Al ministro de la Producción, Francisco Cabrera, y a su secretario de Comercio, Matías Braun, les dijeron de todo menos lindos en el gobierno cuando el indicador del consumo de febrero dio 5,5 puntos abajo, ante la reacción adversa provocada por la implementación del régimen de precios transparentes en el Índice General de Expectativas Económicas (IGEE) de los argentinos elaborado por Kantar TNS Gallup, que registró una caída de 10 puntos respecto de enero por haberse resentido la capacidad de compra.
Respecto de febrero de 2016, la expectativa sobre la dirección correcta del país tuvo una contracción interanual de 19 puntos, consecuencia, en parte, de los resguardos que tomaba la gente en medio de la planificación de protestas y conflicto docente que estallaron en marzo.
Kantar detectó en este monitoreo mensual, que data de 1982, acerca de las expectativas sobre actos económicos que repercuten en las decisiones de consumo y en la evolución de la economía, que “la situación económica actual y las perspectivas a corto plazo marcaron una tendencia negativa, retrocediendo a los niveles de noviembre de 2016, en tanto que se contrajo la percepción respecto a la dirección correcta que lleva el país”.
El impacto se acentuó en especial entre los residentes de GBA, los niveles medio bajos y bajos, y los dos extremos de edades (18 a 24 años y mayores de 65), quienes procesaron la obligación que fijó el gobierno de consignar un monto con intereses para el pago en cuotas como un encarecimiento de las compras y se abstuvieron en gran medida de hacerlas.
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