más compleja: en Montevideo, Uruguay, por ejemplo, Uber no ingresó pero la intendencia municipal forzó una reingeniería del servicio de taxis, para modernizarlo.
En Ciudad de Buenos Aires, Rodríguez Larreta amenazó con cambios que luego no concretó.
El promedio del servicio de taxis porteños es de menor calidad que el promedio del servicio de Uber. Y a menudo la tarifa de Uber es menor.
¿Por qué el usuario o cliente es castigado, al no poder elegir, y es obligado a sufrir con un servicio de taxímetros que no se ha esforzado en modernizarse, capacitarse y abaratarse?
La verdad es que el servicio de taxis carece de competitividad ante el de Uber, pero el Estado decide otra vez más premiar a los enjuages corporativos y castigar a los consumidores.
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